Jaume Collboni se ha convertido en el nuevo alcalde de Barcelona gracias a los votos de los comunes y del PP, que, por sentido de Estado y culminando un histórico acuerdo frente al independentismo, ha decidido apoyar al candidato socialista para evitar que el separatista Xavier Trias gobernara la capital catalana junto a ERC.
Collboni ha reunido 23 votos, dos más de los necesarios para alcanzar la mayoría absoluta, y ha podido desbancar así al ganador de las elecciones del pasado 28 de mayo. Trias se ha quedado en los 16 apoyos al recabar únicamente los de ERC, con la que había alcanzado un acuerdo de gobernabilidad que las bases de los dos partidos llegaron a validar en la mañana de este sábado.
Pero a menos de una hora de que arrancara el pleno de constitución del ayuntamiento, el partido de Ada Colau anunciaba que prestaría sus votos al aspirante socialista y pasaría a la oposición, cumpliendo así la condición que el jefe de filas del PP en Barcelona, Daniel Sirera, había fijado el viernes para contribuir a la investidura de Collboni.
"He cumplido con mi palabra. Dije que no haría alcalde a un separatista ni permitiría que los comunes estuvieran en el Gobierno de Barcelona", ha manifestado el popular minutos después de que Collboni fuera ungido, para reconocer a renglón seguido que "no ha sido fácil apoyar a un alcalde socialista, nuestro principal adversario, a 36 días de las elecciones generales".
"Lo más cómodo hubiera sido votarme a mí mismo, pero se hubiera formado en Barcelona un frente común independentista contra el futuro Gobierno del PP", ha añadido Sirera, quien ha exigido al nuevo alcalde socialista "responsabilidad para formar un Gobierno en el que no estén los comunes y demostrar que Colau es historia y convertirla en un mal sueño".
No es baladí la reclamación del popular, habida cuenta de que el pasado jueves Collboni presentó oficialmente su candidatura asegurando que, tras ser investido, formaría un Ejecutivo con los comunes.
De hecho, Colau ha ratificado que pasarán a la oposición, pero que su voluntad es alcanzar pactos con el PSC ante la imposibilidad de que los socialistas gobiernen la ciudad con únicamente diez concejales. Ha asegurado la líder de los comunes que han votado a Collboni como "el mal menor", cuando su deseo era haber conformado un tripartito de izquierdas con el PSC y ERC.
Trias vuelve a su retiro
Enormemente tensa ha sido la intervención de Trias en el pleno. Antes de anunciar que renunciará a su acta de concejal para regresar al retiro político del que salió para intentar volver a ser alcalde, el candidato de Carles Puigdemont ha espetado a Colau y Collboni: "Les da vergüenza mirarme a la cara", mientras los abucheos contra el nuevo alcalde atronaban en el Saló de Cent de Barcelona, la estancia de gala en la que se celebraba la ceremonia. "Hacen tonterías, crean un ambiente de enfrentamiento. Hace un mal favor al país. A mis 76 años, yo ya lo decía: 'Si no salgo alcalde, que les zurzan", ha azuzado el ganador de las elecciones, para después fundirse en un abrazo con Ernest Maragall, quien ha tildado de "indigno espectáculo" el acuerdo que ha propiciado la derrota del secesionismo en Barcelona.
Los dos concejales secesionistas derrotados recibieron en persona el consuelo de los dirigentes de sus formaciones políticas. Quedó acreditado que, efectivamente, Trias era el candidato de Junts, por mucho que lo ocultara en campaña, cuando su presidenta, la condenada Laura Borràs, y su secretario general, el indultado Jordi Turull, acudieron a reconfortarlo.
Y quedó probado lo mucho que dolió en ERC ver fracasar su frente independentista cuando Oriol Junqueras hizo lo propio con Maragall para después lamentarse diciendo: «Vemos un nuevo pacto de la vergüenza, un pacto para evitar que el independentismo gobierne la capital de nuestro país. Una nueva operación de Estado ante la que no podemos quedar indiferentes».
Similar quejido emitió Pere Aragonès tras recibir a la comitiva municipal en el Palau de la Generalitat, como manda el protocolo. El jefe del Ejecutivo catalán sostuvo que sobre la elección de Collboni «se proyecta un acuerdo a nivel de Estado entre los dos grandes partidos» y reivindicó la voluntad de decidir de la nación catalana».
Cariacontecido asistió Collboni a la ceremonia después de haber tenido que atravesar la plaza Sant Jaume escoltado en un clima hostil, pues cientos de secesionistas esperaban para recriminarle al grito de «botifler» que hubiera apeado a Trias de la Alcaldía.
«Quiero ser el alcalde de todos», había proclamado unos minutos antes el socialista, en un mensaje pronunciado primero en catalán y después en castellano, que completó prometiendo «no ser dogmático», defendiendo que es un alcalde «legítimo» y reclamando «respeto» para los concejales que, prestándole su apoyo, creyeron que votarle «era lo mejor para la ciudad de Barcelona, hoy».
Ocho años después de su primera tentativa y, pese a no haber sido capaz de ganar las elecciones en ninguna de las contiendas en las que participó, Collboni amarró la Alcaldía de Barcelona valiéndose del temor a que la institución fuera devorada por el nacionalismo.
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