CULTURA
CULTURA

La nueva cultura española: híbrida, moderna y conectada con el mundo

España vive un momento de ebullición de creatividad con un sinfín de jóvenes músicos, cineastas, artistas y escritores que, con medios precarios, son referencia mundial

Rosalía encarna la explosión creativa de la nueva generación de artistas españoles.
Rosalía encarna la explosión creativa de la nueva generación de artistas españoles.
Actualizado

El 23 de octubre de 1989 muchos de ellos ni siquiera habían nacido. Hoy forman una generación de artistas jóvenes que avanza y se extiende como una red invisible por toda España, como una corriente termal. Mucha gente extraordinaria haciendo muchas cosas distintas y colaborando además con otros artistas, provocando acontecimientos y produciendo un cúmulo de obras que se multiplican y crecen como una función exponencial. Todo tipo de músicos, cineastas, escritores, artistas plásticos, actores y bailarines entre 20 y 40 años de edad.

«Es una generación con una fuerza creativa increíble, están yendo un poco por delante de la sociedad explorando, inventando un futuro, con una gran ebullición de ideas», opina Judit Carrera, directora del CCCB de Barcelona.

«Tienen más preparación en la práctica artística, son más ricos en lo intelectual y en lo discursivo, manejan un mayor abanico de referencias y capacidades y tienen menos prejuicios», afirma Pablo Berástegui, director de La Casa Encendida de Madrid.

«Probablemente es una de las generaciones más versátiles e imaginativas que ha dado el teatro. Ha surgido de las crisis de los modelos anteriores, con presupuestos ridículos comparados a los que tenían Lluís Pascual, Gerardo Vera o Pérez de la Fuente», añade José Luis Romo, director de Matadero Madrid.

Para saber más

Los gestores culturales como ellos tienen una ventaja: aportan una visión global de la cultura. «Hay una generación y un talento increíbles, es un gran momento para la cultura española, y a la gente le falta saber que esto está sucediendo», coincide la curadora Chus Martínez. «Lo que más llama la atención es el sentimiento de comunidad que tienen, algo que en el pasado igual se perdió o nunca se tuvo. Lejos de competir por el espacio como si fuera una porción limitada de pastel, esa metáfora tan repugnante, se admiran, alaban el trabajo de otros artistas y colaboran constantemente», añade la directora del Institute Art Gender Nature de la Academia de las Artes y el Diseño de Basilea.

«Son más libres y tienen una visión más global de la creatividad», dice Natalia Álvarez Simó, directora del centro cultural Conde Duque de Madrid. «Empiezan con unas perspectivas mucho más amplias de todo, entienden que pueden coger herramientas de cualquier sitio, no tienen visión de su disciplina como un compartimento estanco, sino que suelen buscar siempre ampliar su campo con la colaboración y la interrelación. Combinan artes escénicas, música, danza, artes plásticas y poesía como algo natural», explica.

Explorar, ampliar, experimentar y expandir son los verbos que enumera Álvarez Simó. En las escénicas se ha extendido como un salvoconducto el término hibridación para explicar este constante deseo de asociación y mezcla. «La hibridación está tan extendida que ya suenan incluso antiguas las categorías de teatro o danza», explica el director de Matadero. O dicho de un modo más carnal: «Hay una extraordinaria promiscuidad», describe el dramaturgo y director de escena Juan Mayorga, responsable del Teatro de La Abadía, académico de la RAE y premio Princesa de Asturias de Las Letras. «La libertad de los nuevos creadores es muy visible. Han aparecido sensibilidades y lenguajes distintos que se ocupan de muy distintos asuntos», añade.

