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El primer cruce

Irene Montero: cuando lo político es personal

Es bello contemplar la reconversión de Podemos en un plan de estabilidad y conciliación familiar

La eurodiputada de Podemos, Irene Montero.
La eurodiputada de Podemos, Irene Montero.Fernando VillarEFE
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Fiel a mi compromiso con las noticias irrelevantes, me ha interesado el lanzamiento de Irene Montero como cabeza de una futura lista unitaria de las izquierdas. Confieso que mi fascinación por Podemos crece al ritmo en que el partido mengua, porque en su declive va mostrándose, ya sin tapujos, como el proyecto personal que siempre fue. Rosa Belmonte dejó dicho que Podemos fue un plan para follar que se fue de las manos, y es bello contemplar su reconversión en un plan de estabilidad y conciliación familiar.

La pregunta de por qué Podemos insiste en Irene Montero, impopular con todos los colectivos salvo el de los agresores sexuales, tiene una respuesta sencilla: Podemos es Irene Montero. Es evidente que si demostrara la misma pericia legislativa contra la escalada bélica que contra la violencia sexual, la tercera guerra mundial estaría asegurada. Pero su designación no tiene que ver con la gestión, sino con su supervivencia.

Podemos nunca ha sido un partido político, si por esto entendemos una herramienta para el cambio social, sino una plataforma para el beneficio personal. Eligieron bien sus eslóganes; con el pretexto de mejorar la vida de la gente, sus ideólogos consiguieron que la gente mejorara sus vidas; Podemos fue poco más que la puerta giratoria de la precariedad a la abundancia de un puñado de jóvenes en edad casamentera. Con la caída de votantes cayeron también los beneficiarios, pero los Iglesias-Montero y sus designados aún apuran el oxígeno que queda en la cúspide de la pirámide.

Es enternecedor escuchar a Belarra o Montero hablar de propósitos políticos, cuando su único propósito es mantener un nivel de vida que les resultaría inalcanzable lejos de la política. No hacen campaña, sino crowdfunding; el eslogan más ajustado sería «ayúdame con tus votos a financiar mi proyecto personal». Cuando las escucho mitineando, pienso en esos pastores de la América profunda que entretienen a sus feligreses con discursos incendiarios e inanes antes de pasar el cepillo.

Se dice que Podemos es el punto débil de la coalición de investidura. Puede ser, pero sus invocaciones al «señor de la guerra» son fuegos de artificio; lo que de verdad importa es que Irene Montero se canse de vivir en Bruselas y que tenga asegurado el escaño en Madrid. Si esas condiciones se cumplen, Pedro Sánchez tiene motivos para preocuparse.