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Andrea Casarrubios, violonchelista treintañera y primera compositora española de música clásica nominada a un Grammy: "Cuando estudiaba el doctorado en Nueva York, me presentaba a todos los premios; lo que ganaba, lo reinvertía en mi formación"

Además de violonchelista, es la primera compositora española de música clásica que ha sido nominada a un Grammy. Lo ha conseguido con su tema 'SEVEN'

Actualizado
Titilayo Ayangade
La compositora y violonchelista Andrea Casarrubios, en una foto de estudio.

Recuerda la compositora y violonchelista Andrea Casarrubios (Ávila, 1988) que se encontraba en Nueva York cuando escribió su obra SEVEN en homenaje a las víctimas de la pandemia. "Allí pasé los meses críticos del confinamiento", cuenta la artista desde Chicago, donde vive actualmente. "La obra finaliza con siete sonidos que emulan el toque de las campanas de un reloj, en alusión a la hora en que, por un momento, nos olvidábamos de nuestros problemas y agradecíamos el valor y el esfuerzo de los trabajadores sanitarios en esos momentos tan difíciles". Cuatro años después, esa misma pieza para violonchelo solo abre -y sirve también de título- al segundo disco de Casarrubios, que ha sido nominada a un premio Grammy.

Nunca antes una compositora española de música clásica había aspirado a semejante premio. "Ha sido una sorpresa total, uno de esos sueños que parecen inalcanzables, pero que ocurren y te llenan de alegría", confiesa Casarrubios, que optará al reconocimiento dentro de la categoría de Mejor Composición Clásica durante la gala que se celebrará en el Crypto.com Arena de Los Ángeles el próximo 2 de febrero (en España, la madrugada del 3). "Después de tocar SEVEN en escenarios de todo el mundo, esta candidatura me parece el final perfecto para un largo viaje en el que me ha permitido aprender, seguir creciendo como intérprete y afianzar un estilo propio".

Ese que el New York Times elogió por su capacidad para abordar una amplia gama de emociones y que explica su extraordinaria asiduidad como compositora al prestigioso Carnegie Hall, donde su música ha sido programada en más de veinte ocasiones. "Empecé desde cero, a base de audiciones y llamando a las puertas cuando nadie me conocía", se sincera Casarrubios, cuyo catálogo de obras (que rondan ya la treintena) ha sonado también en España, México, Israel, Singapur o Bélgica. "Ahora estoy trabajando en un encargo de la Juilliard School en colaboración con la gran poeta Amanda Gorman con motivo del 250º aniversario de los Estados Unidos de América".

Andrea Casarrubios nació en San Esteban del Valle, un "pueblecito mágico" de la comarca abulense del Valle del Tiétar. "Aunque me pase el día entre salas de embarque, y de aeropuerto en aeropuerto, siento una conexión muy potente con lo rural, y ese vínculo con mis orígenes que me permite mantener los pies bien pegados al suelo", dice la intérprete y compositora. "He vivido experiencias increíbles, pero por encima de cualquier otra cosa valoro la vida sencilla". Su temprana vocación, explica, se la debe al entusiasmo de los profesores de la escuela-piloto donde se formó, en Arenas de San Pedro. "Mis padres no eran músicos, pero siempre tuvieron muy claro que el aprendizaje de un instrumento estimula enormemente la sensibilidad".

Algunas de las primeras obras que compuso, siendo aún una niña, se han perdido. "Me gustaba, sobre todo, improvisar a partir de partituras de Chopin o Mozart. Pero no fue hasta que cumplí 15 años que empecé a transcribir al papel los sonidos que escuchaba en mi cabeza". Tuvo la suerte de contar con excelentes maestros (y cita a la compositora María Escribano y a los violonchelistas Lluís Claret y Maria de Macebo), que enseguida la animaron a dar el salto al otro lado del Atlántico a través de varias becas universitarias (en la Johns Hopkins y la Southern California) y a cursar, más tarde, un doctorado en Nueva York, donde conoció al gran John Corigliano, ganador de un Óscar por la banda sonora de El violín rojo, que ha sido uno de sus grandes valedores desde entonces.

"En aquella época, me presentaba a todos los premios y concursos que podía", rememora. "Y lo que ganaba, lo reinvertía en mi formación, pues mi familia, aunque siempre me ha apoyado, no podía financiarme una vida en el extranjero". Al final, Casarrubios obtuvo su recompensa: "Un día me llamaban para un concierto en el National Center for the Performing Arts de Pekín, otro me invitaban a participar en el Festival de Vervier en Suiza o me ofrecían impartir una clase en la Juilliard School de Nueva York". Eso sí, cada vez que ha tenido que encerrarse a escribir, prefiere España: "Aunque para mí no hay nada mejor que el reencuentro con la familia y los amigos de San Esteban del Valle, he encontrado en Madrid un perfecto centro de operaciones que me permite desconectar del ruido sin dejar de estar cerca de todas partes".

Para Casarrubios, los siete temas de SEVEN (en cuya grabación han participado varios músicos de la Chicago Symphony Orchestra y de la Manhattan Chamber Players) son el reflejo de una época de gran intensidad. "En los últimos años, he ido liberando emociones y transformándolas en melodías que contienen mis raíces, pero que funcionan también como alas". Cada nota de este álbum, asegura la compositora, está cargada de intención: "Desde el recuerdo del Afilador y de quienes ya no están con nosotros, hasta momentos de meditación y renovación, como en Mensajes del agua o Lullaby, la canción de cuna", dice sobre el recopilatorio, que incluye temas inspirados en músicas tradicionales (como 24 Mozas), en lenguajes ancestrales (Silbo) o en mujeres poderosas, como la pintora Frida Kahlo (en Armadura). "Finalmente, a través del Quinteto con piano invito al oyente a sumergirse la exuberante y grandiosa Costa Central de California".

Al igual que su anterior disco, Caminante, que compuso a partir de poemas de Antonio Machado, SEVEN ha sido publicado por el sello Odradek Records, que elige a sus artistas, por riguroso criterio de calidad, a través de un proceso de evaluación ciega y anónima. "Pase lo que pase en la gala de los Grammy, no le puedo estar más agradecida a este año, que me ha permitido dar a conocer mi trabajo en las mejores salas de concierto del mundo, donde he compartido experiencias inolvidables junto a artistas de primer nivel", celebra Casarrubios, que acaba de concluir su primer Concierto para violonchelo y orquesta, que estrenará ella misma en abril, al frente de la Charlotte Symphony con el maestro Christopher James Lees a la batuta. "Será otra gran momento para enmarcar".