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Sus peinados estilo villano de serie juvenil de los años 90 auguraban poco bueno, pero Marius Borg Høiby, hijo de una polémica relación pre-royal de la princesa heredera de Noruega, Mette-Marit, está superando todas las expectativas creadas en torno a su persona como candidato a oveja negrísima de la monarquía del país escandinavo. A su lado, los ángeles, espíritus, ex maridos suicidas y nuevos maridos chamanes de la princesa Marta Luisa, hermana del príncipe heredero Haakon, padrastro de Marius, apenas presentan competencia.
El hijo de Mette Marit se ha revelado como un elemento de cuidado, un presunto maltratador en serie que podría acabar cumpliendo una pena de cárcel de varios años. Durante la semana pasada, la Policía de Oslo amplió los cargos en su contra, sumando más delitos a una situación que ya de por sí era delicada. A sus 27 años, Marius está acusado de violencia, conducta temeraria y agresión en el contexto de relaciones íntimas, según un comunicado oficial.
El caso ha adquirido una mayor dimensión, involucrando ahora hasta a cuatro denunciantes, incluidas tres de sus ex novias. Borg Høiby fue arrestado la noche del viernes por violar una orden de alejamiento hacia una de ellas, que lo había denunciado por malos tratos. La mujer aseguró en su día que Marius la golpeó repetidamente e intentó estrangularla. Según la Policía, la detención fue debida al riesgo de reincidencia. El sábado por la tarde, sin embargo, su abogado, Øyvind Bratlien, informó de que había sido puesto en libertad con cargos.
El caso contra Borg Høiby, que se inició el 4 de agosto con una acusación de violencia doméstica, ahora se ha extendido para incluir cargos adicionales de conducta temeraria y agresión. En relación con las otras dos exnovias, las acusaciones también son de agresión dentro de una relación íntima.
El hijo de la princesa ha admitido haber cometido actos violentos en el incidente del 4 de agosto, ocurrido, según él, bajo los efectos del alcohol y la cocaína. En su declaración, también reveló que lucha contra varios trastornos mentales y adicciones. Su padre, Morten Borg, con quien Mette-Marit mantuvo una breve relación, tiene antecedentes penales por violencia, consumo de drogas y conducir bajo los efectos del alcohol.
Marius, no obstante, niega haber violado la orden de alejamiento, afirmando que no intentó contactar a la víctima el 7 de septiembre, como sostiene la Policía. Según su abogado, la acusación se basa en una supuesta llamada desde un número oculto, un hecho que aún no ha sido confirmado por otras fuentes.
Los cargos que pesan sobre Borg Høiby podrían acarrear graves consecuencias legales. La pena por agresión en el ámbito de relaciones íntimas puede alcanzar hasta seis años de cárcel, mientras que la agresión simple tiene una condena máxima de un año. Por conducta temeraria, podrían caerle hasta dos años de prisión. Además de las acusaciones de violencia, otro caso aún en investigación incluye amenazas contra una persona, aunque la identidad de la víctima aún no se ha hecho pública.
Por si todo lo anterior no fuera suficiente, la revista noruega Se og Hør acaba de revelar también que, en septiembre de 2023, la Policía abordó a Marius cuando salía de su coche frente a la residencia del príncipe heredero para mantener con él una "conversación preventiva respecto a ciertas actividades que consideraba preocupantes". Al parecer, se le había visto en varias ocasiones junto a personas pertenecientes a círculos criminales de la capital noruega. En redes sociales, Borg Høiby habría aparecido en fotos en compañía de "delincuentes notorios".
El escándalo del hijo de Mette-Marit ha supuesto un nuevo golpe para la imagen de la familia real noruega, cuyo apoyo popular ha disminuido notablemente. Según una encuesta de la cadena pública NRK, el respaldo a la monarquía ha bajado al 62%, una caída más que considerable respecto al 81% de 2017. Este deterioro de la confianza pública se ha visto también exacerbado por la polémica en torno a la princesa Marta Luisa y su matrimonio con el autoproclamado chamán Durek Verrett.
Marta Luisa resulta especialmente impopular. Según la encuesta, el 69% de los participantes respondió que debería perder su título de princesa. Ella, por si acaso, y con ocasión de su boda, no sólo vendió el reportaje del gran día a la revista británica Hello y dejó que Netflix filmara de cara a un futuro documental, sino que también montó una tienda de ropa de su propia marca en el hotel donde se alojaron sus 350 invitados.