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Es una de las voces autorizadas del mundo hotelero. Habla con la templanza de quien sabe el terreno en el que se mueve y tiene la mochila cargada de experiencia. A Pau Guardans, CEO de Único Hotels (Mas de Torrent, en la Costa Brava; The Principal y Hotel Único, en Madrid; Finca Serena y The Lodge, en Mallorca, y Finca La Bobadilla, en Málaga), le apasiona lo que hace y se nota al minuto de conversar con él. "Es una colección de hoteles, no una cadena", aclara. "Cada uno tiene su propia personalidad y eso afecta a la manera de dirigirlos". Queda dicho. Le interesan más "los hoteles que envejecen bien" que los nuevos porque "son los que están bien hechos" y asegura que en España se trabaja muy bien "el nivel medio-alto, pero ya va tocando acercarse a un turismo más premium".
PREGUNTA. ¿Llevar las riendas de una colección de hoteles es lo más parecido a... ?
RESPUESTA. Pues diría que es lo más parecido a ser entrenador de un equipo de fútbol, donde se pretende que cada jugador dé lo mejor pero que al final el equipo gane el partido y juegue de una determinada manera. P. ¿Qué retos inmediatos tiene en Único Hotels?
R. El más inmediato es poner en marcha un hotel que hemos incorporado, Finca La Bobadilla, entre Málaga y Granada. Reabre el 21 de marzo con una propuesta renovada y al final de esta temporada lo cerraremos para hacerle una reforma en profundidad de interiorismo y de la experiencia de hotel.
P. ¿En qué momento está la hotelería española?
R. Creo que está en un momento bueno una vez pasado el shock del Covid, pero es un momento en el que deberíamos hacer deberes. En las épocas dulces hay que dar un paso al frente y ser exigentes con nosotros mismos.
P. Concretemos...
R. Lo primero sería hacer pedagogía de qué es el turismo, de lo que tenemos que pedir a los políticos, a la gente y a nosotros mismos. No nos podemos dormir en los laureles. Hay que explicar que el turismo es mucho más que una base imponible y a la vez nosotros nos tenemos que comprometer a aplicar mejoras en los destinos, a incluir la cultura y los productos locales, a hacer un turismo sostenible... También hay que hablar del pésimo impacto que tiene la vivienda turística sobre los destinos.
P. ¿En qué sentido?
R. No se trata de plantearlo como hoteles vs. operadores de vivienda. Es un tema de que en los destinos en los que hay una oferta descontrolada de vivienda turística, la población local se revuelve contra el turismo. Hay muchos ejemplos de mala gestión pero también de buena, por lo tanto se puede elegir.
P. Cuando ve manifestaciones contra el turismo en ciudades españolas, ¿qué análisis hace de la situación?
R. Si algo hemos tenido que aprender como sociedad es que la riqueza hay que gestionarla. Los noruegos gestionan el petróleo mejor que otros países que se han vuelto locos. Nosotros no tenemos pozos de petróleo pero sí muchos turistas y eso hay que gestionarlo. Esas manifestaciones no son contra el turismo sino contra la mala gestión del turismo, que cómo cualquier actividad económica tiene efectos positivos y negativos.
P. No tendría que ser tan complicado encontrar cierto equilibrio...
R. En el mundo este camino ya lo ha hecho mucha gente. No hacer nada es un error y aplicar terapias equivocadas también lo es. La ventaja es que como ya hay antecedentes, podemos ver qué se ha hecho y a quién le ha funcionado. Gestionar el turismo no puede ser algo cortoplacista ni se trata de poner tasas sin más, sino que hay que trabajar para matizar esos efectos negativos, que los hay.
P. ¿De qué lugares podemos aprender?
R. Nueva York ha gestionado muy bien lo de los apartamentos turísticos; Ámsterdam ha trabajado de maravilla la promoción del destino; las ciudades italianas están aprendiendo a gestionar el tema de los cruceros... Hay buenos referentes en el mundo.
Nos citamos con él en el Hotel Único, en la calle Claudio Coello de Madrid, que estrena concepto gastronómico, El Patio de Claudio, capitaneado por el chef Mario Valles tras la salida de Ramón Freixa y su dos estrellas Michelin.
P. ¿Qué peso tiene la oferta gastronómica hoy en un hotel?
R. Pasamos de darle poca importancia a arropar una gastronomía de mucha técnica, de autor y con estrellas Michelin, que en muchas ocasiones poco tenía que ver con el concepto del propio hotel. Poco a poco, estamos normalizando una gastronomía excelente, muy del sitio, con muchas raíces que incluso sirve para poner en valor el lugar y menos encorsetada.
P. ¿Tres tendencias a las que hay que prestar atención en el sector?
R. La primera es la aproximación a la tecnología, haciendo un uso adecuado de la misma y sin quitar el toque humano que es imprescindible en nuestro ámbito; la segunda, que la gente al viajar busca experiencias, ya no quiere solo dormir, quiere estar, y hay que ofrecerles planes auténticos; y, por último, la gente ya no viaja en fin de semana, hay quien lo hace solo... Hay que adaptarse a las modalidades y convertir el destino en motor de cambio.
P. ¿Qué es el lujo?
R. Mi visión del lujo no tiene nada que ver con la ostentación, sino con hacer bien lo sencillo. El lujo para mí es la sonrisa de una persona que se aloja en mi hotel y no el mármol o una decoración llamativa.
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