Todas las ediciones de Supervivientes cuentan con un los llamados reencuentros. Cuando los concursantes llevan ya más de un mes en el reality, la organización de Supervivientes lleva a algún familiar o ser querido para subirles el ánimo, pero también para tener más contenido. La semana pasada fue Almacor, que estrenó los reencuentros con la visita de su novia, a la que pidió hasta matrimonio. Lo habitual en estos reencuentros. Otros viven noches de pasión, otros aprovechan su paso por Supervivientes para abrir su corazón, otros, como le ocurrió a Rosa Benito con Amador Mohedano en Supervivientes 2011, le sirvió como un punto de inflexión que no mucho tiempo después acabó en la separación de la pareja, pero lo que hasta ahora nunca había sucedido es lo que se vivió anoche con el reencuentro entre Laura Cuevas y Carlos, su marido.
Seamos sinceros, que Laura Cuevas esté en Supervivientes es precisamente para lo que se vió y se vivió anoche. Es decir, para dar contenido de ese salsón que tanto llenaba los programa hace no tantos años. De hecho, esa ha sido su mayor labor en los 38 días que llevamos de Supervivientes. Primero, hablando de su vida en Cantora junto a Isabel Pantoja -su padre fue el mayoral de la finca y ella se crió allí-; después con Anita y Montoya, y su beso furtivo; después con sus enfrentamientos con Makoke a costa de Álvaro Muñoz Escassi; después largando lo más grande sobre su vida y entre medias sobre su marido. Y aquí es donde hay que pararse para explicar lo que sucedió anoche en Supervivientes: Conexión Honduras.
Durante estos 38 días, Laura Cuevas ha desvelado la situación que vive al otro lado del charco. No ha dicho nada que no le repitiera anoche a su marido. Ella ha reconocido que no quiere seguir viviendo la vida que tiene en la que "no hago nada", en la que ve las horas pasar, en la que la relación con su pareja es prácticamente inexistente, en la que no se siente querida ni amada. Sus palabras, por supuesto, han tenido durante estos días su réplica en España y en el plató de Supervivientes. Carlos, su marido, le ha acusado de haberle sido infiel, de estar mintiendo y de no sé cuántas cosas más. Blanco y en botella, Laura Cuevas y Carlos eran perfectos para provocar un reencuentro que iba a dejar pasmados a todos.
El trillado espectáculo de Laura Cuevas en Supervivientes
Ahora bien, conociendo a Laura Cuevas, conociendo sus ansias de tele, sabiendo, como ella mismo ha reconocido, que ni trabaja, ni nada de nada, ¿podemos creernos que lo de esta pareja es real o puede ser algo pactado entre los dos para inflar su situación y rascar más programas, más espectáculo y, por ende, más dinero? Es muy difícil creérselos. A Supervivientes obviamente les viene fenomenal porque dan ese contenido del que también está hecho Supervivientes, pero la audiencia no es tonta. Cuando saltó en España toda la movida de este matrimonio fue ¡De Viernes! el que destapó audios de Carlos con su amante reconociendo sus ganas de televisión. Laura Cuevas no lo ha negado nunca, le encata la tele y hará lo que sea por seguir en ella. Vamos, que anoche en Supervivientes: Conexión Honduras regalaron uno de los momentazos de la edición, pero que su movida, mejor cogerla con pinzas, que todos sabemos cómo funcionan los que quieren tele.
El caso es que Supervivientes se ha llevado a Carlos a Honduras, y Carlos iba con las ametralladoras bien cargadas. Se lo advirtió a Sandra Barneda minutos antes del reencuentro: "Estoy un poco bastante decepcionado con todo lo que está pasando y estoy escuchando. Me sorprende que diga eso, pero bueno, es Laura Cuevas. Sinceramente creo que no me merezco nada, pero nada de lo que está diciendo. Si quiere hablar de mí o de la relación, que diga la verdad, no que se lo lleve a su terreno". A lo que se refería Carlos es que entre las muchas cosas que ha largado Laura Cuevas durante estos 38 días está sus confesiones sobre su matrimonio. En ellas, y tampoco es nada del otro mundo, Laura Cuevas ha afirmado que ya no es feliz y que necesita dar un giro a su vida y cambiar algunas cosas, entre ellas, también respecto a su matrimonio. ¿Lo ves? Nada del otro mundo.