Conexiones: Rosalía compuso y grabó El mal querer en 2018, y aunque el álbum se inspira en la novela del siglo XIII Flamenca, también subvierte y actualiza Bodas de sangre de Lorca, como La novia de Paula Ortiz (2015), como María Goiricelaya y Ane Pikaza hicieron con Yerma (2013). El disco lo produjo El Guincho, que en 2010 había grabado una de sus mejores canciones, Bombay, en cuyo vídeo salía una jovencísima Carlota Guerrero, fotógrafa, videoartista y performer, amiga de la fotógrafa Pili Vila, alias Daikyri, hermana de Rosalía. Guerrero dirigió el vídeo de Oral en el que Rosalía se unió a Björk (2023) y diseñó la escenografía de la gira de El mal querer con la escultora, diseñadora y escenógrafa Marta Armengol. El coautor de las canciones fue C. Tangana, cuya obra cumbre es el disco y la gira de El madrileño (2021), donde participaron decenas de artistas, también actrices en los vídeos como en el caso de Comerte entera, protagonizado por Bárbara Lennie, quien junto a Irene Escolar llevó seis obras de teatro a televisión en la serie Escenario 0 (2020). Unas de las directoras de los capítulos fue Carla Simón, quien antes de ganar para el cine español el primer Oso de Oro de Berlín en cuatro décadas con Alcarràs (2022), debutó con Verano 1993 (2017), protagonizada por David Verdaguer, quien se dio a conocer en 10.000 km (2013), cuyo guion coescribió Clara Roqueta los 24 años, directora de otro de los capítulos de Escenario 0; su primera película, Libertad (2021), trata sobre la amistad femenina en la adolescencia, como la novela Panza de burro de Andrea Abreu (2020), como Las niñas, de Pilar Palomero (2020), con quien Roquet comparte un grupo de WhatsApp junto a Carla Simón, Belén Funes y Elena Martín, entre otras. Elena Martín y Clara Roquet escribieron juntas el guion de Creatura (2023), la primera película de Martín, quien en 2019 había protagonizado como actriz Suc de síndria (2019), corto dirigido por Irene Moray, quien dirigió en 2021 un capítulo de la segunda temporada de Vida perfecta, la serie de Leticia Dolera premiada en Canneseries de la que Elena Martín dirigió otros dos capítulos, y ambas, Martín y Moray, dirigieron el vídeo musical de Perra de Rigoberta Bandini, quien antes de aspirante a Eurovisión fue actriz de doblaje. Este año Bandini recibió el Goya a mejor canción por Yo solo quiero amor, de la película Te estoy amando locamente, de Alejandro Marín, quien en 2021 hizo Una Navidad con Samantha Hudson, producida por Los Javis, y... Bueno, con ellos sí que podríamos estar encadenando nombres sin fin.

Eva Fàbregas,  Javier Calvo, Carla Simón y, abajo, Javier Ambrossi y Elena Medel.
Eva Fàbregas, Javier Calvo, Carla Simón y, abajo, Javier Ambrossi y Elena Medel.

Nuevos estilos, nuevos temas, nuevos enfoques, nuevos códigos, nuevas formas de mirar y de contar, y una nueva forma de explicar España con una nueva estética, y de esa forma convertir la identidad de España en algo nuevo. Una identidad más femenina que masculina porque ellas son mayoría: de Rosalía y María Arnal a Itsaso Arana y Lucía Alemany, de Eva Fàbregas y Teresa Solar a Ana Rujas y María Hervás, o a Berta García Faet y Cristina Morales, son las mujeres las que dominan ahora el panorama creativo.

«Es muy frecuente el combate entre generaciones, que muchas veces es un combate por el poder», dice Juan Mayorga. «Por eso a menudo se describe a los jóvenes de hoy insistiendo en su escasa profundidad y en su banalidad. Yo no estoy en absoluto entre los que piensan así», añade. «Yo creo que simplemente prestan atención a otras cosas. Ven lo que quizá nosotros no vemos».

La cultura de esta falsa generación de cristal, una descripción despectiva sobre los últimos milenials y la generación Z, se está desarrollando sin apenas ayudas públicas. «En realidad hay muchos recursos públicos, pero no están racionalizados ni gestionados a la medida de las nuevas comunidades artísticas», opina Chus Martínez desde Basilea. «De ahí que haya una sensación general de desengaño».

Encadenada con eso, Óscar Becerra, director de La Fábrica, señala una actitud muy extendida ahora: «Se está poniendo en cuestión el elitismo de las organizaciones tradicionales académicas y su posición de poder. En un momento en el que se insiste mucho en la función del arte, se ha diluido la jerarquía paternal de los espacios que programan cultura, como los teatros, los museos o las editoriales. Los artistas ahora tienen la posibilidad real de conectar con la gente directamente, de integrar a su público, y la están ejerciendo».

Laura Ferrero, María Hervás, C. Tangana, David Verdaguer y Bárbara Lennie
Laura Ferrero, María Hervás, C. Tangana, David Verdaguer y Bárbara Lennie

«El entorno es hostil porque los artistas más mayores monopolizan los espacios», dice el director de La Casa Encendida. «Para los jóvenes es muy difícil mejorar de estatus, se nota mucho el techo de cristal, por eso salen mucho más fuera de España y tienen mayor proyección internacional».

