MADRID
Turismo

La 'ecoazotea' energética que hace respirar al Teatro Real y aspira a ser un imán turístico con las mejores vistas de Madrid

La instalación fotovoltaica instalada impulsa el autoconsumo del edificio y minimizará emisiones, pero también puede ser otro reclamo para su visita

Los ministros Urtasun y Aagesen, junto a los responsables del teatro.
Los ministros Urtasun y Aagesen, junto a los responsables del teatro.EUROPA PRESS
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Hay quien camina con cierta precaución sobre la flamante cubierta de la que ahora presume el Teatro Real. Mucho más si, en mañanas tan desapacibles como la de ayer, la lluvia cala sin miramientos la tez oscura de sus 2.198 baldosas nuevas. Todas ellas bien agarraditas para hilvanar una instalación fotovoltaica que ocupa 1.500 metros cuadrados de la azotea del palacio. No hay problema en caminar sobre esas placas, que resisten al peso de los visitantes y, a pesar de lo que pudiera parecer, conservan la adherencia bajo la tormenta.

GRAN MADRID visitó ayer esa «cubierta solar transitable», que está llamada a convertirse en otro de los reclamos para uno de los edificios que trazan el skyline de ese Madrid de los Austrias. A la premiere acudieron la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, Sara Aagesen, así como el ministro de Cultura, Ernest Urtasun. Y excusaron su ausencia tanto el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, sumergido a la hora del acto en la Junta de Gobierno municipal, como el Ejecutivo regional de Isabel Díaz Ayuso, sentado en sus respectivos escaños de la Asamblea como es costumbre los jueves. Así que, el presidente del Teatro Real, Gregorio Marañón, y el director general, Ignacio García-Belenguer, ejercieron de maestros de ceremonia para con los dos alfiles del Gobierno.

Uno de los flancos de la azotea del Teatro Real.
Uno de los flancos de la azotea del Teatro Real.EUROPA PRESS

Uno de los agradecimientos durante la presentación fue, por cierto, hacia los bares del entorno, ya que para que los camiones pudieran adentrarse a su hora en las angostas calles que adornan el teatro, era imprescindible que las terrazas estuvieran cerradas. Porque para completar el gigantesco puzle de esta ecoinstalación ha sido necesario subir hasta la cubierta, a 30 metros de altura, unos 100.000 kilos de acero. Y todo para conformar esa considerable superficie con la que obtener energía para el autoconsumo de un edificio con 14 plantas hacia arriba y ocho hacia abajo, separadas de extremo a extremo por 77 metros, y con 65.000 metros cuadrados de superficie. Un ágora cultural donde pueden llegar a trabajar al mismo tiempo más de 500 personas y reunir hasta 1.700 espectadores.

La gran panorámica de la capital

Esa platea azabache en las alturas supondrá un ahorro energético de 1,5 GWh/año que, según sostenían ayer durante el evento, hará que se dejen de emitir 411 toneladas de CO2. O sea, lo que absorben 2.378 árboles. La cubierta ecológica ha sido impulsada por los 5,3 millones de euros procedentes de fondos europeos Next Generation, cuya partida fue aprobada en 2022. Por esto, el Teatro Real se ha convertido en el primer Bien de Interés Cultural (BIC) que obtiene el Certificado de Ahorro Energético (CAEs). Una obra del siglo XIX, con ese ADN sostenible que impera en estos tiempos.

Una de las zonas con baldosas fotovoltaicas.
Una de las zonas con baldosas fotovoltaicas.ZIPIEFE

No hay horizonte de la capital, y alrededores, que se resista desde alguno de los dos flancos de esa cubierta solar. Con el Palacio Real coronando la mirada oeste y las calles que apuntan hacia la Gran Vía, con reconocibles edificios de fondo, en el otro. Por eso, esta nueva ecoterraza también cobrará un interés estratégico. Y es que, entre los proyectos que se manejan, con la obra completada y presentada, está el de explotar esa zona como gran mirador, dadas sus privilegiadas vistas, para la celebración de eventos, que aún estarían por definirse. También se aprovecharía en el nuevo entorno la faceta de las visitas turísticas, que sería un plus para uno de los grandes templos de la cultura en la ciudad. Eso sí, antes de nada, el plan exigiría retoques de seguridad.

Ayer, algunos de esos primeros invitados (ministros aparte) caminaban con cautela bajo el chaparrón, sobre esas nuevas baldosas fotovoltaicas que aún tardarán unos días en mirar al sol a los ojos. Hubo quien declinó sobre la marcha la seductora oferta de la visita porque la panorámica, impactante, también conlleva digerir un buen atracón de vértigo. El Teatro Real ya puede presumir de ser no sólo una catedral de cultura, sino también un ejemplo de sostenibilidad. Y, encima, con las mejores instantáneas de Madrid.