MADRID
Emergencias

El llamamiento de la UE para que sus ciudadanos se hagan con una "mochila de supervivencia" ante una hipotética "guerra" dispara los precios y agota el stock en Madrid: "Es alarmista y las tiendas se están haciendo de oro"

Grandes plataformas se han lanzado a a venta de kits prefabricados con toda case de accesorios por hasta 300 euros

Ejemplo de mochila de emergencias de 72 horas propuesta por el instructor José Luis Presas.
Actualizado

El anuncio de la Unión Europea a sus ciudadanos para que tengan una "mochila de supervivencia" preparada ante catástrofes naturales o una hipotética situación de guerra parece haber calado entre los madrileños, que se han lanzado a tiendas físicas y online para comprar hornillos, sistemas de potabilización de agua, comida liofilizada o la última tecnología en supervivencia. Esto ha disparado los precios, agotado el stock y ha llevado a pequeñas tiendas y grandes marcas comerciales a preparar productos específicos para el survivalismo y las situaciones de emergencia. Una fiebre consumista que no ha pasado desapercibida para tiendas, aficionados y profesionales del sector, que miran con recelo los consejos de Bruselas y argumentan que el acopio de materiales resulta inútil si no se sabe utilizar.

"Lo que hemos vivido desde que la UE lanzó el mensaje de la mochila de 72 horas, ha sido una locura: La comida liofilizada ha subido un 30 o 40%. Los filtros de agua están al doble de precio y hay que esperar más de un mes para recibirlos", resume con tono de resignación José Luis Presa, director e instructor en la empresa 3KGroup, especializada en formación en supervivencia y bushcraft. "Se ha triplicado la venta. Hay tiendas que se están haciendo de oro", remata. A su juicio, lo preocupante no es la demanda, sino que "la gente compra sin formación, al tuntún, la primera oferta que sale en Amazon, sin haber practicado ni saber nada". Para él, el problema no es solo que el mensaje de Bruselas resulte alarmista, sino que se frivolice con algo que requiere habilidades, criterio y realismo. "Material sin formación no sirve. Llevar un torniquete sin saber usarlo no vale para nada".

La Comisión Europea, en su nueva Estrategia de Preparación presentada el 26 de marzo, recomendó tener una mochila de emergencia para 72 horas. La medida, enmarcada en lo que la UE considera un contexto de amenazas crecientes, con la guerra de Ucrania como telón de fondo —y coincidiendo con el ambicioso plan de rearme en el continente—, incluye una lista de objetos básicos como comida no perecedera, agua, medicamentos esenciales, linterna, radio, baterías y documentos.

En Madrid, la llamada de Bruselas ha tenido eco en los escaparates. El portavoz de la tienda Shoke, situada en Pacífico y especializada en artículos de seguridad, confirma que "ha aumentado mucho la demanda de mochilas y botiquines". Y añade: "Nos mandan emails, nos preguntan en la tienda física... Hay una alarma social, pero la cosa todavía no es salvaje". En este contexto, su negocio ya prepara una mochila de 72 horas estándar, pese a que, como también denuncia Presa, "no hay una composición clara y oficial". Lo que sí está claro es que la etiqueta "kit de 72 horas" ha sido rápidamente explotada por el mercado.

Grandes plataformas como Amazon o AliExpress ya ofrecen mochilas preparadas por precios que oscilan entre los 100 y los 300 euros con, en teoría, todos los elementos necesarios del kit de supervivencia prescrito por Bruselas según las líneas maestras de la UE. El problema es que estos kits se venden a un precio muy superior al que costaría adquirir los componentes por separado. "Te lo venden todo con apariencia pro, pero sin criterio. El que compra eso cree que con una pala de marca Herber o una multiherramienta Leatherman va a sobrevivir como en los vídeos de YouTube, pero luego, si le da por cavar una zanja o intentar cortar un árbol, se da cuenta de la realidad", ironiza Presa.