Supervivientes sacaba a Laura Cuevas del Oráculo de Poseidón y se la llevaba al reencuentro con Carlos. Y al igual que Carlos ha sido testigo todos estos días de las palabras de su mujer, Supervivientes hizo lo propio con Laura Cuevas. Le plantó lo que su marido ha dicho estos días. Había que encender el fuego. "Llegué a casa, levanté la persiana y me encontré el percal", le mostró el programa. A Laura Cuevas "le impresionaba" leerlo, aunque quería dejar claro que fue en un momento en el que ellos "se estaban dando un tiempo".
Laura Cuevas tenía que abrir la puerta y ahí estaba su marido, que sin abrazo, sin un 'hola, ¿qué tal?¡, sin nada de nada le soltó la primera pulla de las muchas que vendrían después: "Sigues mintiendo como una campeona, ¿no estábamos juntos cuando yo lo pillé?". Ella aseguraba que ese verano se estaban "dando un tiempo" y él no se callaba: "Cuando llegue a España lo voy a demostrar, voy a mostrar los mensajes". ¿Ves? Cuando llegue a casa lo voy a demostrar, sentándome en otro plató y llevando otros pocos de billetes. Que sí, que es lícito, que cada uno con su vida hace lo que quiere y vende lo que quiere, pero... pero, hombre, que el sainete de estos dos es muy descarado.
El segundo acto, el martes en Supervivientes: Tierra de Nadie
Y a partir de aquí todo se descontroló. Reproches van, reproches vienen. Que si Laura no tiene "ni cinco minutos cotizados", que si llegaba a casa como Las Grecas, que si se acuesta a las cinco de la madrugada y se levanta a las tres de la tarde.. Y a la inversa, que si Carlos no le dedica tiempo, que si ella quiere cambiar y abandonar su vida "sedentaria", que si no hay amor, ni sexo, ni nada de nada...
"Que no paras de mentir en todo menos en que no haces nada con tu vida. ¿Nos estábamos dando un tiempos cuando yo te pillé? Cuando llegue a España voy a mostrar los mensajes... Me dices mi vida y estamos juntos, blanco y en botella. Estuve esperándote hasta las dos y tres de la mañana y tú, ¿cómo llegabas?", le reprochó Carlos.
"Mira, ¿cómo llegaba de qué? Lo único que hacía era al salir de trabajar tomarme una cerveza con mis compañeros", afirmaba Laura Cuevas. "Chiclana se ha enterado de todo lo que has hecho en verano. Tu nivel de cinismo es nivel máximo. Vienes y te sientas conmigo y hablas", le espetaba Carlos visiblemente nervioso. "Si cuando tienes un hueco vacío te buscas otra cosa... Yo me tengo que quedar en casa", se defendía Laura Cuevas. Y en medio Sandra Barneda que desde plató ponía esas caras suyas a las que nos tiene acostumbrados en La isla de las tentaciones. Es que lo de anoche, efectivamente, era como una hoguera de confrontación.
Los gritos, los ataques, los reproches continuaron durante un buen rato. Supervivientes les dejó un ratito y cuando Sandra Barneda volvió a conectar con ellos, las revoluciones ya habían bajado. Laura Cuevas le confesaba que era el amor de su vida y le aseguraba que quería cambiar su modo de vida. Él, por su parte, seguí en modo on recordando a Laura Cuevas que estudia y que trabaja y que eso le quita mucho tiempo. Era en la despedida cuando los dos dejaban de lado su show y lo remataban -aunque lo de anoche sólo fue el principio, pues habrá más en Supervivientes: Tierra de Nadie- con un abrazo. El sainete completito.
Laura Cuevas regresaba al Oráculo de Poseidón a lágrima viva y sin parar de repetir que la gente la echase -está nominada-, que ella se quería ir, que ya ha hecho todo lo que tenía que hacer en Supervivientes, mientras sus compañeros alucinaban pepinillos porque, obviamente, no podía relatar nada de lo que había vivido minutos antes. Un guion perfecto, con una trama que hemos visto muchas veces, pero que sigue enganchando en Honduras, en España o dónde sea. Tanto es así que el martes la pareja vivirá su Puente de la Concordia. En resumen, que lo de anoche en Supervivientes: Conexión Honduras fue el primer acto, queda el segundo, el tercero... Y a saber cuántos más.