MADRID
Tribuna

¿Los maratones, un riesgo? Se están subestimando, cualquiera se ve capacitado

La muerte del corredor de 35 años es una triste noticia que nos obliga a enfrentarnos con más cabeza y entrenamiento a los deportes de sacrificio

Sanitarios atienden a uno de los corredores afectados, el pasado domingo.
Sanitarios atienden a uno de los corredores afectados, el pasado domingo.E.M.
Actualizado

Termino la media maratón de Almería, aún con la euforia y el subidón de haber cumplido el objetivo, cuando recibo una llamada de mi hija Lucía. Vive y estudia en Madrid y había acompañado a una amiga en su primera media maratón.

«Papá -el tono de voz suena diferente a una llamada habitual- estoy viendo la carrera y un hombre acaba de desplomarse delante de mí... lo han reanimado y se lo han llevado en ambulancia; es un hombre joven, ¡qué miedo!». Lucía ha empezado a correr y su objetivo sería apuntarse a la media de Madrid del año que viene, pero se ha llevado un buen susto.

La triste noticia del fallecimiento del deportista de 35 años que sufrió un paro el pasado domingo corre como la pólvora por los chats de los grupos de atletismo popular. Las familias aprovechan y nos recriminan con el típico «te puede pasar a ti»... y pueden tener razón o no. Después de mis 26 maratones superados y decenas de medias que ni cuento, cosas como ésta dan que pensar.

Todos sabemos los beneficios del ejercicio, de correr en este caso. El trabajar la musculatura, el corazón y la mente mediante este ejercicio es innegable. El riesgo/beneficio como decimos los médicos, es muy favorable al beneficio. No soy yo el que descubra el correr como elemento saludable.

Sin embargo, y de un tiempo a esta parte, estamos subestimando las pruebas deportivas. Cualquiera se ve capacitado para hacer cualquier cosa sin la curva de aprendizaje que ello conlleva. Quizás la sociedad nos empuja a ello. Poder hacer de todo y quererlo ejecutar ya. ¡Ahora!

Lucía me dijo que muchos compañeros de clase, universitarios de 22 años sin experiencia previa en larga distancia, se habían apuntado a la Media Maratón de Madrid para «correr y echarse unas risas» y sólo se habían preparado durante un mes.

Correr es divertido, gratificante y adictivo. Incluso ahora hasta puede ser una forma de encontrar pareja con más probabilidades que saliendo un sábado por la noche.

El error radica en querer avanzar demasiado rápido, saltándose etapas, kms. y experiencias mucho menos intensas y exigentes que correr una media maratón como primera experiencia en el deporte de sacrificio. El cuerpo necesita tiempo para adaptarse a los cambios a los que le sometemos.

Si uno quiere echar unas risas, una carrera de cinco kilómetros o una de 10, ese entrenamiento de un mes es más que suficiente. La adrenalina es la misma y la sobrecarga física no es tan intensa, como tampoco lo es el estrés oxidativo que el organismo sufre. En ese entrenamiento previo y durante la carrera, uno aprende a conocerse, a saber respirar, a identificar las señales cuando las cosas van bien y cuando no. Y en caso de notar algo que nos haga pensar en una dolencia, ya sea muscular, articular o cardiológica, acudir al médico para ponerle remedio. También se aprende a parar si es necesario.

Si decidimos comernos un elefante entero como sería una media o un maratón, sin la preparación adecuada, tendremos un problema en potencia. Podemos incurrir en una temeridad sobre todo por algo que hacemos de forma voluntaria y por gusto. En cambio, si el elefante lo dividimos en hamburguesas y en cada entreno y carrera asequible vamos comiendo una y luego otra, al final habremos podido con él.

Lo importante de correr no debe ser el dorsal ni la medalla ni la foto en las redes. Es el camino que hemos recorrido entrenando, pero sobre todo, el camino de vuelta a casa, sano y salvo.

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Antonio Ríos es traumatólogo y fue médico del Almería. Ha corrido 26 maratones y el 28 de abril volverá a enfrentarse a los 42 kilómetros de Madrid.