Con más de 3.000 lingüistas a su cargo, Genoveva Ruiz Calavera (Madrid, 1962) dirige el servicio de interpretación más grande del mundo. Máxima responsable de la Dirección General de Interpretación de la Comisión Europea, tiene la misión de facilitar el proceso democrático de toma de decisiones en la Unión Europea mediante la provisión de servicios de interpretación y organización de conferencias. En 2022, fue nombrada como una de las 500 españolas más influyentes de YoDona, logro que califica de "gran honor".
El lunes firmó un Acuerdo de Cooperación con la Oficina de Coordinación para la Presidencia Española de la Unión Europea (OCPEUE) para formalizar el servicio de interpretación que ofrecerá su Dirección General en las reuniones que se celebren durante la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea, que España asumirá a partir de julio. En el marco de su visita a Madrid, mantuvo un encuentro con EL MUNDO en la sede de la Representación de la Comisión Europea en España previo a la firma de este convenio.
- Asumió el liderazgo de la Dirección General de Interpretación hace dos años, pero lleva casi toda su carrera trabajando en las distintas instituciones de la Comisión Europea. ¿Qué fue lo que le atrajo de este puesto y en qué se diferencia de su anterior función?
- Llevo casi 32 años en la institución pública europea, después de trabajar en el sector privado en empresas multinacionales, y he podido trabajar en muchos temas que eran candentes de actualidad. Cuando entré en la Comisión en 1992, se estaba preparando la puesta en marcha del mercado único. Luego trabajé en la preparación de nuevas adhesiones de países miembros y tuve la suerte de trabajar sobre el terreno en Pristina durante la guerra de Kosovo. Todo ese trayecto me llevó a ser la Directora para las relaciones con los Balcanes Occidentales en su preparación para una futura adhesión al bloque, antes de dar el salto a la Dirección General de Interpretación como Directora General, que es el puesto más importante dentro del escalafón del servicio público europeo. Los idiomas han sido siempre un hilo conductor en mi carrera [estudió Filología Inglesa], así que he podido volver a mis orígenes intelectuales como lingüista.
- ¿Qué papel juega la Dirección General de Interpretación en la cúpula política europea?
- Todas las Direcciones Generales contribuimos al desarrollo de la Comisión Europea, que se rige por el programa político de nuestra presidenta, Ursula von der Leyen, el cual tiene una serie de ejes: nuestra ciudadanía, la Unión Europea en el mundo, la transición ecológica, nuestra transición digital y, por supuesto, un empujón hacia la democracia. Los Directores Generales tenemos la obligación de cooperar en la aplicación de estos objetivos políticos que tiene la Comisión para la Unión. En concreto, nuestra Dirección General tiene la función fundamental de crear las condiciones necesarias para que el proceso de toma de decisiones de la Unión Europea avance. Estas decisiones necesitan estar interpretadas en todos los idiomas oficiales -es un requisito legal europeo- para que se puedan poner en marcha. Cada día, nuestros intérpretes asisten a unas 40 o 50 reuniones de alto nivel para facilitar la comunicación entre las distintas lenguas oficiales de los 27. Un día pueden estar interpretando sobre la estandarización de productos agrícolas, o sobre productos fitosanitarios; otro día pueden estar participando en reuniones ministeriales, reuniones de seguridad de defensa o reuniones de los jefes de Estado, donde se está decidiendo el futuro de Europa y su respuesta ante los grandes desafíos mundiales que tenemos sobre la mesa.
- ¿Cómo es un día en su vida como Directora General?
- Siempre es un día muy dinámico. Ahora mismo estamos viviendo una transición digital que permite a nuestros ciudadanos conectarse remotamente a nuestras reuniones -no solo a las 50 que requieren interpretaciones, sino también a las otras 50 que nos encargamos de organizar-, así que hay una maquinaria logística muy compleja para asegurar que todo funcione. También tenemos la responsabilidad de organizar las grandes conferencias internacionales de la Comisión. Gracias a nuestros servicios, se organizó la primera Conferencia Internacional de Donantes en 2020 para responder a las necesidades de llevar diagnósticos, vacunas y tratamientos a todos los países del mundo frente a la pandemia. Y hace poco, en el último Consejo Europeo, se ha decidido que en marzo bajo la Presidencia sueca vamos a organizar otra Conferencia Internacional de Donantes para responder a la catástrofe en Turquía y en Siria con el terremoto.
- ¿Cuáles son los principales retos a los que se ha enfrentado desde que llegó a la Dirección General?
- En estos dos años ha habido claramente dos retos. El primero ha sido enfrentarse a una pandemia como la de Covid. El trabajo que nosotros hacemos exige tener a nuestros intérpretes, y a nuestros técnicos que se ocupan de todas estas salas, sentados en presencia con otros delegados o incluso en cabinas muy pequeñas. Cuando llegó la pandemia, era imposible seguir así. No se podía viajar y había que mantener una distancia de seguridad. Así que, para poder seguir prestando nuestros servicios y evitar que se paralizase el proceso de toma de decisiones de la Unión Europea, tuvimos que encontrar soluciones creativas. Hubo que organizar reuniones virtuales e incorporar plataformas que nos permitieran interpretar a distancia con nuestros delegados. Y de ahí viene el segundo reto: la ciberseguridad. A medida que hemos pasado a trabajar en plataformas conectadas a la red, se han ido exigiendo requisitos de seguridad mucho más estrictos, ya que muchas de las deliberaciones que se mantienen en nuestras reuniones son altamente confidenciales. En los últimos años, situación agravada en la actualidad por la guerra de Ucrania, hemos visto cómo la Unión Europea se ha convertido en un actor internacional más importante y reconocido, por lo que los ciberataques han aumentado exponencialmente.
