Una aspiradora tiene de media un ruido de 75 decibelios. Es ilegal. La ley señala que el límite permitido es de 55 decibelios en el Bernabéu y a partir de las 11 de la noche este Rubicón se reduce a 45. Los bien organizados vecinos de la zona han logrado la suspensión de los conciertos en el estadio del Real Madrid. Y han hecho añicos los planes del club de añadir millonarios ingresos a los partidos. Apuntan que, según sus mediciones, los conciertos alcanzan picos de 90 decibelios —y más— y que la autorización del recinto es sólo para eventos deportivos. ¿Saben cuánto tiene de media un partido de fútbol? 90 decibelios también. Un clásico llega a los 140 decibelios. Ni aspiradoras ni conciertos... ni fútbol cumplen la normativa.
LOS INDIGNADOS DEL BERNABÉU
«Sólo queremos que se cumpla la ley», afirma enérgico Enrique Martínez de Azagra, presidente de la Asociación Vecinal de Perjudicados por el Bernabéu. Su sola presencia impone. Es un hombre de 79 años y 190 centímetros de altura. «No vamos contra el fútbol, soy socio del Real Madrid, aunque ya no puedo ir por seguridad», recalca con tono pausado, con exquisita educación. La organización que dirige ha logrado bloquear judicialmente conciertos de los cantantes más populares del orbe. Todos con planes para ir al templo futbolístico de la Castellana.
Por ahora, imposible por resolución judicial. Los conciertos masivos e históricos de Rolling Stones, Bruce Springsteen, Taylor Swift... serían hoy una quimera. La mudanza se ha dirigido al Metropolitano, el gran beneficiado hasta ahora por lo sucedido en Chamartín. Pero esto no se detiene.
"El fútbol se ha degradado... es una guerra que vamos a emprender también"
—No sé si sois conscientes de que los vecinos del Metropolitano tampoco quieren los conciertos.
—Bueno, es una ola y te voy a dar más información. Están pidiéndonos apoyo en lo organizativo para ver cómo combaten si hay una ilegalidad.
Los vecinos de San Blas-Canillejas están aprendiendo de ellos. El ejemplo a seguir es sencillo: en los aledaños del Bernabéu han conseguido aunar a dos millares de asociados. Es decir, si cada uno aporta 10 euros mensuales, son unos 20.000 euros para su batalla judicial contra el Real Madrid.
Los pioneros fueron los que vivían en los aledaños del Palacio de los Deportes, hoy Movistar Arena. Bajo la batuta de Manuel Saucedo, CEO de Impulsa Eventos e Instalaciones, se ha convertido en uno de los cinco principales recintos musicales del mundo por actividad y entradas vendidas, con 240 eventos confirmados para 2025. La asociación vecinal Goya-Dalí solicitó incluso que sea declarada Zona de Protección Acústica Especial. No lo consiguieron. El Movistar Arena es uno de los recintos mejor insonorizados de España. Los residentes apuntan ahora al daño al entorno, a la proliferación de altercados post eventos. Es el mismo camino que seguirán los vecinos del Estadio Santiago Bernabéu.
¿El desplazamiento a recintos feriales? Tampoco parece ser una opción. «Ifema cancela todos los eventos al aire libre por las denuncias vecinales por el ruido y para ‘salvar’ la Fórmula 1», tituló este periódico el 2 de abril.
"DRÁSTICA DECISIÓN"
«La presión vecinal, como en el caso del estadio del Real Madrid, está detrás de esta drástica decisión de Ifema, que ha visto como en los últimos tiempos cada uno de sus conciertos al aire libre acarreaba una lista de quejas y denuncias por parte de los vecinos de la zona (Valdebebas, Piovera y Hortaleza), que aunque no están tan cerca como los del Bernabéu aseguran sufrir con el ruido de los conciertos». Un callejón sin salida. Nadie quiere dar su brazo a torcer.
