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Sujétame el vermú

Revilla: de las anchoas a las injurias

Nadie aduló al rey Juan Carlos con tanto entusiasmo. Y tal vez ahí está el meollo del asunto

Miguel Ángel Revilla, secretario general del PRC y ex presidente de Cantabria, durante la rueda de prensa después de la querella de Juan Carlos I.
Miguel Ángel Revilla, secretario general del PRC y ex presidente de Cantabria, durante la rueda de prensa después de la querella de Juan Carlos I.ROMÁN G. AGUILERAEFE
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España se estremece. Al cataclismo arancelario de Trump se ha sumado el melodrama de Miguel Ángel Revilla. El rey Juan Carlos lo ha demandado por imputarle graves hechos delictivos y atentar contra su honor, y el expresidente cántabro ha salido escopetado a llorar por los platós.

Por el momento, la demanda solicita la celebración de un acto de conciliación que evite el litigio. Pero Revilla ha organizado un espectáculo de victimismo con luz y sonido. ¿Por qué a mí?, clama. «Una persona inmune y poderosa contra una persona corriente, un ciudadano de 82 años». Si la edad es un argumento, Juan Carlos tiene 87. Y el único inmune aquí es Revilla, que lleva cuatro décadas de diputado. No sé qué es más feo, que falte a la verdad o que use la enfermedad de su mujer para inspirar lástima.

Revilla ha llamado al emérito delincuente, evasor fiscal, fugado o ladrón como aderezo de entrevistas, tertulias (previo pago) y la promoción de sus libros. Y lo ha hecho sabiendo que ha pagado su deuda con Hacienda. Que hay quienes han dicho cosas peores del Rey, protesta. Sí, pero nadie lo aduló antes con tanto entusiasmo. Y tal vez ahí está el meollo del asunto. Revilla alardeaba de su cercanía con el monarca y organizaba excursiones en taxi para llevarle a Zarzuela viandas regionales. Y, cuando Juan Carlos cayó en horas bajas, cambió las anchoas por las injurias. Por indecorosa que fuera la conducta del Rey, hay algo deleznable en hacer leña del árbol caído después de haber estado arrimado a su sombra.

Nada extraño, por otra parte, en la trayectoria del político cántabro, encarnación del chaquetero español. Fue falangista y delegado del sindicato vertical (aunque se declara antifranquista); luego abrazó la monarquía y anidó, como buen populista, en el regionalismo, para poder jugar a izquierda y a derecha. Ahora afea a Pedro Sánchez que no se solidarice con él en este duro trance. Se ve que para la corrupción del sanchismo tiene otro rasero. José Luis Ábalos le parecía «un tipo honrado». Como el director de carreteras de su propio Gobierno, juzgado por un desvío millonario en obras públicas.

Puede que esta iniciativa de Juan Carlos sea un error. Aun así, es su derecho y en modo alguno afecta a la Casa Real, que con Felipe y Letizia navega a toda vela. Lo peor, si acaso, es que Revilla se nos ha vuelto a colar en el salón.