- A finales de enero se celebró el tercer aniversario de la salida del Reino Unido de la Unión Europea. ¿Cómo ha cambiado el uso del inglés en la Dirección General desde el Brexit?
- El inglés sigue siendo una lengua muy importante para nosotros, ya que hay otros países miembros -Irlanda y Malta- que lo hablan y es una de las tres lenguas vehiculares, junto con el francés y el alemán, que utilizamos para preparar nuestros documentos de trabajo. La diferencia desde el Brexit es que se ha perdido la capacidad de reclutar lingüistas procedentes del Reino Unido.
- Son 24 los idiomas oficiales de la Unión Europea, pero la Comisión también trabaja con otros países que no pertenecen al bloque comunitario. ¿Cómo se organiza la interpretación de estas demás lenguas?
- Así es. Además de interpretar estos 24 idiomas oficiales, trabajamos también con las lenguas de los socios de la Unión Europea. El caso más candente ahora mismo es el ucraniano. Desde que estalló la guerra, la necesidad de interpretar al ucraniano se ha triplicado. Es cierto que tenemos cierta capacidad interna, ya que nuestros intérpretes hablan algunas lenguas no europeas, pero también tenemos recurso a intérpretes autónomos de países terceros acreditados por las instituciones europeas. Tenemos casi 3.000 intérpretes autónomos trabajando para la Comisión, tanto en lenguas europeas como en no europeas.
- ¿Y en plantilla?
- En plantilla tenemos 800 personas, de las cuales más o menos 500 son intérpretes.
- Se ha referido a la guerra en Ucrania. Este mes se cumple un año desde la invasión rusa. ¿Cómo se ha implicado la Dirección General en el apoyo a los ciudadanos ucranianos?
- Por supuesto, la Dirección General ha desempeñado un papel muy importante a la hora de facilitar el diálogo con los representantes ucranianos. Desde el estallido de la guerra, se han multiplicado los contactos a todos los niveles con Ucrania, tanto a nivel bilateral e institucional como a nivel técnico. Por tanto, las reuniones se han multiplicado y hemos tenido que estar presentes en configuraciones de interpretación diferentes: a distancia, consecutiva, simultánea, etcétera. Nos ha tocado interpretar reuniones sobre energía y seguridad alimentaria para que Ucrania pudiera sacar grano y exportarlo cuando los puertos estaban cerrados. Así que nuestro papel ha sido decisivo para garantizar que eso pudiera seguir adelante.
- En julio, España asumirá la Presidencia del Consejo de la Unión Europea. ¿Qué implicaciones tendrá este hecho para la Dirección General de Interpretación?
- España tomará el relevo de la Presidencia de nuestros compañeros suecos en un momento trascendental para la Unión Europea. Estamos casi al final del mandato político de esta Comisión y España tendrá que abordar muchas cuestiones importantes para el futuro de la Unión en un contexto global muy volátil. Por supuesto, estaremos a la entera disposición de la Presidencia y del Gobierno español con nuestras capacidades de interpretación y organización de conferencias porque, en definitiva, una Presidencia europea no es una cuestión de política de partidos, es una cuestión de Estado. Voy a firmar un Acuerdo de Cooperación administrativa con la Oficina de Coordinación de la Presidencia española de la Unión Europea en Moncloa para dar nuestros servicios a las reuniones de más alto nivel que se van a celebrar en España. La primera visita que hará la presidenta Von der Leyen a España con el Colegio de Comisarios en julio, la vamos a interpretar nosotros. Pero interpretaremos todas las que van a ocurrir tanto en Bruselas como en Luxemburgo.
- En el marco de su visita a España, usted ha mantenido encuentros con estudiantes universitarios. ¿Cómo ve el futuro de la profesión?
- España lleva ya 37 años como miembro de la Unión Europea y en los próximos cinco o diez años seremos muchos los que nos jubilemos. Por ello, es un buen momento para animar a todos los estudiantes, no solo a los que tienen carreras lingüísticas, sino a todas las nuevas generaciones españolas, a que miren a las instituciones europeas con interés por ser futuros funcionarios y participar en la cúpula europea. Nuestra riqueza lingüística y cultural en la Unión es un foco que nos puede ayudar en el crecimiento económico con las pequeñas y medianas empresas que trabajan en el desarrollo tecnológico con inteligencia artificial, lo que nos permitará no solo afrontar la barrera lingüística sino explotarla a nuestro favor. El español es un idioma global con un mercado importantísimo en América Latina, pero también tenemos mercados en África. Claramente es un entorno donde habrá oportunidades en el futuro.
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