LÍDERES
Líderes

Pantomima Full, 10 años sacándonos las vergüenzas: "España es un escándalo, una locura... pura pantomima"

Alberto y Rober son los cronistas cómicos de nuestro tiempo. No existe habitante de este país que no haya sido retratados en un minuto con sus parodias

Alberto Casado y Rober Bodegas, integrantes de Pantomima Full
Alberto Casado y Rober Bodegas, integrantes de Pantomima Full
PREMIUM
Actualizado

Se abre la puerta de la oficina y sobre una de las paredes refulge un cartel luminoso con la palabra taekwondo. Uno de esos que podría decorar un gimnasio low cost con ínfulas. Otra de las paredes está cubierta de esquina a esquina por una pizarra blanca con notas de lo que será una serie de ficción. Sobre una de las mesas reposa una Guía Marca de hace dos temporadas. Y cuando se abren las puertas que dan al balcón de este cuarto piso, asoman los tejados del madrileño barrio de La Latina. Todo allí parece distribuido como parte de un decorado que se ha ido ensamblando con piezas de Ikea.

Este es un lugar que podría haber servido como protagonista para no uno sino varios vídeos de Pantomima Full. El del pintor bohemio que suspira por la imagen de esos tejados sin haber vendido una sola obra. El del friki del fútbol que sueña con ser Maldini sólo repasando sus guías deportivas. El del aspirante a cineasta, convencido de que algún día será Scorsese por haber hecho cuatro cortos. El del crossfitero que ha transformado su salón en un box para poder entrenar a las seis de la mañana antes de ir a la oficina. Todos retratados en algún momento por Alberto Casado (Madrid, 1983) y Rober Bodegas (A Coruña, 1982). Y, sin embargo, todos aquí, en la que se ha convertido en su oficina del centro de Madrid.

Para saber más

«Mucha gente dice que todo nos parece mal y que nos creemos superiores, pero nosotros estamos metidos también en toda esa mierda. Todo nos parece mal, sí, pero nos hemos retratado muchas veces», apunta el dúo que se presentó hace justo 10 años y que ahora está de gira con su espectáculo Hecho a mano y que hará paradas este mes en Valladolid, Burgos, Badajoz, Mérida y Madrid -el día 28 en el Teatro Alcázar- .

Fue precisamente la promoción de uno de esos espectáculos los que les llevó en el año 2015 a compartir mesa con Andreu Buenafuente y Berto Romero en el late night que tenían en La Sexta, En el aire. Ahí aún eran Alberto y Rober, dos treintañeros que se habían conocido como guionistas en Sé lo que hicistéis y ya tenían una carrera en el mundo del directo, presentando su show de sketches, Pantomima Full. A partir de ahí, sus nombres quedaron por siempre enterrados bajo ese título. «Tampoco es algo que nos moleste, cero, porque las personas cercanas aún nos distinguen», apunta Alberto. Y le complementa Rober: «El día que llegue la pareja de uno y bese al otro, ya sabremos que necesitamos volver a nuestro nombre y enterrar Pantomima Full».

En noviembre de 2016, tras haber sido expulsados de la programación del Teatro Alfil por falta de público, nació el Canallita, uno de sus primeros vídeos para YouTube, donde acuñaron el término paibon y la expresión hoy se lía... y el resto es historia. La de más de ocho años y 200 vídeos de apenas un minuto que les han convertido en los cronistas cómicos de nuestro país. No existe habitante en toda la geografía española que no se haya sentido identificado en una de sus parodias. No hay estrato de esta sociedad que no haya pasado por su canal de YouTube. Y, sobre todo, no hay grupo de Whatsapp en el que alguna mañana de viernes no se haya hecho escarnio de alguno de sus integrantes como víctima del último trabajo del dúo.

«Nuestra idea original de retratar a la sociedad española fue porque era fácil de de grabar, no costaba dinero y conocíamos a todos los personajes de verlos por ahí, en nuestro entorno de Madrid: La Latina, Malasaña... Solo tuvimos que ir tirando del hilo y acabamos retratando a todo el mundo, pero la idea fue muy inocente porque no teníamos pasta», explica Alberto.

Tres vídeos más tarde, sus vídeos -y sobre todo sus rótulos-comenzaron a convertirse en un fenómeno viral donde Madrid se convirtió en un personaje fundamental. «Madrid es tan grande que es el gran campo de pruebas de España para colarnos todas las mierdas: tiendas de vapeadores, restaurantes con jardín vertical de plástico... Si va bien aquí, el virus se expande por todo el país», apunta Rober.

