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A los 19 años, Rebecca Loos apareció en las oficinas de Harrods, el centro comercial de Londres adquirido en los 80 por el magnate Mohamed Al Fayed, padre de Dodi Al Fayed, el productor egipcio que murió en el accidente de coche que mató a Lady Di. Era 1997. Loos había decidido dejar de estudiar. "Me dejé influir por los compañeros de clase del colegio inglés de Madrid. Todos querían hacer Business. Cogí International Marketing y Business". Apenas duró unos meses en la Universidad. Su padre acabó orientándose de lo que sucedía en Londres: Rebecca dedicaba el tiempo a salir de fiesta. El ultimátum de la familia -"o vuelves a Madrid a estudiar y a vivir con nosotros o te arreglas sola porque no vamos a enviarte más dinero"- la situó, al cabo del tiempo, en las oficinas de Harrods. "No me gustaba estudiar lo que había elegido. Soy de idiomas y de personas. Decidí coger el trabajo".
El documental Al-Fayed: depredador en Harrods, la investigación de la BBC sobre las violaciones y los abusos sexuales que habría cometido el dueño sobre, al menos, 20 trabajadoras del centro comercial a lo largo de los años, refrescó la memoria de Loos. "Me encantaba trabajar ahí", comenta a LOC al otro lado de una videollamada. "Tenía olvidada aquella época. Recuerdo que un día dijeron en las oficinas que iba a venir el jefe [Mohammed Al-Fayed]. Teníamos que prepararnos. 'No dejes que te vea', me aconsejó una compañera. 'Le gustan mucho las chicas jóvenes y guapas. Tiene un piso justo al lado donde le gusta llevar a las chicas guapas'. Me escondí y nunca le vi. No sé qué le haría a las chicas jóvenes y guapas en aquel piso, pero no tenía ninguna intención de ir".
Rebecca Loos, la mujer por la que David Beckham puso en juego su matrimonio, se mudó hace 17 años a Noruega. Tuvo dos hijos con el médico de un resort de esquí de Hemsedal, un pueblo de 2.500 habitantes, donde ha reconstruido su biografía como instructora de yoga y auxiliar de clínica. Tiene una oferta de Telecinco para participar en un programa en verano, pero la vida alejada de la exposición mediática parece haberla atrapado. "Los tres meses de Supervivientes, en 2007, fueron los mejores de mi vida". Aunque hasta alcanzar la posición de mujer-reality, pasó las fatigas del famoso. "Fue brutal. En uno de los programas salió un hombre que se llama Kiko Matamoros a decir que me conocía, que era puta. Jamás había tratado con él. Otro hombre decía haber estado conmigo en el yate de Ronaldo en Brasil, donde, según contaba, me había acostado con todos los futbolistas. Jamás he estado en Brasil", recuerda. "Mis padres lo grababan todo en VHS. Sufrieron".
Una vez contó su relación con el Ken de los futbolistas, aquel galáctico que cincelaba balones, perdió el rumbo. "Me hice muy famosa en España, Inglaterra y Holanda [los tres países en los que había vivido]. Los españoles consideraban normal que un hombre casado tuviera amantes. En Inglaterra, como él era el favorito, me odiaban. En Holanda estaban encantados. Era su única conexión con Deivid".
Conoció a los Beckham en el aeropuerto de Torrejón de Ardoz. "Después de Harrods trabajé en una empresa de representación de tenistas. Una empresa mayor del sector, SFX, nos compró. Y en la oficina coincidía con los agentes de los futbolistas. Como hablo varios idiomas, me pedían ayuda. Justo estaban cerrando el contrato con Beckham y me ofrecieron acompañarles a España para ayudarles con la firma".
Poco después de haber evitado a Al Fayed estaba en la pista de aterrizaje del aeropuerto militar, en junio de 2003, viendo bajar de un avión privado a la pareja más vista del momento. Victoria, la spice girl, y Deivid, el futbolista de las mechas. "Iba vestido con un traje blanco. Mi objetivo era cuidar de Victoria. Enseñarle Madrid. Llevarla de compras. Debíamos asegurarnos de que le iba a gustar la ciudad. De que lo pasara bien".
