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Nada por escrito

El patetismo de Sánchez no es una excepción

La ola reaccionaria de la que habla tiene como primer culpable a la izquierda

Emmanuel Macron y Keir Starmer, la semana pasada.
Emmanuel Macron y Keir Starmer, la semana pasada.AFP
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Los problemas que tiene España no son diferentes. En lo patético tampoco hay excepcionalidad española. En Reino Unido, en EEUU, en Francia... la vivienda también es inaccesible. [Por no hablar de la crisis demográfica: ni los chinos quieren tener hijos, y en 2050 serán cientos de millones de pensionistas].

¿Por qué no hay más suelo edificable en nuestro país? Porque el lápiz del concejal saca más ahora con las licencias de parques solares que con las recalificaciones. Tiene razón el PP en que el problema se soluciona construyendo más, pero hay zonas tensionadas en las que falta suelo. Pues como en Madrid no recalifiquen el campo de golf de Puerta de Hierro...

Desafortunadamente, otro de los males que acucian al mundo -y no son exclusivos de España- es este desastre doctrinal en el que ha devenido la izquierda, que ya no mira por la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos más allá de la cosmética viral. En Reino Unido quieren gravar con impuestos de sucesión a las explotaciones agrícolas valoradas en más de un millón de libras. La hija de la princesa Ana tendrá que pagar, claro, pero, sobre todo, los miles de modestos propietarios agrícolas que se quedarán sin incentivos para sacar adelante sus granjas.

El Gobierno de Starmer ya ha respondido que el camino lógico es que la agricultura solo esté en manos de grandes corporaciones alimentarias, que sean más eficaces y productivas. (Ya se quejará el paleto de ciudad del vaciado de las provincias y de que los arándanos orgánicos no hayan sido cosechados por una Caperucita con cestita). Los agricultores ingleses de todos los signos se han movilizado, pero el Gobierno los desprecia. El sistema electoral británico garantiza que se mantendrán en el poder, y la derecha está dividida entre los conservadores y Reform, el partido de Farage, que puede enfrentarse a otra escisión auspiciada por Tommy Robinson, de la mano de Elon Musk. (Veremos si Kemi Badenoch consigue formar un frente amplio en estos años).

Las elecciones en Alemania preocupan mucho porque se espera que la AFD supere a los verdes, los liberales y el partido socialista. No es de extrañar: el error de Merkel al cerrar las nucleares, su entrega a Rusia, el encono ideológico y ñoño de no percatarse de que las emisiones cero matarían la industria automovilística. Lo extraño es que no se meriende también a la CDU.