El fenómeno también ha encendido la chispa entre los ciudadanos. Javier, de 33 años, funcionario, explica que se acercó al preparacionismo por aburrimiento durante la pandemia. "Con las restricciones y la falta de ocio me eché al monte, literal y figuradamente. Aprendí orientación, camuflaje, hice trampas no letales... me pareció un hobby saludable y ahora algunos amigos me piden que les enseñe", relata. Sobre el vídeo de la comisaria europea Hadja Lahbib mostrando su mochila, no se contiene: "Me pareció una chorrada. Frivoliza con una situación de guerra muy improbable para un español de a pie pero que, en caso de cumplirse, sería algo muy jodido para la gente normal. Mientras que para gente como ella sería otra historia".

Antonio, técnico sanitario de 42 años, lleva dos décadas entrenando en preparacionismo, bushcraft y supervivencia a causa de su visión cada vez más pesimista sobre la sociedad. "Siempre he pensado que el hombre es un lobo para el hombre. Mira lo que pasó en Paiporta: peleas, saqueos, miedo. Tu vecino sonriente también puede convertirse en un problema si su madre necesita insulina o si sus hijos tienen hambre", advierte. Sobre el anuncio europeo de la mochila, asegura que es una "excusa para meter miedo y justificar el gasto militar". Además, también apunta a un comportamiento "cínico" y "poco realista" por parte de la UE: "Nos piden tener medicamentos de sobra en casa y me parece muy bien. El problema es que las medicinas importantes, las que necesitan receta, te las dan con cuentagotas en la farmacia... así que ¿cómo pretenden que consigamos esas reservas para tener en casa ante una emergencia?".

Por su parte, Ana, estudiante de doctorado de 27 años, representa uno de los perfiles emergentes: el de quienes dan un paso tímido en la línea marcada por las directrices europeas. "Me compré un hornillo y cuatro cosas más. Pero no pienso aprender a orientarme ni rutas de escape ni nada por el estilo", asegura. "También es verdad que tengo una amiga con familia en Paiporta y pensé que nunca está de más tener un hornillo en casa, aunque lo ideal es que se quede cogiendo polvo en la estantería".

Mientras tanto, Juan, un vallecano jubilado de 60 años, ha optado por hacerse su propia mochila "con lo que he ido viendo en YouTube". Respecto al escenario que más teme apunta hacia "un gran apagón": "Tengo la cocina y el calentador eléctricos. En mi calle hay averías cada dos por tres en las que se va la luz unas horas y luego lo arreglan, así que, por si las moscas, me he comprado un par de cargadores solares con carraca y unos hornillos", explica. "Cosas que, además de en el apocalipsis —ironiza—, las pueda usar cuando me dejan sin luz porque la lía un operario que está metiendo mano en el subsuelo".

Pero entre tanto consumo, Presa insiste en una idea que se omite desde los mensajes institucionales: "En una situación comprometida, una persona con suministros y sin formación en autodefensa es un almacén portátil". En sus cursos reivindica un enfoque realista, más centrado en saber qué hacer ante una DANA o un corte prolongado de luz que en prepararse para un meteorito o un ataque nuclear. "Nosotros enseñamos a hacer un refugio, potabilizar agua, la importancia del efectivo en las situaciones de emergencia... Lo demás, puro teatro".

Para Presa, el error de Bruselas no ha sido tanto advertir como la forma de hacerlo. "No puedes dar un mensaje serio con una sonrisa, hablando de pasta a la puttanesca. Eso no es pedagogía". Mientras tanto, desliza el perfil de sus alumnos más comprometidos: "Personas preocupadas por el rumbo de la sociedad", que incluso barajan la posibilidad de marcharse a destinos recónditos, alejados de España, como Argentina o Australia. Pero, ¿qué es lo que temen? "Principalmente lo económico: la irrupción del euro digital, la implantación de una economía de guerra o una percepción de falta de seguridad", asegura.

De este modo, en un insólito entorno donde el ¿Qué harías tú en un ataque preventivo de la URSS? de Polanski y el Ardor se plantea desde las más altas instituciones, Presa lanza una reflexión: "En supervivencia solo sobrevive el más fuerte y el que mejor se adapta". Y, hasta ahora, han sido las grandes plataformas de e-commerce.