Las elecciones europeas llegan once meses después del 23-J en las que el PP ganó con 137 escaños y más de 8 millones de votos. Los populares, que buscaban dar una segunda vuelta en el 9-J, han consolidado su liderazgo después de imponerse nuevamente como la fuerza más votada con 22 eurodiputados, nueve más que hace cinco años. Los comicios al Parlamento Europeo tienden a anticipar el resultado de las elecciones generales en España, así ha ocurrido desde las primeras en las que votamos en 1987: el partido que sale vencedor en las primeras tiende a repetirse en las segundas. Por lo que, si se hace una traslación de los resultados de estas europeas a unas nacionales, el Congreso de los Diputados quedaría de la siguiente manera: PP con 152 diputados, PSOE (131), VOX (22), Junts (12), ERC (8), EH Bildu (7), Se Acabó La Fiesta (5), Sumar (4), PNV (4), Podemos (2), BNG (2) y Coalición Canaria (1).
Los de Feijóo arrasarían con 152 escaños, 15 más que los que tiene actualmente, y el mejor resultado que obtendría un partido nacional desde las generales de 2011 en las que los populares se impusieron con 186 asientos. Ganarían en 44 de las 52 provincias, todas menos las cuatro de Cataluña, en las que serían los socialistas y Junts las fuerzas más votadas; en Vizcaya y Guipúzcoa, donde ganaría PSOE y EH Bildu, respectivamente; y en Canarias, que se teñiría de rojo. Además, la suma de la derecha integrada por PP y Vox rozaría la mayoría absoluta al quedarse únicamente a dos diputados de los 176 que establece la ley. Le bastaría con sumar el diputado de Coalición Canaria y una abstención de Alvise.
El partido de Santiago Abascal sería tercera fuerza con 22 escaños, aunque perdería once con respecto al resultado de los comicios de 2023 en los que consiguió 33.
Las elecciones al Parlamento Europeo tienen una peculiaridad y es que se rigen por un sistema de circunscripción única, es decir, los electores votan a las mismas listas, independientemente de la ciudad o región en la que voten, mientras que en el resto de citas electorales se reparten los escaños entre las 52 provincias y en función de su población. De esta manera al aplicar este principio de proporcionalidad territorial, el PSOE se convertiría en segunda fuerza con 131 escaños, una mejoría que se traduciría en diez más que los que obtuvo en las últimas generales (121), pese a perder un 1,5% de votos. Pero la fragmentación a izquierda y derecha le favorece en el reparto. Sin embargo, a pesar de ese buen registro, Pedro Sánchez estaría lejos de gobernar, ni siquiera sumando el apoyo de Junts, su socio, que conseguiría hasta 12 asientos en el Congreso, casi el doble de los que tiene en la actualidad (8). Tampoco con las otras formaciones que integran la izquierda sería suficiente: el partido que lidera Yolanda Díaz perdería 27 escaños y sólo entraría en el Parlamento con 4, producto en parte de su división con Podemos, que en este caso obtendría representación gracias a los dos diputados que sacaría en Madrid y Barcerlona. Es decir, el socio de coalición pasaría de 31 diputados a un máximo de 6 con la división actual.
La gran sorpresa de estas europeas ha sido la irrupción de Se Acabó la Fiesta en el tablero político, partido con el que el activista de ultraderecha Alvise Pérez entraría con cinco diputados: dos en Madrid, uno en Málaga, uno en Sevilla y otro en Valencia.