En las entrañas del Palacio de Cibeles, hay un espacio contiguo a ese salón principal donde se celebran los plenos municipales que, una vez al mes, se transforma en una suerte de punto de encuentro para los periodistas. Allí, los portavoces de las distintas fuerzas políticas (cuando consideran) atienden oficialmente a los medios detrás del atril. El martes pasado, durante el Pleno de enero, el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, se dejó caer por allí un par de veces. Una, para recibir un obsequio por su futura paternidad, y otra, para dar su visión sobre la actualidad y el orden del día. A un par de metros, en un segundo plano, acaso tratando de pasar desapercibido, hay un hombre que no pierde detalle del escenario. Analiza en la distancia cada gesto del regidor y se marcha cuando la puesta en escena, entre cámaras y micrófonos, ha concluido.
Ayer mismo, durante la rueda de prensa posterior a la Junta de Gobierno, celebrada en el gran salón de la cuarta planta del Consistorio, esa misma figura vigila entre bambalinas la intervención de la vicealcaldesa, Inmaculada Sanz. Ella es quien, cada jueves, pone voz y cara al Ayuntamiento, revelando los acuerdos adoptados y atendiendo a las cuestiones (por espinosas que sean) que ponen sobre la mesa los periodistas. Sin hacer ruido, nuestro protagonista abandona su discreta posición y puso rumbo al evento que Almeida tenía unos minutos más tarde.
Ese rostro, anónimo para muchos, familiar para otros, es el del periodista Javier Bosque que, durante siete años (entre 2011 y 2018) fue la sombra de quien fue presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Basta con una búsqueda en el archivo fotográfico para encontrarle en acción, siempre a una distancia prudencial del antecesor de Pedro Sánchez, el último mandatario nacional que ha tenido el Partido Popular. Su fichaje, concretado en Cibeles con una discreción similar a la de su perfil, se produjo el pasado otoño. Concretamente, el pasado 1 de octubre, según detalla el portal de transparencia, donde figura su cargo como vocal asesor y unidad de personal eventual de Alcaldía.
Una figura de pedigrí, curtida en aquellos intensos años en Moncloa, que fue responsable de la imagen y comunicación audiovisual de Rajoy, con tantas y tantas puestas en escena. Algunas peliagudas, ya que esa etapa en la secretaría de Estado de Comunicación coincidió con la dura crisis económica, el desafío soberanista en Cataluña o, ya en el ocaso, la moción de censura (2 de junio de 2018) que zanjó su aventura de siete años.
Actos de los concejales
Él mismo, con gran experiencia en medios como Telemadrid o Mediaset, se define en su perfil de LinkedIn como «especialista en telegenia», lo que orienta un poco a cuáles son las intenciones de Cibeles con su aterrizaje. Su gran valedora es Sonia Sánchez Mula, actual directora de Comunicación del Ayuntamiento, reclutada en el verano de 2023 tras una etapa en la EMT, donde llegó tras pasar página como dircom del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y después de ejercer como directora de Comunicación de la entonces vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. De ahí el vínculo y la apuesta por Bosque, cuya principal misión es impulsar la imagen de los actos institucionales del Consistorio. No sólo del equipo de Gobierno (que encabeza el alcalde) sino de todos los concejales.
Sin embargo, como suele ocurrir en estos casos, ha habido algún que otro sector de Cibeles donde el fichaje generó cierta controversia. O, al menos, causó cierta sorpresa inicial. Y no por sus cualidades, sino por sus atribuciones. Y es que, en algunas ocasiones, concretamente cuando Almeida salta a la escena con la agenda municipal del día, su labor se solapa con la que venían realizando desde la legislatura anterior quienes trabajan cerca del alcalde.
Polémicas aparte, Javier Bosque, aquel rostro que durante tantos años gestionó la imagen presidencial de Rajoy, es hoy el cerebro que vela por los detalles de ese nuevo aspecto institucional que buscan en Cibeles. Un fichaje con un currículum de muchos quilates que se suma al proyecto rumbo al ecuador de la legislatura, cuando una imagen siempre suele valer más que mil palabras.