- Dani Fernández "La gente veía mi éxito pero mi vida era una catástrofe"
- Pablo Chiapella "No se me han caído los anillos. Me he vestido de romano, he sido gigoló... No tenía un duro"
- Es ya un rostro reconocido de Mediaset, pero Google me chiva que sus inicios fueron en la Cope.
- Sí, empecé en la Cope San Sebastián en una de esas primeras prácticas que casi tienes que pagar porque te las den. Creo recordar que fue como mes y medio o dos meses y después pasé por Onda Cero, también cuando estudiaba la Universidad de Navarra. De ahí directamente fui a la cadena Ser, que es donde he desempeñado prácticamente la mitad de mi vida, 23 años que se dice pronto.
- ¿Recuerda su primer día de prácticas?
- Sí, sí, me acuerdo. Además tengo una historia muy bonita. Me tocó cubrir unas fiestas de Rentería y cuando lanzaron el cohete de las fiestas lo retransmití, pero ya había sonado. Como que me quedé un poco retardada, pero hice la retransmisión como si sonase. La verdad es que fue divertido y lo comentamos en casa porque me apuré un poquito.
- ¿Qué le llevó a querer hacer periodismo?
- Siempre me ha gustado. Recuerdo que mi padre estaba cabreadísimo porque yo sacaba muy buenas notas, era muy empollona, y creo que pensó que estaba llamada a mayores. Le pareció que era poca cosa para mí y no le hizo mucha gracia cuando le dije que quería ser periodista. Pero desde pequeña hacía entrevistas, grababa a la gente, hablaba mucho por teléfono... Siempre lo tuve claro.
- ¿Echa de menos su época como corresponsal de guerra?
- Sí, se echa de menos. Yo he estado en tres conflictos bélicos: en Afganistán, en la guerra de Irak, y en la segunda Guerra del Golfo. También en la Operación Plomo, en Gaza, en el año 2009. Pero eso creo que tiene su momento porque no tienes los mismos reflejos ni las mismas responsabilidades en casa. Lo vives de otra forma y creo que ese momento se ha pasado, pero la adrenalina que te daba poder estar allí no te la da otro tipo de situaciones. Aunque estoy muy bien donde estoy.
- ¿Se ha pasado su momento?
- Creo que un periodista tiene que estar en todas las situaciones, pero así como recuerdo que antes entraba a los despachos, lo pedía, y lo rogaba, ahora pienso que estoy muy bien donde estoy. No quiere decir que si mañana surge algo no me encantase ir y, además, creo que lo haría bien.
- ¿Tomó la decisión de no ir a más guerras o le obligaron a tomarla?
- Bueno, económicamente cada vez es más complicado salir para un periodista. Creo que eso influyó mucho a la hora de no hacerlo tanto. También la tele hizo que dejase de viajar, porque enseguida empecé a colaborar y a hacer sustituciones y eso provocaba que yo quisiese estar los veranos en Madrid. Pero bueno, después de esos conflictos bélicos estuve en muchos sitios. Me hice las primaveras árabes. estuve en Fukushima, en Venezuela... He viajado mucho porque me encanta ser reportera para salir y contar lo que sucede.
- ¡Qué cambio pasar de la calle al plató!
- Pero prepararse una buena entrevista da mucho morbo también. Supone mucha dedicación y mucha adrenalina. Me gusta mucho lo que estoy haciendo ahora. Además, siempre salimos. Hemos estado en la dana, por ejemplo. Lo que intentamos con 'La mirada crítica' es trasladar el formato radio a la tele. Es una cosa más magazineada y condensada que un formato normal y hay cabida para muchas voces de expertos.
- ¿El retorno de Ana Rosa a las mañanas es una losa o una bendición? Se le han ido colaboradores y se le ha reducido el tiempo de programa.
- Creo que es una oportunidad para poder arrancar más décimas desde primera hora de la mañana. Creo que por ahí ha ido el movimiento. Dejar la mañana fuerte para que quien lo coja a las cuatro de la tarde tenga ya una audiencia buena. Y en eso estamos. De hecho, de 8 a 9 hemos levantado un poco la audiencia, como un punto y medio; Ana ha levantado otros dos puntos: y Joaquín creo que otro punto más. Somos un trío de ases bueno. Así que una losa, no. Yo me lo tomo como un reto. Creo que ha sido un cambio bueno y creo que Ana está mejor por las mañanas que por las tardes. Y lo hizo bien, pero la tarde es complicada porque es un público distinto y al que les gustas o no les gustas. No hay tanto zapping.
