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Por muy bajo que se caiga siempre se puede caer más bajo. Así lo está constatando la familia real noruega, que ha vivido un 2024 horripilante en cuyos meses finales está alcanzando nuevas simas de profundidad. Al sospechoso habitual, Marius Borg Høiby, hijo de una relación de la princesa Mette-Marit previa a su matrimonio con Haakon, el futuro rey, se unen ahora la propia Mette-Marit y el chamán Durek Verrett, marido de la princesa Marta Luisa, hermana menor de Haakon.
A Marius, procesado por varios delitos que incluyen malos tratos a tres ex novias, la Policía le comunicó que debía requisar su móvil. Según la revista Se og Hør, el joven, de 27 años, entregó un teléfono prácticamente destrozado y sin tarjeta SIM. De Mette-Marit (51) se ha sabido por medio del tabloide VG que avisó a su hijo de que iba a ser detenido, el pasado 4 de agosto, así como que limpió la casa de Marius antes de un posible registro.
Por si faltaba algo, Se og Hør acaba de publicar unas grabaciones en las que Durek Verrett, que se casó con Marta Luisa este verano, confiesa haber mantenido relaciones sexuales con clientes durante sus sesiones de chamanismo. "No se la debería haber chupado", admite. Eso sí, serían episodios anteriores a su relación con la princesa.
En cuanto a Marius, habría explicado a la Policía que no sabe quién sacó la tarjeta SIM del móvil y que tampoco sabe dónde está ahora. En Noruega ha causado también un notable revuelo una reciente foto privada suya, tomada en un supermercado, en la que sujeta sonriente una caja de cervezas con una mano mientras hace con la otra el típico gesto obsceno con el dedo corazón al lado de unos ejemplares de Se og Hør en los que aparece en portada junto a un titular que reza: "No muestra ningún arrepentimiento".
El diario Aftenposten asegura que Haakon y Mette-Marit han prohibido a Marius la entrada a varias zonas de su residencia de Skaugum, en las afueras de Oslo, donde en los últimos tiempos él y sus amigos han protagonizado diversos incidentes, desde robos a destrozospasando por accidentes de coche. También se le ha retirado el carné de conducir. Skaugum es una finca que cuenta con varios edificios. El principal, una mansión blanca construida en 1930, es el domicilio particular de los príncipes herederos.
Mette-Marit
La polémica golpea ahora también de pleno a Mette-Marit, que se encuentra de baja por una enfermedad pulmonar y que podría ser citada a declarar en el caso de la última agresión achacada a su hijo. El tabloide VG ha revelado que la princesa avisó a Marius de que la Policía le iba a detener y "limpió" su casa antes de una eventual llegada de los agentes.
A la casa real no le ha quedado más remedio que intentar justificar la actuación de Mette-Marit con una nota enviada por su jefa de Comunicación, Guri Varpe: "La Policía notificó a la Corte de un incidente relacionado con Marius Borg Høiby y de una posible detención. La Policía, que también contactó a Borg Høiby antes de la detención, nunca ha registrado su residencia".
Para Tove Taalesen, experta en la Familia Real del diario online Nettavisen, Mette-Marit reaccionó como lo habrían hecho la mayoría de las madres: protegiendo a su hijo. Sin embargo, considera que interferir de este modo cuando se es la princesa heredera "es una idiotez que demuestra una falta total de comprensión de su papel".
De postre, las grabaciones de Durek Verrett, marido de Marta Luisa, admitiendo que mantuvo relaciones sexuales con clientes. "No se la debería haber chupado, sé que fue un error", confiesa en una conversación telefónica con Eric Nies, el hombre que las ha hecho públicas para Se og Hør, antiguo VJ de la cadena musical MTV y fugaz novio de la actriz Pamela Anderson en los años 90.
Verrett (49), que se identificaba como gay antes de su relación con Marta Luisa y como bisexual desde entonces, ha sido también acusado de tocamientos impropios por un antiguo socio, el sueco Joakim Boström: "Insistió en agarrarme el pene aunque le pedí que parase".
El chamán ha anunciado que se querellará contra Se og Hør. Llama la atención el abogado que ha elegido para llevar el caso: Geir Lippestad, el mismo que defendió a Anders Behring Breivik, el neonazi que asesinó a 77 personas en Oslo y en la isla de Utøya el 22 de julio de 2011. No tanto por Lippestad en sí, profesional de reconocido prestigio, sino por las asociaciones que evoca, que no parecen las más recomendables para la Familia Real.