La calle d'en Robador, conocida popularmente (y de ahora en adelante) como Robadors, es una pequeña travesía de apenas 300 metros en medio del Raval de Barcelona. Último reducto del barrio chino, es el ejemplo de la degradación de la zona, el callejón que muchos vecinos de toda la vida evitan. Un punto negro de la ciudad que convive día a día con el problema de la multirreincidencia, con aquellos que hacen de delinquir su modo de vida.
La mañana del viernes, a plena luz del día, un equipo de los Mossos d'Esquadra identificó en Robadors a un joven de origen extranjero sin papeles con dos requerimientos pendientes por hurto y robo con violencia (en Madrid) tras cruzar los datos que dio de él mismo y de sus padres. El joven de 23 años acabó detenido en una de las calles más señaladas de Barcelona - y zona cero de la multirreincidencia- por no haberse personado en los juzgados tras sus infracciones penales y al haber una orden activa.
Esta es una de 105 detenciones del plan Kanpai, un operativo «simultáneo» y «quirúrgico» que los Mossos desplegaron este pasado viernes en la capital catalana y su área metropolitana -aeropuerto de El Prat incluido- durante un día entero y al que se sumaron efectivos antidisturbios, policías locales de Badalona, L'Hospitalet y Barcelona, el Cuerpo Nacional de Policía -por sus competencias en materia de Extranjería- y la Policía Portuaria, junto a representantes del sector de la seguridad privada. Una suerte de macrorredada 24 horas con más de mil agentes en las calles para «ocupar el espacio público», hacerse «visibles» y luchar contra la sensación de «inseguridad» ciudadana que sigue provocando el fenómeno de la multirreincidencia en Cataluña, la comunidad que concentra un mayor número de delitos al año.
Para muestra están los datos sobre este fenómeno en concreto, especialmente arraigado en Barcelona y su entorno: en 2024 fueron detenidos 452 ladrones multirreincidentes. Entre todos acumularon un total de 3.600 arrestos derivados de 9.114 delitos. Es decir, unas 20 infracciones penales y ocho detenciones por cabeza. Cifras que han disparado la sensación de «inseguridad» entre la ciudadanía y de cierta «impunidad» de los delincuentes, según admiten en el cuerpo policial. Un problema para el Govern y una de las quejas más habituales de los partidos de la oposición.
Algunas cifras policiales indican un descenso en determinados delitos -en el caso de la capital catalana, los hurtos se redujeron el año pasado un 6% respecto a 2023, aunque ha crecido el tráfico de drogas, por ejemplo-, pero «aún existe esa percepción de inseguridad que tenemos que atajar», avisó sobre el efecto que genera la multirreincidencia el jefe de la división regional de Seguridad Ciudadana en Barcelona de los Mossos, el intendente Rafael Tello.
«El objetivo es hacer la vida más difícil a los delincuentes y dejarse ver, ocupar el espacio público, dar sensación de seguridad». Las consignas las lanzó el intendente en el briefing a las 8:00 horas de la mañana del viernes en la comisaría de Sant Andreu, minutos antes de salir a la calle y desplegar el plan Kanpai en un «territorio sin fronteras», como es el área metropolitana, con una bolsa de población de más de dos millones de personas sumando solo Barcelona, Badalona y L'Hospitalet, los tres grandes ámbitos de actuación.
Para diseñar el nuevo plan, los Mossos han radiografiado la actual situación de la multirreincidencia: han comprobado que muchos delincuentes habituales se han desplazado a la corona metropolitana -a poblaciones como Badalona o L'Hospitalet- por la presión policial que hay en Barcelona. A partir de la inteligencia policial, también se han dividido los multirreincidentes en tres bloques: los marginales -por ejemplo toxicómanos-, que actúan por necesidad y optan por el robo como última opción; los que no han tenido suerte en sus proyectos vitales y se han visto abocados al delito; y los profesionales, que actúan organizados y que son el gran objetivo a combatir. «Hay que aumentar la prevención y la reacción en la calle» y «detener mejor», radiografió el intendente Tello.
Entre las actuaciones que se llevaron a cabo entre las 9:00 del viernes y la misma hora del sábado hubo exhaustivos controles de motocicletas y patinetes -los delincuentes acostumbran a usar este tipo de vehículos para huir, y se detectaron 14 en total-, redadas en bares del Raval y una macroinspección en un local donde había una fiesta de música electrónica que se saldó con nueve detenidos, cinco multirreincidentes.
Los arrestos, de hecho, fueron de lo más variopintos a lo largo de las 24 horas de plan Kanpai («brindis» en japonés): un hombre fue identificado y detenido en la entrada del Puerto de Barcelona al llevar un permiso de conducir falso; otro fue trasladado a dependencias de la Policía Nacional -un cuerpo implicado desde el primer minuto- por encontrarse en situación irregular; se abrieron 60 investigaciones penales de otras tantas personas y se tramitaron un total de 330 denuncias administrativas.
La puesta en marcha del plan fue una de las primeras exigencias de Josep Lluís Trapero cuando accedió a la dirección de la policía, un operativo que ha diseñado Toni Rodríguez, coordinador de proyectos estratégicos de los Mossos.