"La vuelta de Ana Rosa a las mañanas no es una losa, yo me lo tomo como un reto"
- Volviendo a Google, una de las búsquedas que más se repite es: "Ana Terradillos ideología". Ha estado un montón de años en la Ser y ahora le llaman "facha".
- Es fabuloso cuando, como periodista, te dan de un lado y de otro. Es la señal de que lo estás haciendo bien. A mí me ha crucificado la extrema izquierda por ser de derechas y la extrema derecha por ser de izquierdas. Eso es que no gustas ni a unos ni a otros. Mi aita siempre me dice que sus amigos no saben a quién voto ni por dónde voy y me hacen mucha gracia. Intento ser muy objetiva a la hora de tratar las informaciones y hay cosas que por sentido común, que creo que tengo mucho, te pronuncias. Pero trato de ser bastante parca a la hora de compartir mis ideales, que por supuesto que los tengo. Lo que se trata es de manejar bien la información para poder repartir a unos y otros y que sean ellos los que se mojen y se pronuncien. Tenemos los colaboradores más variopintos y plurales de toda la parrilla.
- Hay mucha carrera periodística conseguida a base de defender ideales o cierta línea editorial. ¿No le ha tentado?
- Yo en la Ser llevaba un negociado muy complicado, que era Interior, donde más allá de todos estos viajes de los que hemos hablado llevaba todo el terrorismo de ETA. Ahí remábamos todos en la misma dirección. Todos estábamos en el mismo barco. No había ningún mensaje ni ni nadie que te forzase a tirar más por uno. Eso han sido 23 años de mi vida, con lo cual no he necesitado polarizarme ni he tenido la necesidad porque concibo el periodismo de otra forma. De un modo mucho más aséptico. Además creo que es la única forma que tienes de trasladar a la gente lo que estás viendo. Pero yo creo que estamos en un momento muy polarizado y que la gente no es que necesite defender una opción, sino que realmente creen que defendiendo esa opción se arreglaría el mundo o sería más bonito. La gente se lo cree.
- ¿Y a nivel internacional? ¿Estamos en el momento más complicado?
- Sí. A mí me da mucho miedo Trump. Yo no pensaba que se iba a atrever a tanto porque él estuvo una legislatura y era muy miedoso, como buen empresario. Ahora veo que no tiene ningún tipo de pudor a la hora de instalar un vaivén en Wall Street y eso me da mucho miedo. Lo vemos con los aranceles. No es que castigue a un país u otro, es que castiga a las compañías de esos países. Veo que no tiene miedo y le veo con ganas de revancha. La combinación es atómica. Y luego está su influencia en Gaza, en Ucrania... Este señor es un businessman que nos ha movido todas las fronteras y lo ha hecho sin guerras, sin soldados, desde un despacho, y sin importarle nada. Creo que no hay que tener miedo sino respeto. Y este señor me da mucho respeto.
- ¿Es consciente de la influencia política y social que tiene estando al frente de un programa de televisión?
- Sí. Y me lo tomo sabiendo que la gente, en el mejor sentido, se cree todo lo que dice la tele. Eso da mucha responsabilidad. El hecho de hacer un juicio de valor me presupone mucha responsabilidad porque siempre hay alguien a quien has podido convencer previamente y ahora te va a seguir. Para mí un micrófono y una cámara son sagrados. Hay que tener mucho respeto por lo que dices y con lo que haces. Eso lo llevo a rajatabla. Podré cometes errores pero creo que cada vez que digo algo apelo mucho a la responsabilidad y al sentido común.
- ¿Es duro ser una mujer y mantenerse en la televisión a partir de cierta edad? ¿Siente presión sobre su imagen?
