HISTORIAS
La Entrevista Monotemática (VI)

Eduardo Madina y los libros: "'Si esto es un hombre', de Primo Levi, me sirvió para curarme tras el atentado de ETA"

El que fuera la gran esperanza socialista vive hoy más lejos de la política pero más cerca de los libros, su gran pasión. "Poder ver el mundo que te rodea con educación literaria es una vida 50 veces mejor", asegura

Eduardo Madina y los libros: "'Si esto es un hombre', de Primo Levi, me sirvió para curarme tras el atentado de ETA"
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De los tres posibles escenarios del hombre llamado Eduardo Madina, el que tiene ahora es el mejor.

Primero de los escenarios: el de la muerte. Si Eduardo no murió en el atentado con bomba lapa del 19 de febrero de 2002 fue por dos palmos, la distancia que hay entre el alcance de la explosión que le amputa la pierna izquierda y su abdomen. Esto ya lo hemos escrito: ETA le quita mucho más que una extremidad; su madre fallece meses después de un infarto.

Segundo de los escenarios: el de la política. Si Eduardo no acabó de líder socialista hace 10 años fue por una traición: el enemigo lo tenía en el partido. La política de nuestros días es como la muerte. O sea, que mejor para él también.

Tercero de los escenarios: el que ven. El hombre que pudo reinar hoy es socio de una consultora (Harmon), es el analista cabal, es el hombre feliz que lee. Y sobre todo: es el padre que va dejando anotaciones en los libros. Igual que quien arroja una piedras en el camino para que no se le pierda el hijo.

¿Cuál sería el primer recuerdo que tienes relacionado con los libros?
La biblioteca de mi casa, en Bilbao. En una familia que le presta atención a la lectura, que tiene unos libros en la biblioteca del salón y que tiene en el hogar un paisaje de libros: con mi madre y mi padre leyendo muy a menudo.
¿Qué libros recuerdas?
Eran libros de Historia, alguna de las grandes novelas de la literatura española, libros vinculados al arte, algunos de ficción de mundo más lejanos e inaccesibles, otros con las particularidades de la historia vasca, vinculados al terrorismo de ETA, a la lucha contra el franquismo... Todo eso ordena y sujeta mucho la manera de ver la realidad que había en mi casa. Unido a que mi abuelo materno era tipógrafo, hay una clara relación con la letra impresa, el papel, la tinta.
La Entrevista Monotemática

¿Con qué frecuencia lees?
Depende. Pero la media podría ser un libro a la semana. Siempre con varias lecturas abiertas, excepto que un libro me atrape mucho. No leo igual un sábado por la mañana que una tarde de martes yendo a Barcelona en AVE.
¿Lees más en verano?
Leo más en verano porque tengo menos horas de oficina. La lectura ha sido la gran pasión de mi vida. Y yo el verano procuro llenarlo de pasión. Más de lo que puedo hacerlo en noviembre o en marzo. Donde la mayor parte del tiempo estás trabajando, enganchado a estas pantallas del diablo.
¿Cómo es ese momento de elegir los libros que te llevas en verano?
Es un momento de mucha luz porque tienes que elegir las narrativas que van a configurar tu verano. Mucho más importante que el sitio al que vayas a ir en verano, son los libros que te llevas: ocupan más espacio en tu mente vaciada de los meses de oficina, de ordenador y de email. Es un instante lleno de virtud. Me llevo no menos de siete u ocho libros.
¿Qué nos dan los libros? ¿Por qué hay que seguir leyendo?
Hay que leer porque necesitamos narrativas para explicar el mundo en el que habitamos. Mi experiencia vital, cultural, política y profesional es que la realidad se explica mejor con ficciones literarias. Poder ver el mundo que te rodea con educación literaria es una vida 50 veces mejor. Más rica, más sorprendente, más dinámica, más bella.
¿Te fías de alguien que no lee?
Sí, me fío de alguien que no lee. Todos estamos rodeados de gente que hace unas cosas y otras no.
¿Contratarías a alguien para tu empresa que presume de no leer?
Si presumiera de no leer, me preguntaría por la compatibilidad de espacios entre ese señor y yo.
¿Arriesgarías algunos títulos de libros que te hayan ayudado a comprender la realidad?
Si esto es un hombre, de Primo Levi, me sirvió para curarme tras el atentado de ETA. Castellio contra Calvino, de Stefan Zweig, me valió para saber lo que nos pasaba en el contexto vasco de la violencia terrorista. Trieste, de Dasa Drndic, me sirvió para comprender mejor la relación intensa que existe con los procesos complejos del pasado y la identidad. Me he ayudado a comprender la relación con los espacios sentimentales de la memoria y la complejidad de los laberintos del pasado y su presencia en el presente. Con Claus y Lucas, de Agota Kristof, aprendí que puede haber belleza en los lugares más insospechados.

