- Tendencias Desfile de Versace primavera-verano 2025 o las claves del nuevo sexy: alegría, libertad y hasta un bolso-perfume
- Semana de la Moda de Milán Versace, en clave luminosa y retro
- Moda Las 'tops' de ayer toman la pasarela de hoy
"Antes eras de la realeza por nacimiento. Ahora, lo que hagas podrá convertirte en rey", decía Gianni Versace en la cumbre de su éxito, cuando vestía a celebridades que reinaban en su ámbito, como Madonna, Prince o Elton John. Y razones no le faltaban para conquistar el Olimpo de la moda. Antes de convertirse en leyenda, Gianni Versace fue modisto—uno de los más influyentes de los años 90—y, a golpe de instinto y tijera, dejó su impronta para siempre. "Me encontraréis trabajando", afirmó antes de ser asesinado en 1997, en una de sus citas más memorables. Desde entonces, su nombre dejó de ser solo historia para convertirse en mito.
Su legado sigue vivo y, por primera vez en España, queda al descubierto en una retrospectiva impulsada por Fundación Unicaja, tan exuberante como su obra que refleja su personalidad poliédrica. Gianni Versace Retrospective, que se inaugura hoy en el Centro Cultural Fundación Unicaja de Málaga y podrá visitarse hasta el 30 de junio, propone un viaje por su vida, su imaginario y su universo creativo, estrechamente ligado a la cultura pop de finales del siglo XX. Todo su esplendor—dejando a un lado las sombras- se plasma en más de 500 piezas originales: un centenar de looks icónicos 100% Versace, accesorios, fotografías, tejidos, bocetos, prototipos y estampados que trazan la evolución de un genio irrepetible y su impacto en la moda.
Un espejo de su tiempo
Las distintas salas del antiguo Palacio Episcopal recorren la trayectoria vital del visionario creador a través de nueve grandes secciones que revelan sus fuentes de inspiración y sus viajes. Desde su infancia en Reggio de Calabria, donde empezó a coquetear con la costura a pesar de estudiar arquitectura, hasta sus estancias en Milán, Nueva York y Miami Beach, cada etapa se traduce en piezas que narran su evolución creativa, culminando en la colección otoño-invierno 1997-1998.
Como la propia industria, Gianni Versace supo captar los cambios de su época y reflejarlos en sus diseños sin perder su esencia. "Fue un reflejo de su tiempo", afirma el comisario Karl Von der Ahé, quien, junto con Saskia Lubnow, ha dedicado ocho años a estudiar en profundidad la obra del modisto italiano para sacarla ahora a la luz. Pero Versace no solo interpretó tendencias, también las desafió, desdibujó sus límites y convirtió la moda en un terreno de juego para su creatividad. "Era más ecléctico que excéntrico, porque abarcó una estética muy amplia sin perder su sello personal", matiza Lubnow.
Desde sus inicios experimentales en 1976, cuando fundó la marca en Milán, hasta su revisión del punk, su vínculo con el pop art de Andy Warhol—de quien tomó el concepto de repetición— y Jim Dine, o su exuberancia barroca—su faceta más icónica—, Versace exploró múltiples corrientes, incluso opuestas entre sí. A finales de los 90, se aventuró en el grunge y el minimalismo, una etapa menos conocida de su trayectoria. Su capacidad para reinterpretar, evolucionar y transformar cada corriente estética o movimiento underground queda patente en los 120 looks expuestos en la retrospectiva. Piezas nacidas del imaginario de un "camaleón" con una creatividad sin límites, un genio que supo conectar todos estos universos en una misma historia.
¿Qué rumbo habría tomado su creatividad en la actualidad, en una era donde la moda es un continuo revival de estilos y corrientes? "Es difícil prever qué habría hecho Gianni Versace con su firma, pero seguramente habría mantenido su misma visión", reflexiona Saskia Lubnow, sin cuestionar la evolución de la marca, hoy en manos de su hermana Donatella Versace.
Arte, color y cultura pop
Si algo deja patente esta retrospectiva es que, a partir de los años 80, Gianni Versace consolidó una identidad inconfundible. Influenciado por múltiples disciplinas artísticas—desde la pintura y la arquitectura hasta la música y la cultura pop—, transformó sus pasiones en moda, incorporando símbolos, estéticas revolucionarias y una visión vibrante del color.