- Yo creo que suma puntos ahora mismo. Quizás antes sí, pero ahora no. Hay personas más mayores que yo que siguen ahí como Ana Rosa Quintana o una chica que me encanta, que es Marta Reyero. Es guapísima, bellísima, y lo hace muy bien. Creo que es un plus. En la televisión italiana, americana o británica hay muchas presentadoras mucho mayores que yo. Dependerá del caso personal de cada uno, pero creo que a mí me ha sumado. Me suma el bagaje, la experiencia y, además, llegada a una edad me encuentro en el mejor momento de mi vida. Lo digo con categoría porque es verdad. Creo que estoy en un momento físico, mental y personal muy bonito y eso te lo da la experiencia. Tienes una serenidad y un aplomo que hace diez años no tenías. Yo, desde luego, no he tenido ningún problema con la edad.
- Dicen que los 50 son los nuevos 30.
- Pues ahí estoy yo. Me miro al espejo y me veo estupenda. No me veo con 50 años. Además, la cabeza la tienes mucho mejor amueblada que hace diez. Y luego desdramatizas todo, que esto es muy importante. Me quiero quedar aquí.
- Hay una cosa no tan buena cuando se da cuenta de que sus padres también se hacen mayores. ¿Cómo lleva eso?
- Es verdad. Te das cuenta de que quieres aprovechar lo máximo y compartir con ellos. Yo el día que se vayan lloraré y estaré triste, pero me quedaré con la sensación de haber disfrutado muchísimo de ellos. No creo que todo el mundo lo pueda decir. Con mi madre he viajado menos porque tiene problemas de huesos, pero a mi padre me lo he llevado a todos los lados. Ha estado en Gaza, casi en Afganistán... Mi padre tiene 80 y tantos años y me lo he llevado a Japón, a Tailandia... Nuestro destino favorito es Oriente Próximo y nuestro sitio favorito es Jerusalén. Es un viaje que hacemos una vez al año todos los años.
- ¿Lo siguen haciendo aunque la situación en la zona esté ahora más complicada?
- Sí. No es tan bonito porque no hay turistas, la gente está más nerviosa, y es una situación complicada. Pero en Jerusalén no pasa nada. Además Israel es uno de los países más vigilados.
"A mí me ha crucificado la extrema izquierda por ser de derechas y la extrema derecha por ser de izquierdas. Yo trato de ser parca al compartir mis ideales, pero por supuesto que los tengo"
- ¿Quién de los dos le ha inculcado al otro ese amor por Oriente Próximo?
- En su árbol genealógico aparece descendencia de sefardí y él por su trabajo conocía Oriente Próximo. Yo por mi trabajo también. Entonces hemos coincidido en el mismo destino. Él conoce mejor Israel y yo Cisjordania, pero los dos nos hemos encontrado en Jerusalén con la misma sensación: sabíamos movernos sin que nadie nos explicase cómo llegar a los sitios. No me ha pasado en ningún otro sitio.
- ¿La sensación de algo interno que le conecta con el lugar?
- Por ahí hemos pasado todas las civilizaciones. ¿Quién no me dice que yo estuve ahí en otro momento?
- ¿Es muy espiritual?
- Sí, soy muy espiritual. Además en todos los sentidos, tanto de corazón como de aurea como de tierra. Me gusta mucho pisar roca o tocar tierra porque creo que en algún momento he tocado esa tierra.
- Es una apasionada del arte.
- Sí, porque mi pareja es galerista de arte. Además en este caso sí que ha sido él quien me ha introducido en este mundo. Sorolla me encanta. Pero más allá, y hablando de arte contemporáneo, que es de lo que él sabe, me chifla la pintura realista. Tengo dos pintores favoritos: Miguel Macaya y Mario Pavez.
- ¿Cuál es su pieza de arte más preciada?
- Tengo un cuadro que me encanta, que me lo regaló mi pareja. He estado horas y horas mirándolo en diferentes momentos de mi vida y siempre me ha trasladado a situaciones y momentos diferentes. Es un cuadro de Mario Pavez. Prácticamente en su totalidad es rojo y aparece una casa muy humilde con una puerta marrón y un escalón. De esa puerta sale una chica con mucha prisa. Algo despistada, pero con mucha fuerza. Y en la mano sostiene un bolso. Es un cuadro que no voy a perder en mi vida.
UNA PREGUNTA IMPERTINENTE
P.- ¿Cuál es la pregunta más impertinente que le han hecho y qué respondió?
Nunca he sentido que me hayan hecho una pregunta impertinente. Quizás es por mi carácter aguerrido o porque me la hayan hecho con mucha educación, pero de verdad que no lo he sentido.