INTERNACIONAL
Análisis | Guerra en Europa

Una Ucrania invadida no es impedimento para que Putin y Trump sean amigos

EEUU busca rehabilitar al régimen ruso incluso aunque el Kremlin haya incumplido cada alto el fuego propuesto por la Casa Blanca

El símbolo ruso de la Z, frente a la embajada de EEUU en Moscú.
El símbolo ruso de la Z, frente a la embajada de EEUU en Moscú.MAXIM SHIPENKOV.EFE
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Decía ayer la Casa Blanca que «la paz en Ucrania no estaba en el orden del día» de la reunión de Estambul. En realidad nunca lo ha estado. Lo que se debate ya entre Washigton y Moscú es el blanqueo del régimen y el regreso de las empresas de EEUU a suelo ruso. Por eso Donald Trump le colocó a Kiev su correspondiente 10% de arancel, al igual que a otros amigos o ex amigos como Israel, Japón y Corea del Sur, pero no cargó con ni un solo dólar de más al Kremlin.

Donald Trump ganó las elecciones con la promesa de conseguir una paz en Ucrania «en 24 horas», pero ahora parece que ya la paz no es algo importante para relanzar las relaciones con Rusia, objetivo último de todo este circo. Durante semanas, el Kremlin mareó a su contraparte estadounidense con peticiones imposibles y juegos mentales made in KGB, les hizo perder el tiempo y dejó a los enviados de EEUU como unos aficionados al publicar documentos diferentes de la misma reunión con otras conclusiones mientras Trump seguía repitiendo «Vladimir Putin quiere la paz y confío en él».

Este martes, Volodimir Zelenski y su general, Olexander Syrski, anunciaron una nueva ofensiva rusa de primavera acometiendo por las fronteras de Sumy y Járkiv. Resulta muy complicado explicar que se quiere terminar con la guerra y a la vez lanzar miles de drones y decenas de misiles cada semana contra ciudades ucranianas mientras que se amasan ejércitos de miles de soldados, lo que lleva meses de preparación, para seguir conquistando territorio.

Extorsión a Kiev

Se haya dado cuenta o noTrump del juego del Kremlin, Washington busca dos cosas: extorsionar a Kiev para hacerse con los recursos naturales del 80% del territorio que no ha sido invadido, así como su envejecido sistema energético, y volver a conectar a los bancos rusos al sistema bancario internacional (decisión que también dependiente de Europa) para hacer negocios cuanto antes, así como retomar los vuelos directos entre ambos países, es decir, rehabilitar a Vladimir Putin y su régimen ante todo el planeta.

No es Rusia un país con el que EEUU haya puesto en marcha grandes intercambios en el pasado, pero si compras y ventas estratégicas centradas en sectores como la energía, los recursos naturales, la cooperación espacial y el comercio de metales críticos. Antes de la invasión de Ucrania, Washington importaba uranio enriquecido, titanio, paladio y níquel rusos, esenciales para su industria nuclear, automotriz y aeronáutica, mientras que compañías como ExxonMobil colaboraron con Rosneft en proyectos petroleros antes de las sanciones.

Colaboración espacial

También hubo una larga colaboración espacial, con la NASA dependiendo de cohetes y motores rusos como los RD-180. En comercio, EEUU exportaba maquinaria, tecnología agrícola y alimentos, pero desde la anexión de Crimea en 2014, estas relaciones se fueron deteriorado drásticamente. Las sanciones económicas han bloqueado inversiones, comercio, tecnología y acceso financiero, reduciendo los negocios entre ambos países a mínimos históricos y limitando la cooperación a áreas muy específicas como el uranio, aunque incluso estas están siendo eliminadas progresivamente.

Ahora Trump y Putin desean reestablecer los antiguos lazos entre ambos y Ucrania ya no aparece en el orden del día «salvo como menú», como reconoció el vitriólico ex presidente ruso Dimitri Medvédev.

Como las relaciones Kiev-Washington ya no son de aliado, sino de mero interesado, Zelenski ha anunciado que va a comprar material bélico de EEUU con el dinero que le van enviando los países europeos de los intereses de los bienes rusos confiscados.

Las conversaciones de paz tendrán un nuevo intento próximamente, aunque todo apunta que serán saboteadas de nuevo por Moscú como en las ocasiones anteriores sin que haya ninguna represalia de EEUU. El enviado de Trump, Steve Witkoff, que se unió al grupo de Signal del secretario de Estado Pete Hegseth desde el interior del Kremlin antes del ataque de EEUU a los hutíes, volverá a la Plaza Roja mientras que la caída del precio del petróleo es, hoy por hoy, una de las pocas cosas que de verdad pueden acelerar el final de la guerra.