- Asia Multitudinaria concentración en Katmandú en apoyo al ex rey Gyanendra y para reclamar la restauración de la Monarquía
- Monarquía Un rey para reconciliar el Himalaya
- Mirada del corresponsal Protestas para restaurar el Reino hindú en Nepal
Katmandú, la capital nepalí, ha amanecido este sábado bajo el toque de queda impuesto por el Gobierno federal tras las dos grandes manifestaciones que se registraron el viernes a la misma hora -una a favor de la restauración de la Monarquía y otra en apoyo del sistema republicano actual- y de los violentos choques entre grupos de apoyo realista y las fuerzas policiales, que desembocaron en disturbios y, sobre todo, que causaron al menos dos muertos y decenas de heridos. Los dos fallecidos son un manifestante por cuya vida no se pudo hacer nada tras ser trasladado de urgencia a un hospital -un joven de 29 años identificado como Sabin Maharjan-, y un periodista, en concreto un cámara de una televisión local, Suresh Rajak, que murió devorado por las llamas cuando el edificio desde el que tomaba imágenes de la protesta pro monárquica fue incendiado, al parecer por grupos descontrolados y muy violentos que apoyan al ex rey Gyanendra.
La tensión política no ha dejado de crecer en Nepal en las últimas semanas, elevándose el viernes hasta el punto de sumir al país del Himalaya en su peor crisis política de la última década. Las organizaciones que reclaman la vuelta de la Monarquía habían convocado una nueva protesta en Katmandú, tras la exitosa concentración del pasado 9 de marzo en el principal aeropuerto de la ciudad que se hizo coincidir con el regreso de Gyanendra tras varias semanas fuera, a modo de demostración de fuerza a las autoridades nepalíes, que desde entonces han centrado todo su discurso en la imposibilidad de que se restaure el Trono. Y, de hecho, los principales partidos políticos del arco parlamentario de Nepal convocaron una contramanifestación, que resultó también multitudinaria, lo que derivó en una clara exhibición de la profunda división que hoy sufre la nación. "Es imposible que vuelva la Monarquía. Es ridículo pensar siquiera que algo que ya está muerto e incinerado pueda volver a la vida", afirmó Ram Kumar Shrestha, uno de los simpatizantes maoístas en esta contramanifestación, informa AP.
Por su parte, los convocantes realistas aseguraron que el Gobierno hizo todo lo posible por impedir su concentración, que calificaron como pacífica. De hecho, un extraordinario despliegue policial acordonó desde primera hora del viernes la zona a la que los promonárquicos invitaban a sumarse a la ciudadanía. Y, siempre según la versión policial e informaciones difundidas por periódicos nepalíes, todo se terminó de descontrolar cuando algunos manifestantes subidos a una camioneta blanca se estrellaron contra una de las barricadas de los agentes del orden y chocaron contra varios oficiales, que resultaron heridos. En ese momento, se desató el caos y la violencia se adueñó del escenario. La policía respondió contra los millares de manifestantes realistas lanzando gases lacrimógenos y rociándoles con cañones de agua. A partir de ahí se sucedieron importantes disturbios en los barrios del este de Katmandú, con varios edificios gubernamentales dañados e incidentes de tanta gravedad como el incendio de la vivienda que provocó la mencionada muerte del periodista de Avenues TV.
El portavoz de la policía especificó que muchos de los heridos presentan heridas de bala y que están recibiendo tratamiento médico en varios hospitales de Katmandú. Los incidentes están siendo investigados. Y este sábado se están produciendo arrestos, entre ellos el del ex capitán del ejército nepalí Munindra Rajbhandari, un ferviente realista, con cargos de participación en los incidentes violentos que tuvieron lugar en el disrito de Tinkune (Katmandú). El Gobierno federal ha informado este sábado al mediodía de que al menos 51 manifestantes pro monárquicos han sido detenidos. Y ha generado cierta inquietud la noticia de que estaba siendo buscado por la policía Durga Prasai, destacado activista y empresario nepalí, una de las figuras claves en los últimos tiempos en la agitación del movimiento en favor de la restauración del Trono.
