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El anciano que mató al ladrón que entró en su casa de Mallorca y al que ahora piden cárcel: "¿Y qué quería la Justicia que hiciera?"

A sus 84 años, Pau Rigo se sienta en el banquillo por segunda vez por descerrajar un tiro mortal a uno de los dos encapuchados que le asaltaron. "Pensé que me mataban y luché por mi vida"

Pau Rigo, a su llegada a la Audiencia Provincial de Palma.
Pau Rigo, a su llegada a la Audiencia Provincial de Palma.E.C.
Actualizado

Llega a la Audiencia Provincial de Palma apoyado en un bastón y en el brazo de su hijo. A sus 84 años de edad, Pau Rigo vuelve al lugar donde ya fue juzgado hace un año.

Víctima y acusado a la vez, se sentará en el banquillo durante dos semanas por matar con una escopeta de caza a Mauricio Escobar, uno de los dos ladrones encapuchados que entraron en su casa de campo para robarle un botín de 15.000 euros.

Fue un disparo al alba, mortal, descerrajado a quemarropa con el arma con el que Rigo cazaba conejos, perdices "y alguna vez algún faisán". Por aquellos hechos, la Fiscalía le pide cuatro años de cárcel al atribuirle un delito de homicidio con la eximente incompleta de legítima defensa.

"Eran dos jóvenes corpulentos, encapuchados, me golpearon con una pata de cabra, me rompieron la columna y la nariz, pensé que me iban a matar... y entonces decidí hacer algo, luchar por mi vida, defenderme", explica Rigo ante el jurado popular, ocho hombres y tres mujeres, la mayoría jóvenes. Atentos a sus explicaciones, toman notas. E intentan abstraerse de un caso que ya ha saltado a la fama, intensamente debatido en la opinión pública balear.

"Yo le pregunto a la Justicia: ¿qué quería qué hiciera? ¿Qué iba a hacer?", se cuestiona retóricamente Rigo ante las preguntas de la fiscal Raquel Solano. "Todo el mundo dice aquí que lo hice mal pero nadie me dice qué se supone que tenía que hacer, ¿dejarme matar?". Su interrogante suena en la sala, donde queda sin respuesta.

Declarado culpable en 2023

Los hechos ocurrieron en 2018, cuando el anciano de Porreres tenía 76 años. Rigo ya fue juzgado en 2023 y fue declarado culpable. Pero el veredicto fue anulado por un defecto formal, un error monumental e insólito de la Justicia balear por el que la Fiscalía llegó a pedir disculpas públicamente.

Tras un espeso debate jurídico, se ordenó repetir el juicio, que está programado para las próximas dos semanas, y que ha centrado la atención mediática. El acusado llega estos días a los juzgados de Palma entre una nube de periodistas que le preguntan cómo se encuentra. Responde simplemente que "bien". Luego da las gracias sin más apostillas, abriéndose espacio con su paso bamboleante.

No está solo en el banquillo. Junto a él se sientan los tres miembros de la banda que planeó y ejecutó el atraco en su casa, a los que les piden penas de hasta seis años de cárcel por robo con violencia.

En la sala de juicios comparten espacio estos días el atracado y tres de sus atracadores. Los que no murieron, los que salieron ilesos. Uno es Freddy Escobar, hermano de Mauricio, cocinero de oficio y uno de los dos hombres que entró a la casa. Es el ladrón superviviente y también presta su versión de los hechos, que contradice la de Rigo en el empleo de la violencia. El anciano sostiene que le pegaron, que le "dieron leña". Escobar dice que no, que no le golpearon hasta que usó el arma y mató a su hermano. "Nos dijo 'os mato' y luego disparó y mi hermano cayó herido".

"Yo no he venido aquí a mentir", apostilla entre lágrimas Freddy, el ladrón que vio cómo moría su hermano. "Tengo mucha empatía con Pau, podría ser mi abuelo", agrega antes de decirle al jurado que no siente "rencor por la muerte de mi hermano, aunque era la persona que más quería en el mundo". "Yo fui el provocador de todo esto y estoy pagando mi error", mantiene en repetidas ocasiones.

Otros dos acusados

Los otros dos acusados son Marcos Rotger y José Antonio Sánchez Lara, y están siendo juzgados por planificar el robo, extremo que han admitido en la segunda sesión del juicio.

A Pau Rigo le robaron dos veces en apenas unos meses. En la primera, según su testimonio, le pusieron "una pistola en la cabeza y un cuchillo en el cuello". Los dos hombres que entraron aquella primera vez en su casa, que él cree que eran los mismos (extremo que no está acreditado), le robaron 30.000 euros y le dijeron "que eran miembros de la banda del diablo, que la policía no podía con ellos".

En aquella ocasión no lo denunció. Dice que "por miedo a esa gente". "Me pusieron un cuchillo en el cuello, eso impacta mucho". También dice que amenazaron a su familia, hablándole de sus nietos.

Por eso, explica, pensó que en el segundo robo iban a ser más violentos. Apenas habían pasado unos meses. "Creí que me atarían y me golpearían, que me dejarían morir allí; por eso me defendí".

Rigo tenía una empresa de máquinas tragaperras. Cuenta en el juicio que la vendió poco después del primer robo y cree que por eso vinieron, pensando que escondía en su casa 200.000 euros. "Repetían esa cifra y cada vez estaban más nerviosos", dice a preguntas de las acusaciones.

Los ladrones entraron antes del amanecer y estuvieron escondidos en el huerto. Cuando Rigo se levantó y salió en pijama, lo cogieron y le taparon la boca. "Subieron y bajaron por la casa, donde estaba con mi mujer; revolvieron los cajones, cada vez estaban más nerviosos y no encontraban más dinero", declara el anciano. "Y entonces cogí la escopeta, que en temporada de caza siempre tengo cargada, y les dije 'fuera, fuera'". En ese momento, según la reconstrucción que hace, uno de los asaltantes se abalanzó sobre él blandiendo una pata de cabra. En ese momento apretó el gatillo. "No sé a quién le di, disparé a bulto y luego perdí el conocimiento".

El testimonio de Pau Rigo y el del atracador es contradictorio en el momento crucial de los hechos. Eso deberán dilucidar y deliberar los miembros del jurado cuando se hayan practicado todas las pruebas. En los próximos días se interrogará a los forenses y expertos que reconstruyeron la escena.