DINERO E INVERSIÓN
CEO de la gestora GSI

María Ángeles León, la mujer que invierte para resolver problemas sociales: "El cambio ESG se ha intentado hacer tan deprisa que se ha ido al garete"

Tras fundar Cobas AM, León se puso al frente de la gestora GSI, dedicada a la inversión de impacto. En ella aplica una filosofía que le permite obtener retornos a largo plazo y ayudar a países y colectivos desfavorecidos: "Casi todo a largo plazo es rentable, pero si te pones nervioso y retiras el capital no funciona"

María Ángeles León, la mujer que invierte para resolver problemas sociales: "El cambio ESG se ha intentado hacer tan deprisa que se ha ido al garete"
Javier Barbancho
PREMIUM
Actualizado

Se dice que María Ángeles León es la mujer de Paramés, pero en realidad él es su marido". De esta forma tan elocuente llegó hasta Actualidad Económica la posibilidad de hacer una entrevista con León, socia fundadora y CEO de Global Social Impact Investments (GSI). Francisco García Paramés es uno de los gurús de la inversión en valor en España y fundador de Cobas AM, una de las gestoras de referencia cuando se habla de inversión a largo plazo. María Ángeles es su otra fundadora. Economista de formación y con una trayectoria de 20 años en grandes empresas del sector privado, León decidió emprender su propio camino con GSI una vez que Cobas comenzó a funcionar. En realidad, la historia venía de antes. Todo comenzó con la idea de donar una parte de su sueldo variable para causas y colectivos con menos oportunidades. "Cuando nos casamos, decidimos dar un 30% porque el bonus era muy bajo", rememora. Después se acercaron a las microfinanzas y finalmente llegó la inversión de impacto. "A raíz de un artículo en The Economist nos surgió la visión de que los problemas del mundo en desarrollo y la pobreza se pueden contrarrestar con lo mismo que a los países ricos les hace más ricos: el ahorro, la inversión y la creación de empresas", explica durante la entrevista desde su oficina en Madrid. Es así como se convirtió en la mujer que demuestra que es posible invertir para resolver problemas sociales y, de paso, conseguir retornos interesantes.

En 2020, la CNMV autorizó definitivamente la creación de GSI, una gestora especializada en fondos de inversión de impacto. El objetivo último de este tipo de inversión es ofrecer rentabilidades financieras atractivas mediante la financiación de empresas con modelos de negocio sostenibles que generan un impacto social y medioambiental positivo directo y medible. ¿Pero esto no era la ESG? "Son cosas muy distintas. La inversión en ESG tiene un foco mayoritariamente medioambiental y responde a unos supuestos intereses sostenibles de los clientes finales, aunque ahora se está viendo que al final lo que quieren esos clientes es rentabilidad", aclara María Ángeles León. "La inversión de impacto social va más allá y su origen es la intencionalidad que tienen los inversores y los fondos para resolver un problema social. Así que son cosas muy diferentes: la ESG viene de una corriente mainstream a la que se unen porque ahora está de moda, al igual que se pusieron de moda los ETF; en la inversión de impacto te planteas por qué hay gente que vive peor y nunca tiene una oportunidad. Te das cuenta de que las oportunidades vienen muchas veces con los recursos financieros y ese es nuestro leit motiv: buscamos capital para solucionar esos problemas. No al revés", dice.

La CEO de GSI reconoce que ha existido bastante confusión en los últimos años respecto a ambos conceptos. "Ahora que se está descabalgando la gente del ESG, tenemos un momento bueno para decir que no éramos lo mismo". Se requiere mucha pedagogía para hacer que los clientes e inversores entiendan que las rentabilidades y los tiempos son distintos a los de una inversión, digamos, tradicional. "Necesitamos demostrar que los fondos dan una rentabilidad y un retorno social y ojalá eso se construyera en dos años, pero no ocurre así", apunta. "Se necesitan muchos años y para el sector financiero eso es inasumible. Lo pongas como lo pongas, los inversores buscan retorno, hasta los de ESG... Ya se está viendo lo que pasa con todos esos fondos, que como ahora ya no están siendo tan rentables, todo el mundo se está descabalgando de ellos", advierte.

