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La princesa Marta Luisa de Noruega (53) y su marido, el chamán Durek (50), han vuelto a cruzar fronteras, pero no por amor. Según el periódico noruego, Se og Hør, aún no han pagado a los proveedores de su boda celebrada el pasado mes de agosto, y deben "casi 800.000 coronas noruegas" (unos 70.000 euros) a tres empresas locales.
El enlace llegó al resto de Europa a través de la revista ¡Hola! pero también el gigante Netflix trasladó sus cámaras al fiordo Geiranger, donde se celebró. Calificada como "una peli de Tim Burton, un homenaje a Dragones y mazmorras, o La historia interminable" por la crónica de EL MUNDO, la hija del actual rey noruego Harald, pronunció el 'sí quiero' tapada en sábanas blancas para preservar la exclusiva. Fueron tres días de celebración.

La boda pasada de rosca de Marta Luisa de Noruega
La única empresa citada por Se og Hør a la que deben dinero es de sonido e iluminación (Ålesund LYD AS) y otro medio noruego (VG) ha contactado con sus responsables, que han señalado que, como es habitual, "todo el importe fue acordado" antes de la boda. De momento, esta compañía ha transmitido que no quiere "dramatizar" y que sus asesores están detrás de estas facturas.
ÁNIMO DE LUCRO
La polémica -más allá de los comentarios acerca de los atuendos de los novios y los invitados- ya explotó al celebrarse el enlace. Es atípico en cualquier boda que se den vales a los invitados para coger su bebida. En esta boda royal no existió el concepto de barra libre: se repartieron cinco vales de bebida. Una vez se agotaron, los invitados tenían que comprarlas con la ginebra personalizada que la pareja creó con la marca Oslo Håndverksdestilleri. La copa costaba 225 coronas noruegas (19, 20 euros).
El amor entre ellos nunca ha estado exento del ruido mediático. Su relación se hizo pública en 2019 y no tardaron de llegar los comentarios, más allá de su físico. Durek aseguraba haber sido rey en otra vida, haber vivido en el Antiguo Egipto o que era capaz de curar el covid con una medalla que él mismo vendía por 200 dólares. Se conocieron a través de una amiga en común, como cualquier otra pareja. La amiga, sin embargo, tampooco es convencional. Se trataba (según contaron ellos mismos a la revista ¡Hola!) de Millana Snow, una famosa gurú de la salud en Hollywood.
"Cuando Millana me dijo que Marta era una princesa, me asusté. Había tenido relaciones en las que la gente me hacía responsable de su felicidad y, por eso, decidí centrarme en Dios. Quería que mi vida consistiera en ayudar a la gente, a través de mi trabajo. Entonces un amigo me dijo: '¿Y si ella es la persona que estabas esperando?'. Así que invité a Marta a comer a mi casa de Hollywood Hills. Mi asistente me dijo que debería llevar traje, pero yo no soy así: soy de vaqueros rotos, camisetas rock'n'roll, kimonos y botas vaqueras, así que eso es lo que me puse", comentó él a la citada revista.