Croquetas en Chueca
Rebecca Loos era el metrónomo del séquito de los Beckham. "Era difícil trabajar para ellos porque todo el mundo me necesita. Los guardaespaldas necesitaban ayuda para leer las cartas de los restaurantes, por ejemplo. Por fin contrataron a guardaespaldas españoles que se entendían con ellos. Yo era la primera persona que veían los Beckham por la mañana. Les proponía planes. Les buscaba el colegio a sus hijos. Era muy intenso los días que no viajaban y estaban en Madrid".
Tuvo la primera cita con David Beckham en la Bardemcilla, el restaurante de Chueca que regentaba la familia de Javier Bardem. "Quería enseñarle Madrid. La primera vez lo saqué del hotel escondido en el maletero del coche. En cuando giramos la esquina le ayudo a que se siente detrás, con su baseball cap [gorra de béisbol]. Lo llevé a la Bardemcilla. Hacían las mejores croquetas de Madrid. 'Tienes que venir a probar las croquetas', le dije. No podíamos estar demasiado tiempo. Pedimos las croquetas. Empezó a llegar gente. Tuvimos que escapar. Fue el primer sitio al que le llevé en Madrid".
Rebecca Loos perdió el rumbo porque frustró su fuga a Australia. "En cuanto se supiera lo de Beckham tenía la intención de empezar de cero en Australia, pero se me activó la luchadora que llevo dentro y me defendí en un programa de televisión de Inglaterra. Luego fui a otro programa. Y a otro después. Era una bola de nieve. Acabé haciendo realities. En la portada de PlayBoy. Fue divertido".
En 2008 empezaron los problemas. No era tan fácil ser famosa. "Se te acercan muchos amigos falsos. Es una vida rápida. Iba a muchas fiestas. Conocí a mucha gente. Me había perdido a mí misma, lo que me llevó a probar dos terapias que no funcionaron". La tercera tuvo efecto. "Me enseñó a hablarme a mí misma mejor. Es importante quererse a uno mismo. Abrió una puerta al yoga y al mindfulness". El paisaje de Hemsedal hizo el resto. "Pasé mucho tiempo andando en las montañas, tranquila, sin gente alrededor. Empecé a encontrarme a mí misma. Fue muy renovador. Tardé cuatro años en aprender noruego".
En Hemsedal trabajan muchos españoles que no la reconocen. "De aquí me gustan algunas cosas, como la naturaleza, pero me cuesta un poco acostumbrarme a la comida. Es un país que está congelado la mitad del año. Los noruegos, además, hacen muchos planes en casa. No se sale tanto como en Madrid".
Nacida en Londres y criada en Holanda, vivió de los 11 a los 19 en Madrid. "Fueron años fantásticos. Muy felices. Tenía una amiga que vivía al lado de Pachá. Era lo más. Con 15 años le decía a mis padres que iba a estudiar a su casa y, en realidad, nos arreglábamos e íbamos a Pachá. Abrieron Kapital. Había mucho que hacer".
A la ciudad vuelve de vez en cuando -"dos veces al año-, a visitar a sus padres, que viven cerca del barrio de Montecarmelo. "Mi madre ha estado tratándose de cáncer. De las primeras cosas que hago al llegar a Madrid es ir a Carrefour", bromea. "Me encanta comprar verdura y fruta fresca que no hay en Noruega".
De aquella vida expuesta a la radiación de la popularidad y rodeada de futbolistas, no le queda ningún trauma. "Nadie me acosó. Tuve una experiencia desagradable en Londres. En el estreno de Dragón Rojo, al que fui con una amiga de Los Ángeles, me tocó el culo el director de la película. De repente sentí su mano y me giré preguntándole qué hacía. Se cortó y se fue". El director, Brett Ratner, es uno de los cineastas señalados por el Me too en Hollywood.
Beckham, la historia de la familia contada en Netflix, la colocó de nuevo al principio. "Empezaron las llamadas de teléfono. Los paparazzi. Volvieron a hablar de mí. David Beckham se victimizó. Pobre", ironiza. "Sé que fue una época dura para ellos, pero es duro que hablen de mí de esa manera. Quise hacer una entrevista y recibí una amenaza. Alguien que conozco en Miami me mandó el siguiente mensaje. Esto no se lo he dicho a nadie: 'El socio de Deivid en el Inter de Miami es Jorge Más Santos. El tipo es como Don Corleone', lee en el móvil. 'Y ha dicho, en petit comité, que no va a permitir que nadie ponga en entredicho la reputación de David Beckham. Te explico esto con mucho cariño para que tengas cuidado con qué vas a decir'".