Los fondos ESG llevan meses perdiendo lustre después de años en los que han marcado el paso en el mundo de las finanzas. "Ese declive nosotros lo estamos cogiendo como una oportunidad para diferenciarnos. En mi opinión, el cambio ESG se ha intentado hacer tan deprisa que se ha ido al garete", reflexiona León. "Todos estos cambios a lo mejor son para nuestros hijos y nietos, no para nosotros, pero queremos ver los resultados ya, en uno, cinco o diez años, y no. Una empresa no se transforma en verde ni en 10 ni en 20 años, y menos si es multinacional. Tiene que andar el camino".

¿Cree que ha habido mucho 'greenwashing'?
Sí. A lo mejor ha sido inconsciente, pero se ha querido correr mucho y ponerse ahí porque venía BlackRock y si la compañía no estaba preparada, no invertía en ella.

Las prisas, el greenwashing, las modas... y la regulación. Los mercados financieros en Europa llevan un tiempo dando la señal de alarma ante la excesiva burocracia que exigen las autoridades regionales en comparación con otros mercados internacionales. Este aspecto puede llegar a desincentivar la llegada de capitales a la inversión, en general, y a la inversión de impacto, en particular. "La regulación no es mala, pero ha ocurrido lo mismo que con el ESG, que ha pasado de cero a cien en muy pocos años. Ahora tienen que deshacer el camino y en ese proceso de vuelta prima todo lo contrario. Es decir, parece que ahora todo vale y eso también es malo. Vamos dando bandazos y no es sano. Se pierden muchos recursos y mucho dinero en estos agujeros de indecisiones".

Dos fondos

El tiempo es uno de los elementos clave en la filosofía con la que María Ángeles León plantea las finanzas y su estrategia de inversión en GSI. La visión a largo plazo marca los ritmos, algo que no casa precisamente bien con un mundo marcado por la inmediatez como el actual. "A la gente le hablas del largo plazo y lo entiende porque tienen hijos y piensan en su futuro, pero cuando se trata de dinero, todos quieren ver resultados en el corto plazo. Casi todo a largo plazo es rentable, pero si te pones nervioso y retiras el capital al año o a los dos años, no funciona".

Esta perspectiva más paciente, a su parecer, está más integrada en la visión social. "Quien viene a GSI ya sabe que el subyacente es la pobreza y que esto es un proyecto a largo plazo. Las personas a las que ayudamos en África tienen muchas ganas de trabajar y mucho empuje, pero aun así tienen mucho camino por recorrer. No se trata sólo de darles un dinero y que monten una empresa; estos emprendedores a los que ayudamos no tienen networking, no tienen apoyos, no han tenido una educación financiera... Es precioso el camino, pero es largo".

Y es precisamente en acompañarles en ese camino donde encuentra sentido el papel de GSI y la inversión de impacto que practica. En la firma cuentan con dos fondos, el GSIF África (con foco en distintos países de África subsahariana) y el GSIF España (dirigido a la inclusión de personas en situación de vulnerabilidad en el país). El primero, fundado en 2019, tiene una rentabilidad objetivo que ronda el 8%, mientras que el segundo, creado en 2021, ofrece un retorno alrededor del 15%. "Buscamos empresas grandes, que tengan un recorrido de al menos dos o tres años de vida y que estén en beneficio. Buscamos también una gobernanza sólida y les asesoramos en la estructuración financiera", señala María Ángeles León sobre las características que miran para elegir sus inversiones. También tiene claras sus líneas rojas: "No entramos en startups ni en storytelling e ideas bonitas... Eso lo hacemos desde la fundación Open Value Foundation, donde apoyamos con alguna donación o préstamos blandos, pero con GSI buscamos negocios de verdad. La escala superrápida no la entendemos".

¿Hay mucho de escalas rápidas y 'storytelling' en el mercado?
Hay mucho y el mercado está muy recalentado.

De su labor en África, se siente especialmente orgullosa de Burn Manufacturing, una firma que fabrica estufas y aparatos de cocina limpios para sustituir al carbón con el que cocinan las mujeres en algunos países del continente. Invirtieron desde casi su origen, a través de la fundación familiar, y ahora ya con GSI están facturando 90 millones de euros. "Están a punto de convertirse en unicornio", presume León. En España, su gran proyecto es Scrub, una firma que hace descuentos de hasta el 80% en marcas en alimentación, droguería y papelería. "Las tiendas se localizan en barrios de pocos recursos. Antes de invertir investigamos su impacto social y, entre las conclusiones, descubrimos que compite con el Banco de Alimentos porque la gente prefiere comprarse un yogur por un céntimo antes de acudir al Banco de Alimentos. Invertimos en 2021 y han duplicado facturación todos los años desde entonces, además de que contratan a gente de colectivos vulnerables para las tiendas", comenta.