Madrid puede pasar de ser la capital de los superconciertos a poder vivir un silencio ensordecedor. De las millones de entradas agotadas a líder en devoluciones. Sólo para los conciertos cancelados de Aitana, Dellafuente y Lola Índigo se preveían 280.000 asistentes. «Madrid, una de las ciudades europeas más de moda turísticamente hablando, corre peligro de perder el paso en la competencia con otras grandes capitales, más flexibles».
Un email solicita que los vecinos del Bernabéu busquen pruebas de lo que ocurre antes, durante y tras los partidos también
Los datos de quienes trabajan por recuperar los conciertos en el Bernabéu avalan esta laxitud. En Wembley se permiten 65 decibelios, 10 decibelios más que en Madrid. También es más flexible, al menos en 10 decibelios, el parisino Stade de France. En el estadio londinense del Tottenham, 75 decibelios si se producen hasta 15 conciertos al año, la aspiradora de nuevo. Lo mismo para el del Manchester City. En el Johan Cruyff Arena de Amsterdam, se aceptan ¡83 decibelios! Todos rodeados de viviendas. Todos símbolos de sus ciudades. En Madrid, las asociaciones de vecinos dan un no rotundo a la posibilidad de adecuar la normativa. Mejorando su insonorización el Bernabéu alcanzaría sin dificultad estos niveles, dicen.
No es una gresca solitaria ni aislada. Es cada vez más organizada. Una de las principales aglutinadoras de este movimiento ciudadano es la Federación de Asociaciones contra el Ruido, que aúna decenas de organizaciones por todo el país: de Galicia a Canarias, de Baleares a Extremadura. Conversamos también con Kiko Marcos, uno de sus portavoces.
—No pueden los conciertos ir ni a polígonos...
—En lo que respecta, por ejemplo, al Mad Cool, pues hombre, pensamos que tampoco se puede realizar en un recinto que está cerca del centro de Getafe. Y de hecho la Colonia Marconi tiene ya su plataforma y bueno, lo que es la zona norte de Getafe también están asociados con nosotros. Ahora, lo que pasa en Marconi es que está pegado al polígono industrial que también tiene unas normas. No se pueden sobrepasar unos niveles límite sólo por ser una zona industrial. Y cerca del polígono, ahí no puedes meter algo que no tenga nada que ver con industria. Esto no es una industria.
—Hay quien argumenta que es parte de la industria cultural. Y que vosotros estáis en contra de lo que es la esencia de una ciudad que tiene fútbol, conciertos...
—A ver, nosotros no estamos en contra de la esencia de Madrid, que no es precisamente el ruido. Esa no es la esencia de ningún país de ninguna ciudad. O sea, nosotros pensamos que el ruido no es cultura, el ruido es ruido...
—Estamos hablando de una cancelación masiva de eventos musicales. Se dan cuenta de lo que significa también.
—Lo que sí perseguimos es que se cumpla la legalidad, obviamente. Cambiemos de lugar. Lo que no se puede hacer, como por ejemplo en Ibiza, que es una ciudad patrimonio de la humanidad, es tener fiestas 24 horas. Ni tampoco en zonas como Cartagena o Murcia. O en Mérida, en el Teatro Romano, haciendo conciertos cuando ese lugar está preparado para eventos teatrales, no para eventos de ese tipo. Tampoco un estadio de fútbol, cuya finalidad lo dice la misma palabra, de fútbol. Entonces, otra cosa es que, por ejemplo, esté a 80 km del centro de Madrid, en pleno campo, no moleste a nadie y no vaya en contra de las leyes medioambientales. Así se toleraría.
¿Y EL PROPIO FÚTBOL?
Todos niegan ir contra el balompìé. Pero desde la Asociación Vecinal de Perjudicados por el Bernabéu ha salido en los últimos días un correo electrónico que muestra que sus objetivos sí van más allá de los conciertos. «Mientras siguen su curso los procesos judiciales en marcha en defensa de nuestros legítimos derechos y de un modelo de ciudad muy diferente al que nos quieren imponer desde el Ayuntamiento de Madrid, nos informan de que en la Asociación estamos trabajando en la conformación de posibles acciones legales, en relación con los siguientes tres graves problemas que se han venido produciendo reiteradamente con ocasión de la celebración de partidos de fútbol y otros eventos».
