Como parte de sus esfuerzos conjuntos para lograr la paz mundial, Vladimir Putin y Donald Trump van a lograr que la neutral Irlanda deje de serlo. El ministro de Defensa de ese país, Simon Harris, ha presentado en el consejo de ministros una propuesta que permitirá al Gobierno de ese país enviar tropas a terceros países, siempre que sea en misión de paz. La medida es un cambio de política, no de ley, dado que no hay ningún texto legal que establezca esa limitación.
Es un cambio que puede parecer modesto, pero que supone un cambio fundamental en la que ha sido durante 69 años la política exterior y de defensa irlandesa, y que, además, abre, al menos en teoría, la puerta a una posible participación de ese país en una fuerza de paz en Ucrania. La medida se ha combinado con la aprobación de un paquete de ayuda militar no letal (lo que excluye armas y explosivos aunque sí permite equipos de comunicaciones o de zapadores) por 100 millones de euros.
En realidad, Irlanda no es totalmente neutral. Y menos aún desde la primera invasión de Ucrania, cuando Rusia empezó a violar el espacio aéreo del país con bombarderos estratégicos Tu-95 que, al menos en una ocasión, llevaban bombas atómicas, según las Fuerzas Aéreas británica y noruega. La lógica estratégica de mandar esos monstruos de la Guerra Fría a Irlanda solo la entiende Vladimir Putin, pero el resultado ha sido una mayor aproximación de Irlanda a la OTAN. El país, además, tienen unas Fuerzas Armadas minúsculas, de apenas 8.000 efectivos, y carece de cazas. La interceptación de los Tu-95 rusos corrió a cargo de Eurofighter británicos.
Todos esos antecedentes parecen haber conspirado para la liquidación del sistema vigente desde que el 14 de diciembre de 1955 Irlanda entró en Naciones Unidas. Según ese sistema, Irlanda solo podía enviar fuerzas a terceros países en misiones de paz, siempre y cuando fueran como parte de una misión de la ONU. En el siglo XXI las cosas cambiaron un poco. Irlanda aprobó el uso de su espacio aéreo y de sus aguas territoriales por EEUU y sus aliados en la invasión de Afganistán que siguió a los atentados del 11-S.
El Gobierno y la Cámara Baja
Luego llegaron los Tratados de la Unión Europea de Niza, en 2001, y de Lisboa, en 2007, que establecían, siquiera como desiderátum, un compromiso de defensa colectiva europea. Esos documentos desataron el temor en Dublín a que el país abandonara su neutralidad para entrar en la OTAN o en algún otro tipo de alianza militar. Así que el compromiso con la ONU se codificó de modo que, además, del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, el despliegue de soldados en misión de paz fuera aprobado por el Gobierno del país y por la Cámara Baja del Parlamento, el Dái Éireann. Si no contaba con esa triple luz verde, el Gobierno de Irlanda solo podía enviar un máximo de 12 soldados al extranjero, y siempre en misión de paz.
Así nació el 'triple cerrojo'. Pero dos factores sobre los que Irlanda no tiene capacidad de influencia han conspirado contra él. Evidentemente, el más serio es la invasión rusa de Ucrania, en 2022, agravada ahora por la decisión del Gobierno de Estados Unidos de entregar a Moscú todos los territorios que ha conquistado y de no participar -por ahora, ni tan siquiera como garante- en una fuerza de paz en la línea de cese de las hostilidades.
El segundo elemento es menos relevante, pero ha dado un argumento de peso a Harris y a su partido, el Fine Gael, de centroderecha, a la hora de promover la reforma: el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas está paralizado. Desde que el 10 de abril de 2014 aprobó la Misión de Paz en la República Centroafricana, que todavía sigue activa, no ha acordado ninguna otra. Con un Consejo de Seguridad cuyos miembros con derecho de veto -EEUU, China, Gran Bretaña, Francia, y Rusia- están cada día más divididos, pretender la aprobación de la ONU para mandar soldados a ningún sitio es perder el tiempo.
Eso, a su vez, ha generado situaciones un tanto embarazosas para Dublín, en especial durante la retirada estadounidense de Kabul en la que Irlanda apenas pudo enviar los 12 soldados de rigor para ayudar a la caótica evacuación de los occidentales y afganos que huían del terror extremista talibán.
Con la reforma, el Gobierno irlandés todavía necesitará el voto a favor del Dái Éireann. Pero esos es poco relevante. Irlanda tiene un sistema parlamentario, con lo que la el Ejecutivo tiene que tener el apoyo del Legislativo para constituirse y gobernar.