Nunca una generación de cineastas, artistas plásticos, músicos y coreógrafos ha salido tanto al extranjero para formarse y buscar oportunidades que no encontraba en España. Eso ha tenido una consecuencia natural: el estilo y los temas han conectado más que nunca con las corrientes internacionales, y eso puede explicar que se hayan multiplicado los premios y reconocimientos fuera de nuestro país. «Es muy llamativa la circulación internacional de los nuevos artistas plásticos españoles, con presencia en colecciones privadas y museos de todo el mundo», dice la curadora mexicana Amanda de la Garza, subdirectora artística del Museo Reina Sofía. «El cine español por fin ha dejado de ser una excepción y está conectado con las formas internacionales de hacer cine», dice Luis Parés, director de la Cineteca de Madrid. «Las películas hechas aquí han alcanzado un estándar de calidad equivalente al de cualquier parte del mundo».

¿Supone esta proyección internacional que las historias se alejan también de España? Al contrario: se ha reproducido una tendencia precisamente internacional, la glocalización. Nunca antes se había contado tanto lo local, lo cercano. El ejemplo evidente es la música de Rosalía y C. Tangana, pero se da a todos los niveles, como en el cine, explica el director de Cineteca: «Esta generación es la primera que no tiene miedo a hacer películas inequívocamente españolas, con temas súper locales. Es interesantísimo porque España ha sido un anatema hasta hace muy poquito en la cultura».

Hay varios temas que aparecen a menudo en películas, montajes escénicos, exposiciones, libros y canciones creadas por la nueva generación de artistas. Y entre esos temas hay una palabra que se repite en todas las entrevistas realizadas para este reportaje: precariedad. Mayorga también dice «desencanto» y «angustia»: «Entienden que es un tiempo muy duro y que no se vislumbra una salida».

La escritora y editora Elena Medel era una niña en los años 90 y una adolescente durante la burbuja inmobiliaria. En 2025 cumplirá 40: «Yo siempre he cobrado muy poco, pero tengo memoria de buenos momentos a nivel económico. Mi generación tenía la esperanza de que, conforme pasara el tiempo, conseguiríamos una situación mejor. La gente más joven que ha crecido después de la crisis de 2008 tiene una certeza tristísima de que la situación no va a mejorar y que se puede aspirar a poco más. Es como si estuvieran estancados en un punto muerto. Y si alguien de 27 años está escribiendo poemas o una novela mientras no consigue encontrar un buen trabajo y ve que es imposible salir de casa de sus padres, es inevitable que esa situación se filtre en lo que hace».

«Es muy común entre los jóvenes la percepción de vivir en precario y de carecer de oportunidades, especialmente en este periodo de gran incertidumbre en el que las certezas de la sociedad de hace 30 años se han tambaleado y que hay una sensación de cambio de época», analiza la directora del CCCB. «Todo les parece incierto». ¿Y qué sucede en estos momentos de crisis? «Que surgen las mejores ideas», cree Judit Carrera. «Eso es lo que estamos viendo: en las grietas de todas estas incertidumbres sobre el futuro, los artistas han florecido con extremada creatividad». Parafraseando la letra de Like a Rolling Stone de Bob Dylan, cuando no tienes nada, no tienes nada que perder.

La incertidumbre está vinculada con otra cuestión que ha aflorado en los últimos años y que ayuda a definir la obra de estos artistas: «La gran pregunta que se hace esta generación es: ¿quién soy yo, a qué pertenezco?», explica Álvarez Simó. «Y es una pregunta que se hacen en todos los sentidos. Tienen un problema muy grande con la identidad. Muestran un cuestionamiento permanente de su identidad en todos los sentidos». Y esta búsqueda de una identidad puede explicar incluso el afán por combinar disciplinas, por experimentar y por trascender los marcos tradicionales.

El paso inevitable ahora es citar la autoficción, una de las grandes herramientas de esta generación, la primera que ha crecido de manera nativa con las redes sociales, que son precisamente una forma universal para convertir la realidad personal en una ficción. Hablar de uno mismo tiene otro significado hoy y puede servir un vehículo para llegar a explicar la realidad mejor que un gran marco. Lo vemos por todas partes en libros, películas, canciones, obras de arte y montajes escénicos. Y ese énfasis en la intimidad puede relacionarse con el afán por el localismo, la proximidad, el territorio, la memoria y, en general, el realismo: contar historias cercanas. Y, desde esa base, crear un mundo propio con un lenguaje personal.