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Alemania

Olaf Scholz: un canciller débil que ya tiene a su partido en modo 'Sálvese quien pueda'

El todavía líder del SPD alemán se negó a dar un paso atrás convencido de que podía repetir la hazaña electoral de 2021; las encuestas, de momento, le desmienten

Olaf Scholz durante un mitin de la campaña electoral el pasado sábado en Leipzig.
Olaf Scholz durante un mitin de la campaña electoral el pasado sábado en Leipzig.HANNIBAL HANSCHKEEfe
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El presidente Pedro Sánchez se convertirá el próximo día 23 de febrero en la gran esperanza blanca de la enmudecida socialdemocracia europea. Solo un milagro podría hacer que Olaf Scholz permanezca al frente de la primera economía europea y, salvo el propio canciller, nadie, ni siquiera en el Partido Socialdemócrata (SPD) lo espera. La rosa roja que Scholz empuñaba se ha marchitado en tres años y siete meses de coalición con los liberales del FDP y los Verdes, una alineación de la que nadie ha salido ileso.

De cara a la galería, los ánimos siguen en alto, pero en el SPD ya empieza a pensar en el día después de las urnas, en las consecuencias de la debacle histórica que se avecina para el partido más antiguo de Alemania. Los primeros signos de desintegración ya son visibles, dice un experimentado estratega del SPD: "El sistema de Scholz se está desintegrando". "El partido se tambalea y Olaf se queda solo. Hay abandonos".

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Para empezar, el canciller se quedará sin la mano que ha medido su cuna, una clave más del "Sálvese quien pueda" que se susurra en la Casa de Willy Brandt. El ministro de la Cancillería ha decidido emanciparse. Wolfgang Schmidt concurrirá por vez primera a unas elecciones en su tierra, en Hamburgo. No tiene intención de hacer carrera en las estructuras del partido, pero quiere el mandato. Demasiado tiempo en política para dedicarse a otra cosa si Scholz, como indican las encuestas, le deja sin trabajo.

Scholz y Schmidt se conocieron a principios de los 90 en las Juventudes Socialistas de Hamburgo y llevan trabajando desde 2020. Schmidt fue jefe de la oficina de Scholz durante su etapa como secretario general, su jefe de Gabinete cuando fue ministro de Trabajo, secretario de Estado en el Ministerio de Finanzas cuando Scholz ocupó este puesto en el último Gobierno de Angela Merkel y, desde 2012, su ministro de la Cancillería. Además de coordinar los servicios secretos, Schmidt organizaba el trabajo del tripartido. El ascenso de Scholz no habría sido posible sin Schmidt y viceversa. Se complementan. Cuando Scholz se ponía serio, y es casi siempre, Schmidt hacía una broma. Cuando Scholz ya no tenía ganas de responder a las acusaciones sobre transacciones cum-ex, Schmidt se lanzaba incansablemente a un discurso de defensa. Cuando por fin la coalición llegó a un acuerdo, Schmidt tuiteó una foto del amanecer desde su despacho. Ninguna fiesta dura tanto como para que Schmidt no llegue hasta el final. La política es agotadora, pero también puede ser divertida: ese es el planteamiento de Schmidt, puede que aprendido en el tiempo que paso como estudiante en el País Vasco.

El camino en solitario y ahora a la luz que emprenderá Schmidt será una anécdota en el terremoto que se prevé en el SPD si Scholz, como aventuran desde hace meses y de forma continua las encuestas, es derrotado. Habrá un debate interno y nuevos desempleados. Los barones, con las agrupaciones regionales y locales, pedirán explicaciones y responsabilidades a quienes no impidieron la candidatura de Scholz.

Este debate será muy peligroso para los dos copresidentes, Lars Klingbeil y Saskiia Esken. Fuentes consultadas por EL MUNDO en el SPD esperan que Esken dimita inmediatamente después de las elecciones o en los meses siguientes. Ya se rumorea un nombre para su sucesión; Anke Rehlinger, la popular ministra presidenta del Sarre.

Klingbeil intentará seguir. Tiene 46 años y grandes ambiciones. Asumir el grupo parlamentario o entrar a formar parte de un gobierno de gran coalición con los democristianos de la CDU-CSU de Friedrich Merz están en su agenda. A diferencia de Esken, Klingbeil tiene un perfil moderado , es pragmático y conciliador, esencial en un gobierno de coalición.

En el aquí y el ahora, si fuera por amplios sectores de la dirección del SPD, la recta final de la campaña electoral no la disputaría Scholz, sino el ministro de Defensa, Boris Pistorius, el político más popular de Alemania. La elección de Scholz se acordó antes de que el SPD pudiera debatirlo en congreso y tras la negativa de éste a abandonar. Medios locales informaron citando fuentes "muy consistentes" de que tras la ruptura de la coalición en noviembre del pasado año, Klingbeil se reunió en dos ocasiones con el canciller para sugerirle que tuviera en cuenta las preocupaciones del partido. Scholz se negó. Estaba convencido de que podría repetir la hazaña de 2021. Los sondeos daban el SPD en noviembre el 16%. Scholz era, junto a la líder de Alternativa para Alemania (AfD), Alice Weidel, el político peor valorado.

"Olaf no quería marcharse voluntariamente" y "nadie saca de juego a un jefe de Gobierno" son los argumentos de la cúpula del SPD ante una elección que ya entonces se consideró fallida. El hecho de que Pistorius se dejara querer y alimentara con su silencio los rumores de una posible candidatura debilitaron aún más al canciller. Pero al final, tuvo que hacerlo. En una entrevista con el Tagesspiegel la semana pasada, Pistorius negó haber sido presionado por la dirección del SPD para que no interfiriera en la voluntad de Scholz: "No, mi posición siempre ha sido: tenemos un canciller muy bueno que nos está conduciendo con seguridad a través de una fase de múltiples crisis, como no habíamos experimentado en las últimas décadas", dijo: "No se saca a un jefe de Gobierno del partido sólo porque el viento sople un poco más fuerte y los índices de las encuestas no sean tan buenos en este momento".

La lealtad al canciller tiene un precio y en estas elecciones será alto, aunque algunos de sus primeros espadas, como Pistorius, Klingbeil o el actual jefe del grupo parlamentario, Rolf Mützenich, asuman algún ministerio en una posible gran coalición con la CDU. A poco más de una semana, el SPD se sitúa entre el 15% y el 16%. En las elecciones de 2021 alcanzó el 25,7%. Basándose en los datos de las encuestas actuales, el SPD bajará en el Bundestag de 207 a 123 escaños. De confirmarse en la noche del 23 estas proyecciones, Scholz obtendrá para a socialdemocracia alemana el peor resultado de su larga historia. El peor resultado del SPD en unas elecciones federales hasta la fecha lo obtuvo el candidato a canciller del SPD y ex presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz en 2017 con un 20,5%.