Porque de todos es ya la locura por las terrazas aunque sean en una acera de apenas un metro de ancho, la proliferación de bares con decoración selvática plastificada, la irrupción de consultores o agentes inmobiliarios, el brote de runners o crossfiteros, el aterrizaje en todas las cartas de restaurantes de tatakis, gildas o tartas de zanahoria... y así hasta más de 200 opciones que Pantomima Full ha ido diseccionando gracias a cenas con amigos, a charlas con compañeros de trabajo o a paseos por las calles de la capital. «Nuestro objetivo era vivir de la comedia y ganar dinero con los directos en el teatro. Con los vídeos de YouTube solo generabas que te llamaran para hacer una sección en un programa. Y, a día de hoy, solo con los vídeos sacaríamos un sueldecito modesto».

"Tenemos una forma más sutil de hacer humor político que quienes reducen todo a comunistas y fachas"

PREGUNTA. ¿No ganan dinero con esos vídeos, que muchos acumulan millones de visualizaciones?

ALBERTO CASADO. Es verdad que hacemos poco ahora, ya no uno semanal como al principio. Si quisiéramos vivir solo de esto tendríamos que hacer mucho más contenido y ganar algo más de pasta.

ROBER BODEGAS. Tampoco sabemos si con tres vídeos a la semana funcionarían igual que ahora. Con los vídeos en YouTube, en Instagram y tal no se gana suficiente pasta para vivir. Con Instagram no ganas nada, de hecho. Ingresas si haces publi pero a nosotros no nos gusta mucho. Al principio hicimos algo porque lo necesitábamos. Cuando nos llamaron del BBK Live, teníamos 15.000 seguidores.

P. ¿De qué viven en ese caso?

A C. Desde el principio nuestro objetivo fue vivir de los shows, los vídeos son solo promo para que la gente vaya a vernos al teatro y poder vivir de eso. Lo que pasa es que hemos pillado un poco de prestigio por salir en programas de televisión como La Revuelta y, sin saber cómo, vamos a hacer una serie. Y con todo eso vivimos.

R B. Ricos no nos hemos hecho, pero se vive guay, aunque está la tensión de pensar cuánto va a durar esto. Obviamente no te puedes coger un año sábatico para escribir una novela o simplemente descansar. Habrá un día que lleguemos al teatro y no haya nadie, que vayan bajando de 50 en 50 los que van a vernos.

P. ¿Cuánto ha facilitado una sociedad como española el crecimiento de este dúo? ¿Cuánto de pantomima hay en España?

A C. España es pura pantomima, es un escándalo, una locura, por eso nos ha dado para tanto. Seguro que en otro sitio habría lo mismo, pero nosotros tiramos de lo nuestro. Y aquí nos han colado todas las mierdas posibles.

R B. Es que es eso, que muchas de las cosas nos las han colado, ni se nos han ocurrido a nosotros. Por lo menos la gilda se nota que es castiza, pero el açai ese nos lo han colado como otras mil movidas. Si todo estuviera lleno de sitios de pepitos en lugar de smashburguers sería igual de grave y de triste, pero al menos son nuestros. Bueno, mira, pasa con la tortilla y la tarta de queso que en cada esquina de Madrid está la mejor. No, no lo está. Pero esta sociedad globalizada tiene estas cosas, que todos nos zampamos las mismas mierdas.

Pero estas han ido cambiando y desplazándose hacia un terreno más cercano a lo político y lo social. Y, como si una fuerza centrífuga les arrastrara, en la misma dirección se han movido los integrantes de Pantomima Full. Aquellos vídeos inocentes de sus inicios ya apenas se dejan ver por su canal sin tener que escarbar en un pasado lejano. El canallita, el festivalero, el melómano, el soso o el corporativo se han sustituido por los tertulianos, los coaches, los influencers, los streamers, los agentes inmobiliarios o los famosos ultrarricos. «Supongo que ahora hay más crítica social. Antes quizás éramos más inocentes y ahora hay un punto más amargo porque vas evolucionando y buscas cosas nuevas que te hagan gracia», aporta Alberto. Y sigue Rober: «Antes éramos super pop, más simpáticos y ahora el espíritu es contar lo que percibimos. Pero somos personas que ponderamos bastante las hostias. En los rótulos, por ejemplo. No le voy a dar una hostia tremenda a un chaval que solo come gildas y soltarle una pullita descafeinada a quien todos sabemos que es un cretino» .