Sus planes de futuro pasan por seguir creciendo "de forma natural" en África y, al mismo tiempo, ampliar sus fronteras hasta Latinoamérica (donde empezarán a invertir en 2025) y en Asia. "A fuerza de viajar mucho por la región, me di cuenta de que también allí hay mucha pobreza: en Camboya, Vietnam, Laos e incluso en Indonesia, parte de Malasia o Filipinas... así que este será nuestro siguiente paso: mirar hacia el sureste asiático". Y eso a pesar de la frustración que sintió en Singapur al intentar recaudar fondos para su vehículo africano. "No me han dicho no más veces en mi vida", recuerda con una sonrisa. "En Asia, África les interesa para quedarse sus recursos, pero no para invertir", concluye.

¿Cómo se gestionan esos 'noes'? ¿Cómo gestiona el fracaso?
Yo este año lo he pasado fatal. Fatal. Porque igual que digo que todo es a largo plazo, el largo plazo también hay que vivirlo. Intento no llevármelo a lo personal nunca, pero a veces es inevitable. Ahora ya hemos llegado, el equipo está fenomenal y todo va bien, pero ha sido duro.

Lo dice ella, para quien empezar un proyecto desde cero no es nada nuevo. Ya lo hizo con Cobas AM, donde actualmente sólo forma parte del Consejo. "Cobas tenía una atracción brutal y GSI era un producto nuevo. Nada que ver. En Cobas aprendí mucho de montar equipos, de hablar con la CNMV, del sector financiero... pero la pata de fundraising era inexistente porque los clientes vienen ya convencidos y yo estoy todo el día de puerta en puerta".

En su experiencia, "lo más difícil de un emprendimiento es pasar de no tener clientes a tener los primeros. He tardado cinco años en llegar. Tenía clientes pero eran muy poquitos, y ahora estamos gestionando más de 100 millones de euros en activos. Nuestro siguiente paso serán 1.000 millones", advierte.

Cuando me hablaron de usted, me dijeron que la gente cree que usted es la mujer de Francisco García Paramés, pero que lo cierto es que Paramés es su marido. La realidad es que ambos están al frente de Santa Comba Gestión y cofundaron Cobas. ¿Esa discreción es algo elegido por usted o a qué se debe?
Él también es mi marido (responde sonriendo y reivindicando). El mundo de la inversión es así. Él da los retornos a doble dígito y nosotros hacemos otra cosa. No queríamos que se contaminara la visión de Cobas y si hubiésemos mezclado ambas cosas, se habría visto raro. GSI es distinta de Cobas, aunque compartimos sede con ellos porque nos sale más barato. Pero son dos entidades separadas. De hecho, nunca hemos hablado con clientes de Cobas de nuestros fondos; tal vez con el tiempo lleguemos a resultar atractivos para esos clientes, pero ahora hay una barrera muy marcada.
En el mundo de la inversión, ¿a las mujeres les cuesta más destacar?
Sí, aunque me encantaría decir que no porque llevo muchos años luchando para esto. Hemos parido en el puesto de trabajo y nos hemos incorporado al día siguiente para demostrar, no tanto por nosotras sino por nuestras hijas, que eso no era un hándicap y que podemos manejar todas las cosas, pero este sector es muy masculino. No hay muchos casos de mujeres que hayan llegado y que estén haciendo, y las que llegan son más discretas. Una mujer, para contar algo, tiene que haberlo hecho 20 veces, mientras que un hombre juega al parchís: come una y cuenta 20. Y esa diferencia está ahí. Las mujeres no debemos tener miedo. Yo he tenido cinco hijos y yo misma me decía que no podía mientras mis compañeros se quedaban hasta las ocho de la tarde. Pero hace muchos años leí de alguien una cosa: "Las mujeres lo podemos tener todo, pero no todo a la vez", y para mí fue un descanso brutal el pensar que en ese momento estaba criando a mis hijos y no podía competir con los compañeros que no estaban en esa situación, pero que en algún momento volvería y lo haría con una experiencia brutal como es crear una familia (empatía, tolerancia al cambio, resiliencia, etc). A veces todavía veo a mujeres que se retiran por miedo y lo veo en las mujeres de mi edad ahora que se quedan sin trabajo, pero tienen ganas y talento para emprender. A ver si nos miran, porque estamos ahí.