El democristiano Simon Harris (Fine Gael) y el centrista Micheal Martin (Fianna Fáil) revalidarán la coalición de Gobierno de los últimos cuatros años en Irlanda, a la luz de los resultados provisionales de las elecciones celebradas el viernes. El Sinn Féin, el ex brazo político del IRA, ve frustradas por otra parte sus ambiciones de formar una coalición de izquierda. Con el 70% del voto escrutado, Fianna Fáil obtendría 32 diputados, con Fine Gael y Sinn Féin empatados a 28.
Con el 60% del voto escrutado, Fine Gael obtendría 24 diputados, empatado conFianna Fáil, con el mismo número de escaños. Mientras, el Sinn Féin obtendría uno menos, 23 diputados.
Los dos partidos de centro-derecha pueden verse sin embargo obligados a buscar un tercer socio de coalición para llegar a los 88 diputados que garantizan la mayoría en el Parlamento. El Partido Laborista y el Partido Socialdemócrata (ambos rebasaron el 5% del voto) son las dos opciones que se barajan.
"Hay un camino muy claro hacia el Gobierno", anticipó Martin, el primero de los líderes de los grandes partidos en renovar su escaño, durante el agónico recuento oficial que puede prolongarse hasta el lunes. Con el 25% de los votos escrutados, Fianna Fail (FF) tenía asegurados 13 diputados, frente a 11 de Fine Gael (FG) y 9 de Sinn Féin (SF).
Las proyecciones iniciales otorgaban entre 42 y 46 escaños a Micheal Martin, el veterano líder mejor valorado por los irlandeses. El primer ministro más joven de Irlanda, Simon Harris, obtendría entre 38 y 42 escaños, pese a la caída en las encuestas propiciada por sus tropiezos durante la campaña.
En los últimos cuatro años, los líderes de FF y FG -los partidos casi indistinguibles que históricamente se han alternado en el poder en el siglo largo de existencia de la república- acordaron relevarse por turnos rotatorios. Esa opción parece también abierta esta vez, aunque Martin llega en una posición de fuerza y Harris ha pagado cara su inexperiencia tras los últimos seis meses como 'taoiseach' (primer ministro).
Los dos partidos pueden verse obligados a apoyarse un tercer socio de coalición, como hicieron en el 2020 con el Partido Verde, que puede perder hasta 10 de los 12 escaños que tenía hasta ahora. La coalición de centro-derecha podría en último caso apoyarse en los candidatos independientes o buscar el apoyo del Partido Laborista, como en ocasiones anteriores.
Otra opción sería arrimar el hombro al Partido Socialdemócrata de Holly Cairns, que dio a luz el mismo día de las elecciones. Tanto los laboristas como los socialdemócratas expresaron de antemano sus intenciones de explorar la formación de una coalición de izquierdas, aunque los números no salen.
El Sinn Féin, que hace cuatro años hizo historia al convertirse en la fuerza más votada, aspira en esta ocasión a romper el techo de los 40 diputados. Su líder, Mary Lou McDonald, que logró una remontada en la recta final tras los escándalos sexuales que horadaron la reputación del partido, anticipó su intención de "hablar con otras fuerzas para formar gobierno".
McDonald renovó a última hora su llamada a los votantes para dar el apoyo a otras fuerzas de izquierda en sus segundas preferencias. El complejo sistema electoral irlandés, de "representación proporcional mediante voto transferible", deja abierta hasta última hora posibles variaciones y es la razón por la que los resultados se demoran varios días.
Las participación electoral rondó en esta ocasión del 60%, con el problema del acceso a la vivienda y el coste de la vida como las dos grandes prioridades de los irlandeses, que ha votado al final por la continuidad pese al descontento general con la clase política expresado en el fiasco del referéndum del reforma constitucional del pasado marzo, que forzó la dimisión del entonces primer ministro Leo Varadkar y el ascenso como nuevo líder de Fine Gael de Simon Harris.
Los vientos de renovación soplaron inicialmente a favor de Harris, conocido como el "político Tik Tok" por su manejo de las redes y su tirón entre los votantes jóvenes. Su decisión de convocar elecciones anticipadas se volvió sin embargo en su contra. En apenas tres semanas, y sobre todo a partir del vídeo viral de su encontronazo con una trabajadora de cuidados sociales, su valoración cayó en picado durante las tres semanas de campaña.