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Bordea gran parte del conflictivo pero hermoso Congo. Es vecino de Zimbabue, Angola y Mozambique, de la árida Namibia, del sonriente Malawi y de la siempre hospitalaria Tanzania. Zambia es un país amable y seguro que tiene todo lo que el viajero espera encontrar en África. Parques naturales con espectacular vegetación. Fauna salvaje. Tradición. El río Zambeze, el lago Kariba y las cataratas Victoria.
El país está inmerso en sus planes de desarrollo económico y potenciar el turismo es una de sus máximas. Aunque Lusaka será el puerto de entrada, la capital no merece la pena teniendo tantas cosas interesantes para conocer. El único punto de interés es un proyecto de conservación de elefantes huérfanos que puede visitarse en una mañana. Es preferible realizar los traslados con vuelos internos para aprovechar al máximo la estancia, aunque siempre habrá que regresar a la capital.
Humo que ruge
Cuando David Livingstone se convirtió en el primer hombre blanco en llegar a las cataratas no imaginó que el lugar donde acampó con su séquito sería renombrado en su honor. Los locales las conocían como Mosi-oa-Tunya (Humo que ruge). Pero Livingstone, en un alarde de anexionar todas las maravillas naturales africanas a la corona de la reina de Inglaterra, las bautizó como cataratas Victoria. Desde entonces, Zambia y Zimbabue reciben cada año a más de dos millones de turistas para admirar su belleza.
A la hora de alojarse, Livingstone ciudad tiene menos encanto que Victoria Falls, su hermana zimbabuense. Por eso la mayor parte de los lodges se encuentra alejado de las cataratas y próximos al río Zambeze, donde la vista es mucho más espectacular. Las cataratas se pueden conocer por ambos lados en un día y dedicar otro día a alguna actividad en el río o a algún deporte de acción.
Los más intrépidos optan por bañarse en la Devil's Pool, una piscina natural en lo alto de las cataratas que se encuentra en el lado zambiano y donde únicamente se puede acudir entre agosto y enero cuando baja el caudal. Sobrevolar en helicóptero las cataratas para conseguir una espectacular imagen aérea es otro bello recuerdo. En cualquier caso, no se olviden de llevar un chubasquero que cubra todo el cuerpo si no quieren terminar su visita empapados.
A lo largo de la frontera entre Zambia y Zimbabue, el río Zambeze se transforma en el lago Kariba. Allí, durante un crucero en el ocaso será posible encontrar cocodrilos e hipopótamos además de diversas especies de aves. Los amantes de la pesca o el kayak tendrán oportunidad de relajarse en sus aguas y de visitar algunos poblados locales. Desde aquí se podrá visitar el Parque Nacional Lower Zambezi donde se podrán hacer safaris en canoa y contemplar a los elefantes bebiendo agua.
Safari al atardecer

El viaje perfecto en Zambia incluye la visita a al menos uno de sus dos parques nacionales más importantes, South Luangwa y Kafue. Si tiene que elegir, nuestra recomendación es optar por el primero. El chófer del lodge -en nuestro caso el guía con quien luego recorrimos el parque, Mike- les recogerá en el aeropuerto para llevarles hasta su alojamiento por una carretera que exhibe una África en estado puro: una inmensidad de palmeras con bananos y árboles de mango a ambos lados de la carretera, cabras que cruzan de un lado a otro mientras los niños saludan y las mujeres portean objetos sobre sus cabezas.
Kafunda Safari Lodge se integra en uno de los rincones más especiales de la zona, con una panorámica que es un safari en sí mismo, avistándose ciervos y aves durante el día que dan paso a hipopótamos y leones por la noche. El safari es una religión en todos los lodges, con dos game drives (rutas guiadas en 4x4) por jornada, uno al amanecer y otro al atardecer. Tanto en South Luangwa como en Kafue es posible avistar cuatro de los big five: elefantes, leones, leopardos y búfalos, estos últimos más fácilmente que en otros parques. «Los rinocerontes desaparecieron de esta zona hace tiempo», lamenta Mike.
El segundo game drive, al atardecer, es un espectáculo de colores y una experiencia que hay que vivir al menos una vez en la vida. Mientras el sol se pone en el horizonte, el ranger y su ayudante aprovechan para preparar las bebidas y aperitivos con los que despedir las últimas gotas de luz. Es entonces cuando Mike afina los sentidos y su ayudante ilumina el camino con un foco. «Por la noche a los felinos se les abre el apetito, con lo que es el mejor momento para verlos en plena caza».
En el camino de regreso al aeropuerto de Mfuwe es imprescindible visitar el taller textil de mujeres, donde venden preciosos manteles, telas, cubrecojines y ropa con motivos tribales decoradas a mano con vibrantes colores. Aunque siempre quedará algo por ver en Zambia, lo que justifica un motivo para regresar.
GUÍA PRÁCTICA
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