Su universo creativo es un mosaico de referencias: bebe del cubismo, el Art Déco y la experimentación con materiales, sin perder de vista ciertos guiños a España, presentes tanto en sus diseños en su etapa en Italia como en el interiorismo de su icónica mansión en Miami Beach. También reflejan su profunda admiración por Pablo Picasso, "a quien conoció de joven y de quien más tarde presumía de tener una colección de 27 cuadros", señala Von der Ahé.
Entre la Grecia clásica y la estética barroca
A pesar de su enorme capacidad de absorción—"era como una esponja", bromea el comisario de la exposición—, Versace nunca dejó de lado sus raíces en el sur de Italia. Creció rodeado de vestigios de la cultura griega y romana, una influencia que trasladó a sus diseños con maestría. "Vengo de una tierra con una rica historia, de Magna Grecia, llena de vitalidad", recordaba el propio Gianni Versace.
De ahí nacen algunos de sus emblemas más icónicos: la Medusa como logotipo, la cenefa griega y el tejido metalizado Oroton, símbolos de poder y magnetismo que han trascendido generaciones. También su legendario estampado Barocco en negro y dorado con elementos ornamentales, que sigue tan vigente como el primer día. "Es el emblema definitivo del universo Versace", asegura la comisaria Saskia Lubnow. Presentado por primera vez en 1991, mantiene intacto su magnetismo y conecta con nuevas tribus urbanas. "¿Sabías que es uno de los diseños más falsificados de la historia de la moda?", añade Lubnow a modo anecdótico.
Versace no dejó disciplina artística sin explorar. La muestra también desvela su faceta menos conocida: "Editó numerosos libros y fue diseñador de vestuario para teatro y cine", apunta la comisaria.
Supermodelos y amazonas: las mujeres empoderadas de Versace
Uno de los grandes focos de la retrospectiva es la visión de Versace sobre la mujer, no solo como objeto de deseo, sino como un sujeto poderoso. "La moda necesita mujeres increíbles, vivas y estimulantes", reza una de sus citas más célebres, presente en la muestra.
Versace marcó un antes y un después en la industria con su desfile del 7 de marzo de 1991 en Milán. En apenas 47 minutos y 109 looks, convirtió la pasarela en un espectáculo inolvidable, reuniendo a Naomi Campbell, Linda Evangelista, Christy Turlington y Cindy Crawford. Aquel momento supuso el nacimiento de las supermodelos tal como las conocemos: volvían a desfilar juntas tras su icónica portada de British Vogue en enero de 1990 y el videoclip Freedom de George Michael. Con él, Versace consolidó la moda como una herramienta de imagen y promoción de marca. Sus musas encarnaban el ideal femenino de la firma y representaban un estilo de vida aspiracional. Sin saberlo, fueron las primeras influencers.
Pero Versace no solo ensalzó la belleza, también desafió los códigos establecidos. En los años 90, desató polémica con una colección inspirada en el bondage, cargada de erotismo y considerada transgresora en su época. "Jugó con los límites para atraer la atención, pero siempre mostró a sus modelos como guerreras orgullosas, mujeres fuertes y empoderadas, nunca como objetos", matiza Karl Von der Ahé. Sus amazonas vestían cuero negro con detalles dorados, arneses, hebillas, cinturones y tachuelas. Lo que en otro contexto habría sido fetiche, Versace lo transformó en una declaración de empoderamiento femenino.
Más allá de la pasarela, el diseñador estuvo rodeado de grandes mujeres. "Las amaba profundamente, especialmente a las de su familia", detalla Saskia Lubnow. Iconos de los 90 como Madonna, Kate Moss y Lady Di fueron su inspiración, y su legado sigue vivo en las colecciones actuales. Incluso el mítico vestido con imperdibles que Elizabeth Hurley lució junto a Hugh Grant en la promoción de ‘Cuatro bodas y un funeral’ tiene su propio espacio en la muestra.
Un canto a la vida
Los "secretos" están repartidos a lo largo de Gianni Versace Retrospective y atestiguan la intensidad con la que vivió el diseñador. "Si tengo que morir, puedo agradecer a Dios por haber vivido cuarenta y nueve años fantásticos. No tengo ningún remordimiento. Siempre he hecho lo que he querido. ¿Qué más se puede pedir?", dijo en su momento. Su final fue trágico, pero en esta exposición no hay rastro del morbo que lo rodeó. Si algo busca esta muestra, es mantener vivo su extraordinario legado.