"Necesitamos que el país vuelva a ser monárquico y que vuelva el rey, porque los partidos políticos y el sistema han fracasado en el país", declaró Rajendra Bahadur Khati, uno de los participantes en la concentración pro Monarquía del viernes, haciendo suyo un deseo creciente entre la población, tal como se ha comprobado en las exhibiciones de fuerza, cada vez más multitudinarias, de los grupos realistas desde hace dos años. "Cuando la fuente está tan contaminada, todo el sistema se ha podrido", añadió el mismo joven.
Los medios locales y analistas bien conocedores de la situación política nepalí subrayan que la clase política está cada vez más preocupada por el fuerte malestar en el país, sumido en una inestabilidad institucional que no parece tener fin y con el creciente desencanto de la población con el actual sistema por la galopante corrupción que golpea a la élite gobernante.
Fue a finales de 2023 cuando comenzaron a producirse marchas para reclamar la restauración de la Corona, con decenas de miles de participantes en distritos a las afueras de la capital, Katmandú, y en otras ciudades del Nepal. Sus partidarios exigen reformas políticas y la caída del actual Gobierno. Pero, sobre todo, la vuelta del Estado hindú, encarnado en la figura del rey. Hasta la abolición de la Monarquía en 2008, Gyanendra era el último soberano hindú en el mundo.
El trono y la religión se han convertido en los dos factores que galvanizan la protesta de muchos nepalíes descontentos por la deriva de la nación que recuperó la democracia en 2008 y aprobó una Constitución en 2015 que consagra una República federal y secular, con un sistema político que ha alimentado una fragmentación parlamentaria tan extrema que hace prácticamente imposible la gobernabilidad.
Nepal ha experimentado hasta 14 cambios de gobierno en los 17 años transcurridos desde la abolición de la Monarquía. La inestabilidad política ha afectado muy negativamente al crecimiento económico y ha provocado altas tasas de migración entre los jóvenes, un aumento de la corrupción y un creciente descontento ciudadano.
Tras una guerra civil de más de una década que causó 15.000 muertos, el rey Gyanendra fue incapaz en 2008 de mantener el apoyo de su pueblo y el respaldo de las fuerzas políticas tras cometer errores de bulto como anular temporalmente la Constitución y acaparar poderes cuasidictatoriales. Aun así, fue derrocado de un modo pacífico y muy civilizado. Y una parte considerable de los nepalíes siguen viendo en la figura real a la reencarnación de Vishnú, uno de los tres dioses principales del hinduísmo.
Lo ocurrido este viernes, sin embargo, puede suponer un freno en las aspiraciones del mismo Gyanendra. Porque este sábado la clase política dirigente le apunta a él directamente por la ola de violencia desatada y aun le culpan de las dos muertes. Según difunden periódicos locales, el Gobierno prepara ya las disposiciones legales para revocar los servicios -como el de Seguridad que le correspondía como ex jefe de Estado- y privar de ciertos servicios y bienes al monarca derrocado, quien, pese a la pérdida del trono, siempre ha seguido viviendo en Katmandú. Incluso se apunta a que se le va a retirar el pasaporte para impedirle que pueda abandonar el país, lo que supondría la antesala de medidas muy graves contra el anciano ex soberano. A estas horas, en medio de no poca confusión, algunas fuentes indican, sin embargo, que el jefe de la dinastía Shah ya no estaría en Nepal. El líder del Centro Maoísta PCN, Lehknath Dahal, uno de lo más dirigentes políticos más beligerantes este sábado, ha exigido incluso el "arresto inmediato" del ex rey.
La metrópoli de Katmandú se ha apresurado a imponer hasta ocho multas este sábado, por una cuantía de 793.000 rupias, por la basura, daños a edificios y mobiliario urbano y actos vandálicos contra camiones de bomberos, haciendo directamente responsable al ex monarca de parte de los disturbios.
El líder del Partido Rastriya Prajatantra (RPP), la principal fuera política nepalí, Kamal Thapa, ha expresado este sábado su profunda preocupación por los violentos sucesos de las últimas horas. En un comunicado de prensa, ha condenado sin ambages los actos de vandalismo y lamentado la muerte de dos ciudadanos. Pero también ha cuestionado la respuesta policial y ha planteado la posibilidad de que lo ocurrido el viernes fuera fruto de un complot para desacreditar al movimiento monárquico, ante el auge que ha ido tomando en los últimos tiempos.
Lo único cierto es que en el conocido como país de los millones de sonrisas ahora mismo reina una dramática fractura social y un clima de tensión sociopolítica más que incierto.