- Proyectos estratégicos Estas son las siete minas españolas que la UE señala para extraer materiales críticos: dónde están y qué minerales poseen
En la plata está el secreto de la nueva tecnología que está llamada a revolucionar la minería, de momento, en la Faja Pirítica Ibérica -250 kilómetros por 50 kilómetros en el sur de España y Portugal- pero, a largo plazo, mucho más allá. El elemento químico de número atómico 47 y situado en el grupo 11 de la tabla periódica es la clave de la planta polimetalúrgica que han ideado los ingenieros de Cobre Las Cruces, una mina sevillana propiedad de la multinacional First Quantum Minerals, que permite extraer metales mezclados en el mineral de tal forma que, hasta hoy, no era rentable su explotación.
En el caso de Cobre Las Cruces, la PMR (el acrónimo de Poly Metallurgical Refinery), va a hacer posible que de la enorme veta de mineral mezclado que existe bajo la actual corta -de la que se extraía cobre hasta hace que se agotó hace unos años- se extraiga, más cobre, peri también zinc, plomo y plata, lo que significa una nueva vida (de más de 20 años) para un yacimiento que se agotó oficialmente en 2021. Será posible gracias a una nueva planta de procesamiento del mineral que, en muchos sentidos, podría compararse con una refinería de petróleo en la que, a partir de una materia prima se obtienen diversos productos. En este caso, una variedad de metales que estaban, hasta ahora, casi indisolublemente unidos.
La refinería polimetálica de Cobre Las Cruces, probada durante varios años en una planta piloto, debería comenzar a funcionar en 2027, como muy tarde en 2028 y es la razón por la que la Unión Europea ha señalado este rincón de la provincia de Sevilla, en los términos municipales de Guillena, Gerena, Salteras y La Algaba, como uno de los 47 proyectos estratégicos para garantizar la independencia del bloque en lo que respecta a las materias primas críticas, siete de ellos localizados en España y dos de ellos, en Andalucía.
El proyecto PMR encaja, explica el director general de Cobre Las Cruces, Pedro Soler, en los criterios marcados por la UE como un guante. A saber: contribuye al suministro seguro de materias primas que son estratégica para la Unión (hay reservas de metal de casi 42 millones de toneladas); cumple con los requisitos medioambientales, sociales y de gobernanza (de hecho, tiene ya las principales autorizaciones); es técnicamente viable (la planta piloto ha procesado 5.000 toneladas con éxito) y tiene beneficios transfronterizos, puesto que la refinería podrá procesar mineral de otros yacimientos o la tecnología, patentada, podrá ser exportada.
La segunda vida de la mina sevillana está a punto de comenzar, a falta únicamente de que se cierre el proceso de venta en el que está inmersa la compañía (y del que quedan solo algunos flecos) para empezar a ejecutar una inversión de 850 millones de euros con los que se excavará un nuevo yacimiento, esta vez subterráneo, y se construirá la planta polimetalúrgica. La previsión, señala Soler (ingeniero industrial con 17 años en la empresa) es que se produzcan anualmente 22.000 toneladas de cobre, 46.000 toneladas de zinc, 21.000 toneladas de plomo y 32 toneladas de plata. Parte de esta última, por cierto, se usará en el proceso químico innovador que es la base de PMR.
Para hacerse una idea de la repercusión que puede tener en la minería este nuevo proceso, Soler destaca que permitirá recuperar entre un 15 y un 30% más de mineral que con los procedimientos convencionales. Con una reducción de emisiones de hasta el 90%, añade.
Que la UE haya dado su bendición al proyecto es, indica el director general de Cobre Las Cruces, un "espaldarazo importante y la garantía de que va a ser tratado con prioridad" por parte de las administraciones, lo que, además, facilita el acceso a la financiación y está ayudando mucho, apostilla, en el proceso de venta.
Soler ha estado en el desarrollo de PMR desde sus inicios y pone el acento en cómo "puede hacer rentables yacimientos que ahora no lo son".
Los primeros trabajos de investigación (en la que se han invertido 20 millones), cuenta, se iniciaron en 2014, cuando aún estaba en explotación la corta a cielo abierto en la que hoy apenas hay actividad más allá de los trabajos de relleno y restauración. De hecho, hace ya dos años que en Cobre Las Cruces no se produce nada y todo el foco, y los esfuerzos, se centran en la nueva refinería y la nueva mina subterránea que van a crear 900 empleos (más 1.500 inducidos) y un impacto económico en la comarca de hasta 3.000 millones de euros.
Hasta 2018, con una planta piloto que ha sido el gran campo de pruebas de esta revolución minera, se ha probado la tecnología hasta dar con la fórmula exacta y entre 2018 y 2023 se han conseguido los principales permisos, entre ellos las autorizaciones ambientales o la de gestión de aguas, puesto que el agua es otro de los elementos fundamentales. Lo era en la antigua Cobre Las Cruces, de donde salían los cátodos de cobre listos gracias a un tratamiento hidrometalúrgico, y lo seguirá siendo en la nueva etapa.
La UE habla de "tecnología disruptiva" para definir lo que se está gestando en esta mina sevillana y, en previsión, la patente se ha registrado en los principales núcleos mineros del mundo, desde Estados Unidos a Australia, pasando por Canadá o el norte de Europa.
Hasta que se agotó el filón en la corta de Las Cruces, de esta mina salían 72.000 toneladas de media anuales de cobre con una pureza del 99,999% que se vendían, fundamentalmente, en el mercado nacional, con una facturación anual de 500 millones de euros.
La Unión Europea calcula que la demanda de cobre va a crecer hasta 2050 más de un 50%, una tendencia que se explica por la la necesidad de este mineral para las tecnologías de energías renovables, los vehículos eléctricos y otras aplicaciones industriales. Actualmente, el 48% del cobre que necesita Europa lo importa de terceros países.