¿Algún libro que no haya terminado?
El hombre sin atributos, de Musil... La broma infinita, de Foster Wallace. No sé cuántas veces lo he intentado y no lo acabo... El Ulises, de Joyce. He llegado lejos, pero termino por desengancharme. Un creyente diría que esto es un pecado, porque hay obras que hay leer para disfrutarlas y otras que hay que leer para conocerlas e incorporarlas...
¿Alguna manía lectora?
Subrayo, comento, dejo anotaciones para mi hijo Unax. Hay frases y páginas donde hay mensajes ocultos para él. En una biblioteca a la que aspiro que acuda como yo acudí a la de mi casa... Hay libros a los que les hago de todo. Te lo dice el propio libro: mi comportamiento ante el libro no es antes de él, sino a partir de él. Y unos están muy limpios y otros están llenos de marcas.
¿Le da miedo cuando un amigo suyo, a eso de las dos de la mañana, le dice en su salón aquello de: "Me voy a llevar prestado este libro"?
Depende del currículum del amigo, del pasado que tenga y del perfil del personaje. Si el pasado invita a la sospecha, me inventaría cualquier excusa.
¿Qué podemos hacer para que los hijos lean?
Pensar aproximaciones a la lectura desde su mundo y no desde el nuestro. Es un error que cometemos habitualmente: traducir su mundo desde nuestros códigos. En sus jerarquías y sus miradas, los estímulos del mundo de hoy no son los mismos que los que teníamos nosotros. Desde ese punto de vista, las novelas gráficas han desarrollado un nivel de belleza y profundidad muy por encima de los cómics que nosotros teníamos a mano. Ahí hay un buen punto de partida. El mundo se disfruta y se entiende mejor con muchas narrativas. Porque, con muchas narrativas, las ventanas tienden a abrirse.
¿Se puede prohibir un libro?
Yo creo que no. ¿Se debe prohibir el Mein Kampf de Hitler? No. ¿Se deben prohibir las memorias de cualquier dictador del tres al cuarto? Tampoco.
¿Podría vivir sin poder leer?
Se puede vivir sin leer, sin escuchar música, sin muchas cosas. A mí me cuesta plantearlo porque siempre ha estado en mi vida. No por un prejuicio de mirada intelectual, sino porque me gusta mucho. En la literatura hay brújulas de realidad, muy interesantes y muy divertidas.

"Hay libros a los que les hago de todo. Subrayo, comento, dejo notas para mi hijo Unax. Hay frases y páginas donde hay mensajes ocultos para él"

Cuando un libro no le gusta, ¿lo deja?
Depende, me obligo a terminar algunos. No sé si es fácil leer Suave es la noche. O La montaña mágica. Guerra y paz... No sé si es fácil, pero sé que hay que intentarlo.
Dígame un comienzo que le haya fascinado.
"Era inevitable el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados". De García Márquez. En El amor en los tiempos del cólera.
¿Qué lee ahora?
Acabo de terminar Madre de corazón atómico de Fernández Mayo, que creo que es el escritor de nuestra generación, porque ha viajado por la complejidad de nuestros mundos en cambio. Se lo dije una vez en persona y parece que no me tomó por loco. También he leído La vida secretade Roberto Bolaño, que es un libro que me ha encantado. Perro negro, de Miguel Ángel Oeste, una novela vinculada a la obra de Nick Drake, que es uno de los músicos más importantes de mi vida. El único tatuaje que tengo es una letra de Nick Drake.
¿Qué es lo que le provoca un buen libro?
Quiero que me genere felicidad. Por conmoverme. Por retarme. O por llevarme a sitios en los que no he estado.
¿Quiere aprovechar esta entrevista para decirle a algún amigo que le devuelva algún libro?
No. Si me falta algún libro que se llevó algún amigo, lo cierto es que o el libro ya no es mío o el amigo ya no lo es.