P. ¿Por qué han dado ese giro hacia algo más político o más pegado a cuestiones sociales?

A C. Supongo que se han tratado temas más políticos, pero de verdad que es una cuestión de que te aburres del contenido. Si siguiéramos haciendo el mismo vídeo que hace siete años, nos hubiéramos aburrido. Para divertirnos se nos ocurre el video del que enseña las casas y acabarlo mostrando que tiene una vida super triste. Y por eso tiene más contenido político.

R B. Nuestro enfoque es siempre social, nunca partidista. El humor político entendido como hacer chistes sobre políticos nunca nos ha llamado la atención porque está basado en la autoafirmación y solo se hace para los que piensan como tú. Pero hasta en nuestros vídeos más pop es fácil, salvo en alguno muy tonto, saber qué vota cada persona por la vida que propone. Tenemos una forma más sutil de hacer humor político y social que quienes reducen todo a comunistas y fachas.

P. En esta última etapa, uno de sus grandes objetivos son los influencers, los criptobros...

A C. Es que ahora todos los chavales quieren hacerse famosos para que les regalen cosas, para que les inviten a eventos, para ser populares. Pero que te regalen cosas es jodido, a nosotros no nos regalan nada. Solo recuerdo unas kelme y una caja de Zalando con sobras. Tampoco porque me regalen unas zapatillas y un abrigo voy a subir una foto, es muy poco para comprarme porque me da vergüenza. No voy a molestar a medio millón de personas por una camiseta de 40 euros. Me la compro y dejo a la gente tranquila.

R B. Ahora que hay tanta conciencia de no consumir por consumir hay que trasladarlo a internet e intentar no llenarlo de mierda ni molestar a 300.000 personas por egoísmo, porque estás aburrido o porque necesitas tu dosis de dopamina. Intenta ser un usuario responsable. Si te vas a colar en la pantalla de un millón de personas, sé responsable y comparte algo con un mínimo de interés, no cualquier mierda.

"Si Ángel Martín responde con dos vídeos de cinco minutos a uno nuestro de un minuto, igual el problema lo está creando él y no nosotros"

Dentro de esos vídeos recientes, uno de octubre de 2024, que suma 620.000 visitas, estaba dedicado a los famosos que convertían sus problemas de salud mental en libros de autoayuda. En sus rótulos se podía leer «salud metal», «basada en exageraciones reales», «vendió su alma a Fnac» o «artista carterista». Y, obviamente, todo se dirigió hacia Ángel Martín -con quien habían coincidido en Sé lo que hicisteis- como en otros casos se había pensado en Dabiz Muñoz con los chefs, Ismael Serrano con los cantautores o Manuel Jabois con los periodistas. Pero esta vez, a diferencia de las anteriores, hubo una respuesta directa. «Nadie nos ha respondido nunca o como mucho nos ha comentado con un 'hijos de puta'. Pero cuando haces dos respuestas de cinco minutos cada una a un vídeo de minuto y medio igual el problema lo estás creando tú y no nosotros», señalan sobre quien había sido su compañero en sus inicios en la televisión hace ya casi 20 años.

«Yo tenía ahí el síndrome del impostor hasta el punto de que tardé seis años en colgar cosas en la paredes de mi casa. El pensamiento durante los primeros tres o cuatro años en Sé lo que hicistéis era de que me había colado allí y que todo el mundo se iba a dar cuenta del error que habían cometido. Y cada vez que iba haciendo una cosa pensaba que iba a ser la última», reconoce ahora Rober. «Supongo que yo también lo tuve», agrega Alberto.

Y, ahora, a cuatro manos, Pantomima Full prepara su asalto a las plataformas de streaming. Su serie, Entrepreneurs, se estrenará este año en Disney+ y seguirá la vida de Gonzalo, hijo de un empresario de la hostelería que ha fracasado en todos sus negocios y tiene ahora una última oportunidad. «El primer día de rodaje, vimos que había 70 personas muy buenas en lo suyo, corriendo de arriba para abajo, moviendo focos, cargando cosas... Fue impresionante. Y yo pensaba: ‘Hemos liado esto para grabar esta gilipollez que hemos escrito’», inicia Alberto para que remate su pareja: «Esta es una cosa que no tenía que hacerse para poder seguir diciendo que nosotros sí habríamos hecho una buena serie. Ahora de repente hay que exponerse a que te digan que has hecho una mierda».

Porque todo esto no es más que pura pantomima. Y a full.