ACTUALIDAD ECONÓMICA
Guerra comercial

Los aranceles de Donald Trump amenazan la "economía del leprechaun" irlandesa

Las tarifas impactarán sobre un modelo económico de tres décadas muy criticado por la UE y Dublín teme la pérdida de 80.000 empleos

Un seguidor de Trump durante la visita del ahora presidente de Estados Unidos a International Golf Links & Hotel in Doonbeg, Irlanda, en 2023. E.M.
Un seguidor de Trump durante la visita del ahora presidente de Estados Unidos a International Golf Links & Hotel in Doonbeg, Irlanda, en 2023. E.M.
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Irlanda tiene un PIB de algo más de medio billón de euros. Sus exportaciones a Estados Unidos equivalen a aproximadamente el 14 % de esa cantidad, es decir, 72.600 millones de euros. A su vez, de esa cifra, el 69% (50.320 millones) fueron productos médicos y farmacéuticos.

Ahora todo ese exitoso modelo económico basado en un impuesto de sociedades del 12,5% está en serie peligro por las amenaza de aranceles de Donald Trump. Trump sido cauto, en buena medida para no perder el apoyo del voto de origen irlandés, absolutamente vital en Estados Unidos. Pero, aún así, el presidente ha declarado que Dublín «tiene a las farmacéuticas en el bolsillo».

Incluso en el caso de que Washington no imponga sanciones generalizadas, las dimensiones del superávit comercial bilateral irlandés son tan grandes que es casi imposible que ese país escape de la hecatombe arancelaria. Todo queda pendiente de lo que Donald Trump anuncie dentro de dos miércoles, en lo que el presidente de Estados Unidos ha bautizado como «el día de la liberación». Puede que haya aranceles generalizados. O puede que esto sea limitados a solo 15 países, bautizados por el secretario del Tesoro, Scott Bessent, como los «quince sucios».

Sea como sea, Irlanda está en el punto de mira. Y, además, las amenazas estadounidenses se están ampliando. En los últimos días, Washington ha extendido sus críticas al modelo fiscal de Dublín, que el secretario de Comercio y hombre fuerte en materia de política económica de gobierno de Donald Trump, Howard Lutnik, ha calificado como «estafa fiscal irlandesa».

En principio, parecería doloroso que el gobierno de Donald Trump fuera a tomarla con los paraísos fiscales, dado su rechazo a todo tipo de gravamen internacional a la actividad económica. Pero esa línea de pensamiento ha quedado cuestionada en las últimas semanas por el ultranacionalismo del presidente, y su deseo de crear una economía autárquica. Wall Street cree firmemente que Trump quiere aplicar la estrategia de su asesor Stephen Miran de obligar a los países adoptar medidas económicas que obliguen a las empresas a irse de sus territorios a EEUU.

Irlanda, además, puede caer víctima del «fuego amigo» de la UE. Porque muchos de los componentes de los productos que fabrican en ese país las empresas biomédicas proceden de Estados Unidos. Y eso los hace vulnerables a las empresarias arancelarias de Bruselas. Finalmente, muchos miembros de la UE tienen un evidente resentimiento hacia las políticas fiscales y irlandesas, que ha hecho que las empresas establezcan sus sedes sociales en el país para pagar menos impuestos, por lo que el gobierno de Dublín tampoco tiene todos los apoyos que cabría esperar

La gran paradoja es que entre las empresas más damnificadas estarían varios gigantes farmacéuticos estadounidenses, entre ellos, la mayor empresa de sector del mundo, Pfizer, además de otras como Johnson & Johnson y Eli Lily.

Para Irlanda, la amenaza es considerable, porque no se trata solo de la caída de las exportaciones. Las barreras aduaneras de Trump obligarían a esas empresas a trasladar su producción a Estados Unidos, cuestionando así el modelo de crecimiento que los gobiernos de Dublín llevan aplicando con éxito desde hace más de tres décadas.

Unos aranceles del 25 % que se hicieran permanentes rebañarían 9.000 millones de euros del PIB y 80.000 puestos de trabajo de Irlanda en los próximos siete años, de acuerdo con Estudio, conjunto del Gobierno de Irlanda y del think tank dublinés Instituto para la Investigación Económica y Social (ESRI, según sus siglas en inglés). Washington tiene especial interés en gravar específicamente dos tipos de mercancías: los microprocesadores y los productos farmacéuticos y material médico. Irlanda entra de lleno en la segunda categoría.

Así, Donald Trump se ha convertido en la mayor amenaza de la "economía del leprechaun", un término acuñado en 2015 por el Nobel de economía, reconvertido en tertuliano de la política estadounidense por Paul Krugman. El leprechaun es un pequeño duende del folclore irlandés, asociado a la suerte, las travesuras y, también, la riqueza. Con su afortunado término, Krugman se refería indirectamente a la travesura económica permanente de Irlanda, consistente en bordear la definición de paraíso fiscal, para así atraer inversiones a costa, sobre todo, de los demás socios de la Unión Europea, una práctica que también ha sido aplicada por dos países que tienen, además, tendencia a dar lecciones sobre gestión económica y austeridad: Países Bajos y Luxemburgo.

Pero la economía del leprechaun también tiene elementos mágicos, especialmente la distorsión estadística causada por la dependencia de las exportaciones. Eso es, precisamente, lo que llevó a Krugman a usar el término, cuando el PIB de Irlanda subió un 27,2 % -una cifra imposible en el mundo real- debido, precisamente, al impacto del sector exterior en esa economía.

Ahora, los términos se han invertido, y el impacto de las farmacéuticas en Irlanda puede provocar la impresión de que el golpe arancelario sería mayor. En todo caso, el gobierno irlandés está haciendo todo lo que puede para evitar que Trump lleve a cabo sus amenazas.

La dependencia irlandesa del sector exterior es enorme, y eso la hace muy vulnerable a una economía mundial marcada por el capitalismo de Estado. En el éxito de su modelo de crecimiento, los irlandeses tienen su propia penitencia, aunque, por otra parte, es difícil encontrar otra política económica cuando se es un país pequeño y sin recursos naturales. En 2024, las exportaciones de Irlanda a Estados Unidos crecieron en un 34 %.

El leprechaun es una criatura espabilada y con una habilidad casi demoniaca para negociar en su favor. Los irlandeses tienen cartas en la manga. La más evidente, el afecto que hay por ese país en Estados Unidos, donde casi uno de cada ocho ciudadanos afirma que hay irlandeses entre sus ancestros y el día de San Patricio -el 17 de marzo- se celebra casi como una fiesta oficial, con recepción en la Casa Blanca y borracheras, descomunales de gente vestida de verde -el color del depreciado y, también el de Irlanda- en las calles. Ahora, Irlanda debe hacer que esa simpatía conjure los aranceles de Donald Trump.