Enumeran: «1. Limitación de acceso de los vecinos a sus viviendas o garajes. 2. Vandalismo (destrucción de coches, bengalas, etc.). 3. Invasión de autobuses y terrazas en determinadas calles. Para poder hacer más fuerza, estamos recopilando pruebas, cuya aportación en el expediente es importante». Es decir, no sólo es el ruido, es lo que hay alrededor también. Eso explica Enrique Martínez de Azagra. «Lo que ocurre es que hay ya una degeneración total a raíz de la inauguración de la remodelación del Bernabéu».
No hay unanimidad entre los residentes. Hay quienes creen que es un exceso, un atentado a sus propios intereses
—¿Eso ocurre únicamente con los conciertos o con el fútbol también?
— Ahora el fútbol se ha degradado. Viene gente que no viene al campo, sino que viene a montar el follón en el entorno del campo y se organizan botellones con la disculpa del fútbol, pero que no son gente que va al estadio. Esta es otra guerra que vamos a emprender también. Una cosa es el fútbol, otra es el vandalismo.
—La puerta del ruido puede abrir otra a quien quiera ir contra el propio fútbol...
—Nosotros ciertamente no vamos contra el fútbol. Lo negamos. Pero el fútbol tampoco es compatible con una ciudad sin ley. El problema es cuando se ha convertido un estadio en un parque temático.
UNA OLA DE NIVEL NACIONAL
¿Hay algún límite? Por ejemplo, que las viviendas se construyeran después del estadio o circuito de carreras o lugar de espectáculos... Nos responde Yomara García Viera, presidenta de Juristas contra el Ruido y Portavoz de la Campaña Estatal contra el Ruido.
«De forma reiterada, la jurisprudencia civil considera que la preexistencia de la actividad productora de inmisiones [molestias causadas por el propietario de un inmueble vecino], es decir, la llamada "pre-ocupación", no es un hecho suficiente para obligar a quienes construyen sus viviendas cerca de una instalación industrial —previamente establecida— a soportar las eventuales inmisiones que ésta produzca». Sabe de lo que habla. Uno de sus juristas contra el ruido es quien ha conseguido el polémico precedente del Circuito del Jarama. Este histórico recinto donde incluso ha habido, en el pasado, carreras de Fórmula 1, corre el riesgo de perder su licencia definitivamente por orden judicial.
Inaugurado en 1967, alrededor del Jarama, se construyeron viviendas. De allí se pasaron a lujosas urbanizaciones, cuyos propietarios iniciales llegaron seducidos por el glamour de estar donde han competido pilotos como Graham Hill, Jackie Stewart, Emerson Fittipaldi, Niki Lauda, Alain Prost, Ángel Nieto, Carlos Sainz o el propio Fernando Alonso. Ahora algunos —incluso se habla de alguno nada más— de quienes compraron las casas alrededor pueden conseguir la cancelación de los eventos del circuito. Pero no hay una unanimidad monolítica entre los vecinos. Ni aquí, ni en el Bernabéu. Hay quienes creen también que es un exceso, un atentado a sus propios intereses. En el horizonte, la amenaza al circuito urbano de Madrid que desembarcará en el calendario de Fórmula 1 en 2026.
Otro de los caminos es la perdida de la capitalidad de los conciertos de Madrid para que retorne a Cataluña, con la aún sin fecha reapertura del estadio del Barcelona. O el Nuevo Mestalla. Que se preparen también. Hay ya un puente aéreo con el Bernabéu a decir de Martínez de Azagra. «Te voy a dar otra noticia, ¿sabes quiénes han venido, hemos estado con ellos y ya están organizados como otra asociación. Los vecinos del Camp Nou han estado aquí, nos han preguntado. Si se incumple la ley, lo que hay que hacer es esto. Claro que es una ola y está habiendo olas por toda España». Seguirán con su cruzada a pesar de quienes prefieran el ruido de un concierto al de una aspiradora.